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De algo se tiene que vivir

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Mensaje por Ali Hassan Lun Dic 08, 2014 2:53 am

La verdad que vivir como un insecto bajo el yugo amable de Malik no es una de las mejores cosas que se pueda tener o de las que se pueda alardear. Admito que estoy agradecido con su hospitalidad, pero no puedo seguir su religión ni sus costumbres ni tampoco tolero que cuando quiero hablar soy respondido en metáforas producto del opio y otras cosas que consumen todos. Debo vivir por mí mismo ya que estoy atrapado en este lugar por mi propia cuenta, no puedo ser dependiente todo el tiempo, al final no le debo nada a nadie y de algo tengo que vivir, de preferencia un trabajo honesto y que pueda hacer. No soy muy listo, lo sé, a cambio soy responsable y más importante que eso, no soy idiota. No quisiera involucrarme con criminales ni nada de eso, ya se sabe que es la mejor manera de hacer dinero rápido, si es que quisiera de paso ganarme un puñado grande de enemigos que pueden hacer que termine gastando la enorme recompensa de almas en andar cambiando de posada todo el tiempo. Quiero algo estable, seguro, limpio y decente.

- Bueno... Aquí estoy, donde viven los cochinamente ricos. - La gente de Miryathir parece ser de esa que sabe tomar la sartén por el mango al ser la gran mayoría nobles con capitales muy grandes, tan grandes como para mantener sus grandes ejércitos personales, y las grandes armas de fuego que llevan. No es raro ver a la hija de un duque en una máquina con patas solo para ahorrarle la caminata y que empotrada a cada lado luce unos cañones tremendos capaces de convertir a cualquiera en carne molida si se atreve a lanzarle un mal piropo. Claro, lo ideal sería que buscara trabajo en alguna de estas casas a ver de qué puedo ser de utilidad, no le temo al trabajo pesado y estoy dispuesto a limpiar de ser necesario, si no fuera porque con la garra que tengo en vez de un brazo izquierdo no me entorpeciera en ese tipo de labores. Creo que lo mejor que puedo hacer es aspirar a algo que requiera más que nada fuerza sin tener demasiado cuidado.

Las luces, las maquinas, todo es tan raro. Gente con piernas mecánicas, ojos biónicos, robots vestidos con traje, incluso los animales no se quedan atrás ya que a veces se ve un gato con un sombrero con tuercas o perros en vehículos pequeños. Es suficiente toda esa locura para marearse, y vaya que en mi caso ya se estaba volviendo algo nada exagerado; no tengo la costumbre, eso es todo. Para mí las noches son solo iluminadas por las estrellas y el brillo ocasional de luna, fortuna ya es que algún insecto luminoso pase por ahí o alguna criatura fantástica le dé a la negrura su particular toque místico con algún resplandor sutil. Royale es todo lo contrario, es como una necesidad de destacar en todo aspecto, de ser tan artificial para poder llamar la atención y hacer que quien caiga en esas luces desparrame todas sus almas en juegos o en mujeres que compiten con los ruidos y la música de las salas de apuestas. Tal parece que esto no es lugar para pobres diablos como yo, y es por eso precisamente que vengo hasta aquí.

Es obvio, si no tengo nada que gastar, es porque vengo a trabajar.

No quise probar suerte en áreas residenciales porque la verdad temo tener que enfrentarme a malos tratos de algún gordo arrogante o a su jauría de sabuesos autómatas cuando quisiera echarme de su casa. Preferí venir caminando hasta la zona por donde circula más el derroche, y eso me ha traído al sitio donde veo que la gente encuentra deportivo gastar todas sus almas por pura diversión. - Vaya destino le espera a los muertos. - Digo en voz alta ante lo que veo, ya con suficiente aburrimiento de seguir caminando por la calle y siendo momento de decidirme de una vez donde debo probar primero. No sé si fue por la cantidad de adornos y la intensidad del edificio, pero me decidí por uno que se ve demasiado grande como para que no exista una falta de personal en algo. ¿Qué más puedo decir? Avancé hasta la enorme puerta del local que invita aunque no haya ningún anuncio, entre por ese umbral que parecía una dimensión completamente diferente, una realidad hecha estrictamente de riqueza absoluta y sin límite...

- Santa... Lo que sea, esto es como soñar... - Murmuro en voz alta al ver el interior de algo que se veía al menos tres veces más grande que el exterior. ¿Que se supone que es esto? Tanta música en escenarios diferentes, cantidad de personas aglomeradas en mesas sosteniendo toda clase de vasos, copas, jarras de líquidos de diferentes colores y texturas, mujeres y hombres yendo de un lado a otro por cualquier razón. No estaba preparado para esto, ni siquiera mis ojos que pronto empiezan a irritarse por la cantidad de destellos explosivos que pasaban en el reflejo de cristales y demás objetos metálicos. Este ha de ser el lugar más loco de toda Miryathir...

- Bien... ¿A quién pregunto por información...? - Estoy de verdad perdido con todo esto. Busco de lado a lado girando la cabeza intentando entender la forma de algo, cosa que me hace pensar de inmediato que no voy a lograr nada si no pregunto directamente por el jefe y voy a tocar su puerta. ¿Cómo tomarían eso? No vengo a pedir limosna ni nada por el estilo, vengo por una razón seria.

Y en vista de todo lo que gastan, este negocio habla muy en serio...

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Mensaje por Rhiannon Mar Dic 09, 2014 10:30 am

No ha tenido mucho éxito con los pocos trabajos que ha conseguido. Aparentemente la gente al verla llegar, si es que llegan a verla, automáticamente buscan excusas para librarse de su presencia. Por lo visto no se pueden fiar demasiado de la profesionalidad de una enana de cabello rosa y gran sobrero. Y eso le molesta bastante. Aunque si ella misma debe ser sincera, si midiera 30 centímetros mas, no estaría muy convencida de que aparezca una “niña” para arreglar cosas que podrían ser muy importantes. Y por eso es que finalmente llego a un tablón de anuncios donde se podía encontrar trabajo. O eso es lo que quería pensar.


“Contratamos señoritas jóvenes de buena presencia.
Buen sueldo, horarios a convenir. Nos interesan gente exótica y amable.”



-Eso podría servir… Creo…- Pensaría, mientras sigue leyendo interesada con respecto al anuncio.  Por supuesto, la expectativa duro hasta que finalmente pudo terminar de leer la última línea de infame panfleto que estaba en un llamativo color rosa entre el amarillo viejo y blanco algo manchado por tinta. -¿Servicio de compañía…? Estas de broma, están pidiendo prosti…- Estaría a punto de decir cuando una muchacha más alta que ella y con una figura demasiado, excesivamente torneada arranco el panfleto del tablón, mientras se retiraba no sin antes dar una mirada muy molesta y desafiante a la pequeña Rhiannon. Ella mientras se quedo blanca, para luego teñirse de un rojo sangre. Debería aprender a colar mejor los pensamientos de sus palabras, o en su defecto, desconectar el cable que conecta su boca a su cerebro mientras no quisiera usar magia.

Suspiro un poco cansada. Ahora que se iba la muchacha, hasta algo de envidia le tenía. No es que quisiera trabajar de… eso, pero seguro ella conseguiría trabajo mucho más fácil que si ella debía presentarse a pedir un puesto. O al menos eso pensó en una primera instancia. Fue hasta que un pequeño golpeteo en su hombro le saco de sus pensamientos. Volteo rápidamente, para encontrarse con una impactante muchacha…. ¡Vestida de conejito! Sus ojos se abrieron mas de lo normal, contemplándola desde abajo el escote que ocultaba un poco su rostro por la cantidad de… carne que había en el.

-Toma, quizás tengas suerte.- Diría, con una amena sonrisa, mientras se iba bamboleando su trasero, tras dejarle un papel en su mano. Rhiannon leyó el mismo, y aparentemente buscaban personal en el Casino de Royale… Sin duda servir bebidas debía ser mejor que ser una… Acompañante de gente con dinero… Aunque era parecido, y muy diferente de distintos modos. Y ciertamente no había nada que perder. En ese mismo instante, acomodándose un poco el cabello empezó a caminar hacia donde, sino mal recordaba, era el famoso casino de la ciudad de los ricos mas estrambóticos.

-Bien, aquí estoy…- Exclamaria finalmente, tras haber tenido que discutir con un guardia paa que la dejaran pasar. Teniendo que mostrar el panfleto de color azul que le habían dado, con un dejo de incredulidad, finalmente cruzo la puerta a pesar de que el “Señor Guardia” le advirtió de que no se metiera en problemas, porque parecía ser problemática. Y eso la molesto algo, hasta que el vislumbrar la cantidad de gente que se movía en el interior de ese edificio la sorprendió, y atemorizo un poco. Las muchachas vestidas de conejitos iban y venían con bandejas, y atendían en mostradores larguísimos, llenos de bebidas y comidas que parecían particularmente costosas por la presentación llamativa que tenían.

-Me pregunto por donde debo ir a pedir empleo…- Se diría, mientras camina un tanto aterrorizada entre las multitudes de gente que pasa de un lugar a otro, y el sonido un poco imposible para poder concentrarse. Queda quieta por un segundo, esperando buscar a alguna conejita –de las cuales asume son las que más saben del lugar-, en donde puede presentarse para una entrevista o que la saquen de una patada nada indiscreta del lugar –ojala no fuera lo ultimo-. Todo marcharía bien, inclusive habría logrado divisar una muchacha que parecía estar un poco distraída en la barra, cuando algo la atropello con fuerza. No sabía que era lo que la había empujado, pero la tiro al piso con fuerza. Sus ojitos se cristalizaron con lágrimas, que quiso contener. Habría gritado mil cosas, pero simplemente la sorpresa del sujeto enorme que desde el piso parecía aun mas gigante hizo que su estomago se hiciera un nudo.

-¡Alto alto, no me pises!- Gritaría, pudiendo solo hacerse una bolita ante la imposibilidad de arrastrarse a otro lugar.
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Mensaje por Ali Hassan Jue Dic 11, 2014 12:37 am

Bueno, parece que la llamarada que soportaron mis ojos también los empieza a fortalecer, ya que puedo saber qué color es cual, y a que cosa pertenece. Ya puedo distinguir bien que es un robot o una persona luego de haberme frotado los ojos con mi mano derecha al tanto que con la izquierda me sujeto la cabeza para prevenir que no vaya a explotar o algo así. Tomo una bocanada de aire lo bastante grande para inflarme los pulmones, y al instante estuvo a punto de toser todo eso al sentir que en vez de oxigeno aspiré puro tabaco y quien sabe que otra cosa de esas que hacen que alucines. Como era de esperarse, estar parado y mirando a los lados como un ebrio perdido iba a traer consecuencias, o miradas de curiosos que se ven interesados en mi garra prostética. - ¡Mala suerte, no está en venta! - Es lo primero que digo en voz alta desde que llegue, tomando con mi mano común al brazo mecánico que tengo y apartarlo de las cercanías de un gordo que ya tenía una pierna y brazo modificado. ¿Qué más se quiere modificar? Bien le vendría una panza más delgada en vez de otro brazo de metal.

Lo más lógico sería que empezara a moverme, o al menos buscar a alguien a quien preguntar las cosas que alguien como yo puede hacer. Veo a unos cuantos sujetos que se ven amenazadores y corpulentos, lo suficiente como para tomar del cuello a cualquier tramposo y lanzarlo de una patada fuera del establecimiento. Si esa es su labor, puedo hacer algo así, puede llegar a ser divertido y parece que lo principal que deben hacer es solo estar de pie vigilando todo el día y noche. En fin... Suena menos complicado que el trabajo que tienen que hacer las chicas, a las que veo vestidas con mallas y tacones paseándose de un lado a otro luciendo escotes y coronando su cabeza con un par de orejas de conejo. Es como si fuera requisito para ellas enseñar las carnes y con eso puedo notar que se ganan al menos unas cuantas almas aparte de las que les deben pagar. Ser bonita tiene sus ventajas, o eso veo...

Lo que me llamó la atención no vino a ser nada que viniera de escenarios o de mesas de juegos, sino otra cosa que la escuché con claridad aun entre todo el ruido que había, y eran los gritos de aparente desesperación de una niña que nada debería estar haciendo aquí... Y lo digo en serio, no tenía ni el más mínimo detalle que la conectara apenas con la ciudad. Ropas de hechicera, un sombrero enorme de bruja, estatura y rasgos que la señalan como una menor y para completar todo el set, no tiene en ella ni un solo aumento mecánico, por no decir que armar un escándalo como ese es como si no estuviera acostumbrada a ver tanta gente. No llego a entender del todo, solo a verla sobre el reluciente piso hecha un ovillo como quien quiere protegerse de una estampida o de algo así, cuando frente a ella hay nada más un hombre que la mira con... La expresión que puedan tener los borrachos, porque se ve que el tipo tiene encima al menos unos cuantos tragos.

No sé si es que la voz de Malik sonó en mi cabeza con el eco presente en las memorias, o es que la escena más que risa solo me dio algo de compasión. Fui hasta la pequeña que se resguardó en sus propios brazos, y la levanté con solo tomarla de uno de sus brazos. La dejé de pie nuevamente, pensando en que debería hacer algo como preguntarle de donde vino o si está perdida... Bah, me cuesta ser un mal tipo, aunque se supone que estoy aquí para buscar empleo, no debería estar ocupándome de otras cosas... - Hey, ¿Estas bien? - Es lo menos que puedo hacer o decir, ni siquiera la conozco. Bueh, la verdad que lo único que conozco desde que llegue es solo desiertos, negros o dorados, desiertos al fin, todos llenos de animales raros y gente rara y experiencias todavía más raras. - ¿Estás perdida? No es que tenga mucho tiempo, pero te puedo acompañar si necesitas ayuda... - Esto es a lo que me refiero, siempre tengo que hablar de más y encima con un tono amable que me hace parecer servicial. Espero que eso sirva como buena referencia para que me acepten cuando venga por trabajo...

- Seré franco, o entran o se largan, no se queden en el medio. - Uno de los guardias nos habló a los dos con ambos brazos cruzados, y no con eso siendo tan amenazador como lo era la anchura de su cuerpo. ¡Carajo! ¡Este sujeto llevaba la gordura a otro nivel! ¡Y no parecía estorbarle para caminar o equilibrarse! Su brazo izquierdo es, igual que el mío, una prótesis mecánica llena de válvulas y cilindros que parecía tener suficiente potencia para levantarlo a él y todavía más peso. Un golpe de eso y estás acabado... - Hey, hey, tranquilo compañero. La señorita tuvo un percance y la estaba ayudando, no seas así. - En un intento por calmarlo incluso intento usar un tono de voz calmado, con la esperanza de que esa calma vaya a alcanzarlo antes que la idea de estampar su puño en mi cara.

- No eres mi compañero... - Dijo el gordo frunciendo el ceño, y por un instante creí que se pondría la cosa violenta, hasta que su semblante dejó de parecer de molestia y vino a ser observador. - ... Aunque podrías serlo. Tienes un aumento en un brazo y pareces que puedes soportar algunos golpes. ¿Qué haces aquí chico? No pareces un pez gordo que busca tirar sus almas a favor de las cartas. - Esa línea de verdad me sorprendió, al punto que llegue a pensar que debo tener un anuncio de desempleado en mi cara o algo así. Por unos segundos tuve que analizar todo el asunto, hasta que la respuesta era demasiado obvia; con esto puedo tener una oportunidad de verdad obtener un trabajo aquí. - Ah, verás... Ando buscando oficio y la verdad estoy probando suerte. ¿Qué tengo que hacer?

- Aquí todo lo que hace la gente lo decide la jefa. Quién vigila, quien baila, quien canta, quien sirve los tragos y quien lleva más o menos ropa. Anda a buscarla, si tienes suerte podrás hablar con ella a ver si terminas con nosotros o de vuelta en la calle. Ahora muévanse del medio. - Con eso dicho empezó a hacer gestos con sus manos en señal de que siguiéramos circulando, cosa que de inmediato noté de nuevo a la gente yendo de un lado a otro en manchas de movimiento aceleradas. Así que la jefa... Bueno, eso me deja claro que estoy buscando a una mujer para ir a pedir trabajo...

¿Qué clase de persona manda en este pequeño mundo?
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Mensaje por Rhiannon Lun Feb 16, 2015 12:33 am

Su vida pasaba por un ínfimo segundo en el que pensaba como le faltaron hacer muchísimas cosas. Irónicamente, no le dolía el hecho de que no llego a ser parte de la casta de brujas que toda su familia estaba esperando que lo sea. Para nada, si tuviera el poder re hacer una última cosa antes de morir, seria del vengarse de sus hermanos y hermanas y todas las jugarretas que le hicieron por ser la menor de siete… Argh, si tan solo pudiera volver a su hogar y hacerles algo como… Como convertirlos en sapos cuando se estuvieran besuqueando con sus parejas. ¡Si, definitivamente esa sería una muy buena venganza! Y aparentemente aun esta a tiempo de hacerla, pues su muerte ha sido pospuesta debido a la ambilidad de alguien que parece un árbol….

-¿Ah…? –
Murmura primero, sintiendo como su brazo era el brazo de una muñeca que era arrastrado al cielo hasta dejarla en pie. La habían agarrado como quien agarra algo comn una pinza, mientras su “héroe”, un bonachón de piel tostada como el pan que se dejo demasiado al fuego le preguntaba cosas... -¡No estoy perdida... sólo algo mareada!- Dijo, con entusiasmo y un cejo un tanto fruncido. ¿Por qué respondia de tan mala manera a alguien que había evitado que sea un gusano aplastado? Porque conocía bien como seguían esas clases de preguntas, porque definitivamente lo siguiente que iba a preguntar era “¿Y donde están tus padres?”. Y por muy grosera que hubiera quedado, no habría al menos en esta ocasión, momento para dar las gracias.

Un gordo muchísimo mas gordo que el gordo que hace unos momentos casi la pisa, apareció en frente de ellos. Sus palabras fueron demasiado directas, cosa que a Rhiannon le hicieron temblar un poco las rodillas. Aunque antes de que pudiera decir algo, el tipo pareció echarle el ojo al morocho alto que estaba a su lado con respecto a su físico –y vaya a saber uno que clase de intenciones mas que laborales le proponía con tanto ojo encima-. Aunque en medio de su chachara, definitivamente algo le llamo la atención. ¿Dónde estaba la jefa entonces? Necesitaba hablar con ella, y sin duda el sabría encontrarla.

-¡Oye, disculpa! Una conejita me dio este papel, ¿Dónde debo buscar a la jefa para pedir trabajo entonces?-
Pregunto mientras sacudía el papel entre sus dedos, haciéndole notar mejor el mismo al sujeto. Aunque claro, como ya podría esperárselo…

-¿Qué? Pero una niña como tú no tendrá cabida por aquí…- Menciono con un tono despectivo. –Podrías intentar cuando tengas algo que mostrar…- Diría, mientras volteaba hacia otro lado. Rhiannon para ese punto estaba completamente devastada por las palabras del hombre. Ni siquiera pensaba discutirle, pues lo último que quería encima era que la terminaran echando de una patada del lugar. Cabizbaja, bajo sus hombros y cuando disponía arrastrar sus pies hasta la salida, una voz aterciopelada le llamo la atención.

-Phelps, no seas tan maleducado. Una vez yo fui así.- Dijo, la que sería la conejita rubia que en su momento le entrego el panfleto mientras buscaba en la cartelera de trabajos. Rhiannon levanto su cabeza con sus ojitos iluminados y con una esperanza totalmente renovada. Esa chica conejo era su ángel, y no le importo en lo absoluto el hecho de que se estuviera prácticamente colgando del brazo del morocho al cual el gordo le hecho el ojo. Ella brillaba por arriba de cualquier tonalidad oscura que estuviera en su alrededor.

-Además, prácticamente fui yo quien le dijo que viniera aquí. Sería justo que los lleve con la jefa. Digo, así no dejas de mirar a los clientes por si algún ebrio quiere sobrepasarse. ¿Qué dices guapo…?- Pregunto al final, acariciando de una manera demasiado sensual la mejilla del muchacho que parecía también buscar trabajo.

-¡Genial! Espero que puedan darme algo que hacer…- Murmuro Rhiannon sacándose su sombrero y abrazándolo contra su pecho, mientras la prenda de ropa suspiraba como si en serio estuviera siendo asfixiada por los pequeños brazos de la bruja. Quedo parada y contemplando a la conejita que tenia una delantera que por poco le impedía ver su rostro desde el Angulo donde estaba parada, quien le guiño un ojo y comenzó a caminar arrastrando al muchacho de brazo extraño consigo.

-Síganme linduras, tengo un buen presentimiento con ustedes.- Añadió, antes de abrirse paso entre las mesas, conejitas, clientes y barra de tragos hacia un pasillo que parecía más calmo que el resto del edificio.
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Mensaje por Phyrexis Irons Sáb Mar 21, 2015 1:49 am

Encontrarse en una montaña de papeleo es lo habitual para la Administradora de tantas cosas, que no son nada más importantes para ella, sino para varias personas. Phyrexis Irons, lejos de los lujos que podría tener al alcance de un par de palabras, es una mujer que ama mucho más a las ganancias financieras que a cualquier otra cosa, con una que otra excepción que cae en el capricho personal y para nada en lo sentimental… O bueno, un poco de eso, quién sabe. La mujer está vestida con su habitual indumentaria purpura, una conducta que refleja su pensamiento de “primero muerta que sencilla”, por lo que aun si su trabajo fuera picar carbón y metales de alguno de sus terrenos, lo haría con un vestido de fiesta, indiferente de cómo ahora está llenando libros de contabilidad, firmando permisos, distribuyendo salarios, planificando nuevos proyectos y haciendo en general cuentas matemáticas sin ayuda de ninguna calculadora, solo usando su pluma conectada a una fuente de tinta externa que reposa sobre el escritorio y alimenta al cartucho con un cable plástico. Es más práctico para ella hacer eso que esperar a que de tanto escribir se le agote la tinta, entre en frustración y termine disparándole a algo… O alguien.

En momentos como ese se considera sumamente ocupada, dado que se encuentra en uno de sus negocios que no es parte de la gobernación, siendo ese uno de los lugares más grandes y luminosos de Royale. El Casino Royal Palace hace honor a su nombre al ser deslumbrante en muchos aspectos, tanto las luces como los múltiples juegos de azar que se llevan a cabo en las instalaciones, desde cartas, dados, fichas, hasta las innovadoras maravillas de Miryathir y sus avances tecnológicos en varias áreas, mostrando al público cosas como máquinas tragaperras, drones móviles que permiten cambiar almas por fichas, o autómatas que inician juegos de ruletas con tablas holográficas para que los participantes firmen consentimientos de muerte o de apuestas a bienes materiales a quienes les falte algo de capital. Phyrexis es muy benevolente, también acepta bebes o niños como pago.

Por deslumbrante que suene todo eso, ella no suele tener mucho tiempo de disfrutar nada por su propia cuenta la mayoría de las ocasiones, cuando su verdadera pasión es en llenar esos libros de cuentas que representan en tinta todo el grandioso poderío que posee al explotar una de sus tantas fuentes de almas. En esta oportunidad, tiene muchas ganas de bajar un rato a cantar o de ir a beber algo a uno de los bares dentro del casino, esos que están más apartados del ruido de la música y de los sonidos que estimulan inconscientemente a las personas a querer jugar, ganen o pierdan. Phyrexis tampoco se desvive por eso, prefiere estar en su oficina el tiempo que le corresponde y atender a lo que sea que llegue sin parar de llenar folios y firmar cosas usando ambas manos con la maestría de un androide ambidiestra con la capacidad de no perder el hilo de dos cosas completamente diferentes.

La puerta suena un par de veces, algo que la hace quitar la vista de su trabajo y ver a la entrada. No es que le guste que la interrumpan, ni tampoco le desagrada si es para algo que de verdad le importe… O le guste.  - ¿Qué quieren? – La administradora responde sin descontinuar sus labores, ya por inercia y práctica es capaz de escribir en línea recta dos cosas diferentes usando ambas manos sin necesidad de ver el papel, quitando el hecho de que ella posee el cuerpo de androide más perfecto jamás creado hasta ahora, no hay ni un solo mecanismo que la ayude en tareas como esas. Perfectamente puede atender a quien sea sin dejar de trabajar, a menos que se trate de algo que encaje demasiado en sus intereses... Ya ahí será distinta su manera de presentarse.
- Jefa... Encontré a una lindura y a una belleza buscando trabajo - Una voz que reconoce como la de una de sus conejitas le habla del otro lado de la puerta gracias a un intercomunicador conectado a un lado de la entrada, con salida de sonido desde otro aparato escondido en su oficina. La noticia llama su atención, al pensar en la posibilidad de tener más personal a sus servicios. - ¿Cuál es la belleza y cuál es la lindura? - Pregunta sonriente mientras observa de nuevo sus documentos queriendo tener un aura interesante para cuando los candidatos entren a la sala. - Decida eso usted jefa. ¿Los hago pasar? - Phyrexis está complacida por como todas sus chicas y chicos han aprendido a manejar un humor digno de personas que porten armas potentes y la confianza para usarlas. La conejita del otro lado de la puerta suena demasiado divertida, lo que hace pensar a la administradora que algo bueno trae a sus faldas.

- Si linda, hazlos pasar, luego vuelve saltando a bailar. Gracias~ - Al despachar a la chica de vuelta a su puesto, la puerta cede su cerradura eléctrica para dejar ver una de las enormes oficinas de la suprema lider de Miryathir. Estanterías llenas de varios tipos de armas, archivos llenos de varios papeles con datos valiosos escritos en código, terminales digitales donde todos los datos son ingresados a final de los meses, entre otras cosas decorativas. La visita de ese par tan curioso la hizo esbozar una sonrisa más pronunciada, prestarles más atención, al punto de dejar de escribir para entrelazar sus dos manos y reclinarse en su sillón muy tentada a ser buena, sin quitar su particular toque de maldad. - Si quieren trabajar para mi deberán empezando a hacer lo que les diga. Primero, siéntense, segundo, díganme para que son buenos... O para que son malos, si saben a qué me refiero~ - Para acompañar a su frase de doble sentido, arquea sus cejas una sola vez, esperando a que le digan un relato que la haga reír, o que la haga dormir.
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Mensaje por Ali Hassan Miér Abr 15, 2015 11:49 pm

La verdad, es que me siento bien por la chica que no despreciaron… Aunque la verdad sigo pensando que no es un lugar donde debería estar, ya por asuntos morales o porque no sé si sea esto lo que ella de verdad aspire. No es que no sea digno este tipo de trabajos para una chica, es lo mismo que un mesero, pienso yo, sin terminar de entender lo del tema del disfraz de conejita con mallas y bien ceñido al cuerpo. Bueno, lo cierto es que como todo negocio debe ser una técnica para atraer clientes, porque como uniforme de trabajo… No sé qué tan cómodo debe ser andar por ahí con las piernas desnudas y con ropa que no deja nada a la imaginación, aunque seguro ayuda a soportar el calor que producen todas las luces y dejan moverse mejor entre el público, debe tener sus razones más que ser un disfraz muy sensual. Esto es un reino de gente práctica…

- Bien, hay algo de suerte parece… - Exclamo en voz alta al estar satisfecho de que alguien saliera a llevarnos con la dueña, y hasta dijo algo que pudo servir de consuelo para la chica con igual situación que la mía. Sin decir más, la conejita nos lleva en un paseo bastante curioso por las instalaciones, donde nos dirán si vale la pena que estemos, o se fijarán más en el tamaño corto de la aspirante y mi falta de experiencia. - … Ahora solo esperemos lo mejor…

Bueno… Entre lindura y belleza, ¿Cuál se supone que soy yo? Ya el recorrido formó varias preguntas en mi cabeza, hasta esa puerta que parece ser de la oficina de alguien bastante importante (Y no lo digo porque sea la jefa del lugar, sino… MUCHO más importante) es algo que me llama la atención. No es que sea una puerta ostentosa ni tampoco con un diseño y grabados comunes, es tal vez lo que hay del otro lado… La sensación de superioridad que emana sin necesidad de ser temible o tener caras monstruosas, es suficiente con estar ahí para saber a qué me refiero. No es que tenga mucho sentido que este intimidado sin siquiera haber empezado la supuesta charla de trabajo, o por el contrario si hay mucha razón para estarlo… Porque honestamente, no recuerdo haber trabajado antes de alguna cosa. Bueno, no le temo a nada a decir verdad, ni tampoco es que esté muy desesperado, aunque si dispuesto a recoger basura; sería más indigno ser un maleante.

No esperaba ver nada en específico a decir verdad, imaginaba que adentro de esa oficina encontraría solo una señora gorda con algún cigarro exótico, rodeada de adornos y con botellas de licor medio vacías… Y la verdad es que no creí poder equivocarme tanto en adivinar sobre los gustos de un jefe. No voy a decir que disimule mi sorpresa cuando vi esos estantes llenos de armas de fuego, máquinas raras en algunos costados, y sentada en lo que vendría a ser el puesto más importante del edificio, había una chica que se veía incluso menor que yo. Puedo asegurar que esperaba en cualquier momento que entrara otra persona a recibirnos, o a decir que todo era una broma, o que en efecto mi imaginación se volviera de pronto demasiado vívida al punto de ver cosas por las que seguro un coleccionista mataría sin remordimiento. ¡Demonios! ¡Ni siquiera me gustan las pistolas y quisiera tener una de las que están en los estantes!

Con respecto a la chica, no cabía duda por extraño que pareciera, de que era ella la jefa de todo esto. No será por aspecto, ni la vestimenta, o un cartel que diga con letras iluminadas su puesto, ya era suficiente con su modo de hablar para reconocer que es la superiora. Ya no se que criterios esté buscando o si en el mejor de los casos sirvo de algo en todo este asunto, aun así sigo la indicación de tomar asiento y esperar a las preguntas… Que ahora que lo pienso, ¿Qué se supone que conteste? No se que tanto pueda engañar a esta persona, ni se cuanto aprecio puede tener ella por alguien que no tiene nada de experiencia laboral, al menos que yo recuerde… Y eso cuenta, supongo.

- Bueno… Busco empleo porque quiero trabajar… Es decir, debería trabajar, y estoy dispuesto a eso. No sé en que soy de verdad bueno, pero puedo aprender rápido. – Bueno, ahí sí estoy mintiendo, pero me muestro calmado, igual como si hablara sobre cualquier cosa, sin mostrar nada de inseguridad. No es que busque engañar a la… “Doña”, no es que estoy desesperado tampoco al punto de suplicar por el trabajo, sin embargo quiero creer que la introducción y recibimiento son señales de que aquí, quien quiere, puede. – Para lo que soy bueno… Soy bueno para levantar cosas, ya podrá ver que si el cargamento es muy pesado tengo algo de ayuda. - Me reclino un poco en la silla y levanto un poco mi brazo izquierdo al nivel de mi cara, flexiono los dedos libremente para demostrar control… Y creo que hacer eso me hace ver como si en vez de cerebro tengo son insectos. Bah, ya que, no vale la pena ocultar que soy alguien básico.

- No he probado suerte nunca con los juegos de azar, le soy honesto, no tengo esos hábitos y no con esto quiero decir que tenga algo en contra de la gente que le guste las apuestas, tan solo digo que si en algo sería malo hablando de este lugar, debe ser que no se jugar a nada de lo que seguro está en las mesas... ¡Pero ya le dije, puedo aprender! – Si no muestro algo de interés aunque sea por esa parte, lo más seguro es que termine siendo enviado por la puerta por donde entre. Vamos, digo que no me afectaría, y no por eso digo que estoy dispuesto a arruinar una oportunidad de empleo. Una forma de fortalecerme será esta también…

Una forma honesta de empezar de verdad a vivir.
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Mensaje por Rhiannon Sáb Mayo 02, 2015 4:16 pm

No podría definir de otro modo al momento, mas que uno de tensión. Luego de semejante escándalo que se había armado por la casi muerte que hallo en los pies grandes y planos de un hombre obesamente mórbido –si dejaba volar su imaginación, podría asegurar que sus pies estaban así por todo el peso que tenían que cargar-. Posteriormente haber sido rescatada por un morocho enorme, y luego de eso por una conejita. Si tuviera que apostar, debería decirlo sin ninguna vuelta: Hoy no era su día.

-Ah… Espero que esto no sea tan terrible como lo anterior…- Pensó un poco apesumbrada, mientras los pasillos se volvían de un modo u otro casi infinitos para sus pequeños pies. Cada tanto su mirada se desviaba hacia la conejita y automáticamente la tiraba para otro lado –porque la chica era alta, mas los tacones que usaba, los ojos de Rhiannon parecían mirarle directamente su trasero y no era así-. Cuando eso sucedía, prefería mirar hacia su costado, y nuevamente pasaba con el muchacho a su lado, porque parecía que estaba mirando… Cierta cosa que no quisiera ver nunca. De ese modo simplemente miraba hacia el costado que le quedaba libre y casi como si fuera un juego iba contando las puertas que iban pasando hasta que sin querer choco con el trasero de la conejita. Ellos habían parado y en su distracción siguió caminando.

-¡Ah, ah, perdón perdón!- Dijo muy apenada, con sus mejillas rojas y con la sensación aun de ese pompón de conejo rosándole su nariz. Dio unos pasos hacia atrás, con la mirada un poco divertida de la muchacha exuberante riéndose a costas suya, y hablándole a lo que parecía ser la máxima eminencia de ese lugar. Rhiannon se sujeto de los bordes de su falda con nerviosismo, pues obviamente no sabia que esperar. Estaba muy nerviosa, pues si debía ser sincera, era el primer empleo que conseguiría… Si es que llenaba las expectativas de quien fuera que estuviera ahí.

Una puerta se abrió y lo mas cercano que podría comparar a esa sensación, fue la visión de cómo se abrían la puerta del despacho de su padre dentro del castillo de la logia. El ambiente era pesado, y una extraña aura emanaba dentro de la habitación, algo que te absorbía por completo o te acobardaba totalmente según quien se tratara. Podría compararlo con algo así, pero definitivamente mucho peor. De ser por ella, habría esperado que alguien la sujetara de su mano y la hiciera pasar, pero solo fue la inercia de finalmente entrar con los demás. Y cuando lo hizo, sus ojitos no sabían exactamente hacia donde mirar como habia pasado hace rato. Los estantes le llamaban la atención de una manera brutal, porque si bien no le gustaban las armas, no necesitaba ser una fanatica para darse cuenta que las que ahí estaban sin duda eran especiales de un modo u otro. Y por supuesto, lo mas importante seguramente en esa habitación era la mujer que estaba sentada frente a un amplio escritorio.  

-Su mirada es muy penetrante…-
Pensó, mientras sus dedos comenzaban a perder circulación por la fuerza con la que sujetaba el ruedo de su falda. Se quita rápidamente su sombrero, pus considera que a lo mejor alguien podría tomarlo como mala educación, y procede a sentarse en uno de los sillones que estaba a disposición de posibles “visitas”. Un sillón que casi la hace perder entre la enormidad que era.

Casi muda por los nervios, es con su mirada que apura primero al muchacho a hablar. El chico definitivamente no estaba mejor que ella en cuanto a experiencia, y si tuviera que prejuzgarlo rápido, quizás estaba en una situación un tanto más complicada que ella en ese instante. Al menos tenia donde dormir y un jardín con una pequeña plantación de lechugas, que racionándolas, podrías alcanzar para una semana más de ensalada verde Y …. ¡LLEGO SU TURNO DE HABLAR! Su boca quedo abierta por unos segundos, balbuceando nada, hasta que finalmente su voz salió.

-Ah… Bueno… Yo… Yo estoy buscando empleo porque… Me he quedado sola… Y, venia rebuscándomelas con cosas que pudiera hacer con magia…. Pero en Kil´Daggoth todos saben usarla y aquí… Todos usan tornillos…. Bueno, puedo hacer pociones de muchos tipos… Y podría trasladar cosas con magia también… O podría hacer cosas sin magia…- Intento explicar, sin poder ocultar su nerviosismo. Aun así, apelando a su arma definitiva, que era mirar por lo bajo con ojitos cristalinos que conquistaban hasta el corazón más duro. Claro, esperaba que en esa mujer quedara un poco de sangre en sus venas para que pudiera funcionar.
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Mensaje por Phyrexis Irons Miér Mayo 20, 2015 7:39 pm

Phyrexis es una persona de recursos e inversiones, no aceptará nada que pueda suponer un malgasto o pérdida de tiempo, porque está convencida que lo mas valioso que se tiene en la vida, es el tiempo. Entrevistar a dos candidatos que no puedan suponer ninguna ganancia es algo que considera un desperdicio, porque podría estar empleando su atención en llevar las cuentas de su casino y de todo el reino entero, sin depender de alguna máquina que lo haga por ella; no puede confiarle el dinero a nadie o a nada, ni siquiera a sus allegados mas cercanos a los que prefiere confiarles otras cosas que para ella son mas valiosas. En esta ocasión, debe probar que tan bien se desenvuelven dos criaturas bastante dispares entre sí, con evidentes cualidades que los hacen diferentes en proporciones abismales, por una parte teniendo a una inocente niñita de cabellos que le recuerdan a un durazno de Nara, con el atuendo perfecto para usar en una fiesta de disfraces, cuando el otro ser es un negro de tamaño considerable y que parece algo corto de inteligencia, por tanto, fácil de manipular.

- Uhum… Así que en pocas palabras ninguno de los dos sabe en que se han metido, pero creen que yo tengo un buen corazón y no los voy a echar de mi oficina, o eso me dan a entender… - Phyrexis empieza a morder un bolígrafo laser con una expresión que no se puede analizar del todo. Los mira con naturalidad, balanceándose en su silla de atrás hacia adelante sin parar de analizar a los dos pequeñuelos que ni siquiera han traído ninguna documentación para hacer la situación un poco mas formal. De hecho, eso mismo le da una idea para evaluar la capacidad de respuesta y determinación que pueden tener, bien puede servirle mucho conocer lo rápido que puedan elaborar una mentira, que encima, sea convincente… Al menos por parte del moreno, porque la nena logra comprarla con esos ojitos de cordero que le está haciendo, delatándose como primeriza pero con bastante malicia para conocer los recursos que tiene; la ternura es uno de ellos.

- A ver, ¿Cómo se presentan aquí sin ningún papel que hable un poco de ustedes? Carta de recomendación por parte de conocidos, curriculum vitae, identificación, al menos un certificado de haber estudiado en alguna parte para saber si saben leer y escribir. Necesito saber esas cosas para saber cuánto voy a pagarles en caso que los deje estar en mi casino. – El prospecto de desesperarlos un poco la hace sonreír, aun mascando ese bolígrafo sin demasiada fuerza, no le gustaría que esa cosa explotará por aplastarla con su boca. Incluso, tiene otra buena idea ahora que piensa en cómo torturar un poco mas a estos niños con un poco mas de maldad que raya en la picardía, o la picardía que raya en la maldad. Puede divertirse un tanto mas con ellos, depende de que tanto puedan querer trabajar con ella.

- En fin… Puedo perdonarles la falta de documentación, a cambio deberán presentar una prueba de admisión que me ayude a tomar una decisión. Si logran pasar, prometo pagarles con un buen salario, beneficios, comodidades y el montón de palabrerío que se suele decir para hacer feliz a los trabajadores. Créanme, mejor empleo no conseguirán que este, me aseguré de que así sea. – Phyrexis apoya los codos sobre el escritorio mirando con expectativa a los dos, turnando progresivamente la vista de un lado a otro. Algo bueno sacará de ese momento, ya sea risas o la satisfacción de ordenarle a alguien, con el bono de tener dos nuevos empleados que se ven prometedores por partes diferentes. Alguien fuerte tiene sus ventajas y una niña tierna es una gallina de huevos de oro en potencia, solo hay que encaminar a ambos de forma que sean prácticos y útiles en lo que pueden hacer. Al principio les preguntó que sabían, porque tan solo quería escuchar que le decían; en realidad Phyrexis es quien decide quien hace algo y quien no.
Phyrexis Irons
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