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Asuntos de familia (Y sus invitados)

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Allan Nicholas
Credens Justitiam
Al-Hazred
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Mensaje por Allan Nicholas Miér Sep 10, 2014 4:10 pm

Continuación de:

Las ventajas de haber nacido en Kil'Daggoth desde el punto de vista aventurero de Allan es que siempre encontrará emoción si la busca bien, con la ayuda que pueda recibir luego de su familia si es que se mete en problemas como ese en donde se encuentra por pretender ser un héroe delante de unos desconocidos al tiempo que aprovecha de molestar a la hija de una de las familias de mayor antigüedad de la región. Por la hora que indica la oscuridad de la noche, debe ser cercana la madrugada, seguro está de que su presencia y la de todo el escándalo que se forma en las calles, la presencia de niños y espectros, serán suficientes para arruinarle el momento que debe estar teniendo su Padre.

Allan amortigua la caída de la bruja y aprovecha de abrazar su cuerpo y catar su aroma disimulando un suspiro de sorpresa, con suerte se siente por ello al memorizar ese perfume natural, sin perder nada de tiempo al levantarse y mirar en dirección a su casa. - ¡Es allá! Con suficiente suerte el ruido llamará la atención y nos proporcionarán apoyo. - El heredero no espera la ayuda de quienes han sufrido por ventanas rotas, sino porque el escandalo será lo que llame la atención de su hermana, aparte de que la sirvienta alertará a todos en casa para que se preparen. - ¡Bajen la cabeza! Mi Madre y mi hermana necesitarán una vista despejada. ¡Ariel, fuera la barrera! - Dando el ejemplo se acuesta bocabajo sobre la alfombra y se toma el atrevimiento de tomar a Rhiannon y cubrirla con su capa luego de hacerla cubrirse en la alfombra.

- Juguemos a algo niños. ¡Quien no se agache, pierde la cabeza! - No estaba bromeando ni nada por el estilo, en seguida los disparos desde el tejado de la mansión de los Hazred empezaron a volar sobre ellos y a los lados de la alfombra para destrozar las manos que debajo de ellos se formaban. Confía plenamente en la puntería de las mujeres de su familia, no por eso es excusa para exponerse a ser víctima de un monstruoso accidente.

No es propio de él quedarse sin hacer nada, por lo que espera a que las ráfagas de disparos defensivos se disipen en lo que serían los periodos de cambio de munición, para rodar a un costado de la alfombra y dejarse caer ahora con el suelo ya más despejado. Aterriza con el apoyo de su pie izquierdo y ambas manos, listo para correr a la puerta ya abierta de su casa gracias a la sirvienta. - ¡Mita, traje invitados! ¡Prepara te, limonada, café y galletas! ¡Por favor y gracias por ser tan linda! - Sin entrar aun a casa, debe todavía despejar la zona para bajar a toda la mini-legión de niños que llevan en la alfombra. Armándose con una de sus lanzas siniestras, arroja la misma en dirección a los espectros que por lo visto no desisten del todo. - ¡Rápido, entren todos! ¡Las balas no son infinitas! - Pero si que hacen parecer que lo son. Allan entonces se aleja un poco para mirar al tejado, y agitar uno de sus brazos a su hermana y Madre, lanzando un beso con su mano en dirección a ellas.

- Bienvenidas y bienvenidos a mi humilde morada. - El joven hace una respectiva reverencia luego de ceder paso a su casa, una invitación como es debida. La verdad es que Allan nunca habia visto tantos niños juntos antes si era de verdad honesto, y menos todavía dentro de su casa. No hubiese ofrecido la morada de su familia de no ser porque sus intenciones eran ligadas a una travesura, ya luego tendrá que confrontar a su Padre por ello mientras espera que su Madre sea en quien apoyarse apelando a la bondad de su corazón.

- Eres muy ruidoso... - La vocecita somnolienta de la doncella mas joven lo hace girar en dirección a la puerta. Aun en ropa de dormir y masajeándose los ojos, Mary Hazred sale sin zapatos de la casa y baja las escaleras de la entrada para recibir al hermano con un abrazo, que parece mas un deseo de apoyarse en Él para no caerse del sueño. - Tía Katsu está enojada porque la despertaste con tu llegada. Dice que te va a colgar del--

- Pequeña, ya esta bien, ya te entiendo. - Allan la ha abrazado antes de que termine su frase que seguramente ha sido algo vulgar, y que prefiere no tener que ocultar luego con una risa nerviosa. El heredero mima los cabellos de la artista y la resguarda entre sus brazos con una sonrisa. - Les presentaría a Mary Hazred de forma adecuada si no es porque le cuesta mantener los ojos abiertos. Ya mañana se presentará sola... - Dando una disculpa improvisada a los pocos presentes, deja escapar otro suspiro antes de caminar al interior de la mansión casi sosteniendo en brazos a su hermana pequeña.

- Dadas las circunstancias... Les presentaré a mi familia. El inconveniente será que no podremos relajarnos demasiado, seguro esas cosas van a querer entrar. - Declara luego que Mita cerrara ambas puertas, y desde afuera se escucharán los lamentos de aquellos que no aceptan estar muertos.

Allan Nicholas
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Mensaje por Katsuko Sáb Sep 13, 2014 11:14 pm

Había vuelto al fin a su… ¿Casa? Después de una expedición de la cual quería olvidarse por lo pesada que había sido, consideraba que se merecía un muy buen descanso. Había como un animal, y tras haberse dado una ducha caliente al punto de mojarse con agua hervida, creía que sus músculos estaban al fin encontrando un poco de relax.  Saldría del baño moviendo un poco sus articulaciones la cual reventaban al acto por la contractura que tenia encima.  Su destino final luego era su cama, donde al menos iba a estar seguramente doce horas de corrido si no era un poco más. –Al fin un descanso…- Diría mientras se tiraba a la cama y hundía entre las colchas propias de una familia que tiene un alto nivel adquisitivo. Si que la había hecho bien Katsuko al hacer un contrato con el loco ciego… O algo así.

Y aunque la pelirroja se había ido a dormir temprano,  no fue impedimento para que pudiera a comenzar a soñar un poco, pues aunque estaba muy cansada, también había comido demasiado. Los ronquidos de la muchacha poco delicada se podían escuchar para cualquiera que pasare por cerca de su umbral, mientras se destapaba con sus piernas y brazos en la cama, desparramando en posiciones que podrían calificarse de cualquier modo, menos cómodas o femeninas. Estaría soñando con un escenario bastante horrible, donde debía intentar llegar a la mansión Hazred sin llamar demasiado la atención, cosa que le era imposible porque estaba llena de sangre. ¿Por que? No lo recordaría en la mañana, y era probable que tampoco lo hubiera soñado. Mas todo se volvía increíblemente extraño al tiempo que de repente todas las ventanas se rompían alrededor, asustándola un poco al considerar que algún vidrio la podría lastimar. Aunque todo terminaría, o eso creyo, cuando de manera fortuita la ama de llaves abrió la puerta, golpeándola con sus nudillos con fuerza.

-Carajo Mita, que pasa…-
Pregunto, mientras se sentaba en la cama con sus cabellos todos desordenados y con lo que parecía ser una terrible migraña por despertarse tan de repente. Mas solo hizo falta unas palabras para que finalmente refunfuñara rabiosa mientras se levantaba de la cama y buscaba su arma que para su practicidad, siempre la dejaba a un metro de distancia de donde estuviera. Descalza, y parcialmente vestida –lo suficiente como para que no se le vea nada ni aun moviéndose demasiado- salió de su habitación mientras maldecía a todas las entidades del caos y amenazaba con darle horrible destino al único hijo varón de la familia, a pesar de que debía cuidarlo.

-¡Allan, te voy a arrancar el cuero de los pies, asi la próxima vez asi no salgas de la casa en una temporada!- Grito algo histérica mientras abria una ventana de una habitación y saltaba hacia el patio delantero, contemplando como entre la oscuridad los disparos brillaban como saetas de fuego en el aire. Corrió rápido, viendo como un montón de niños entraban a la casa, mas las cosas no parecían de algún modo calmarse solo por estar en un refugio. Seguro lo que sea que causo el revuelvo, los iba a seguir y no iban a considerar demasiado el derecho de la propiedad privada. Vería un muchacho que corría presuroso hacia la entrada, pero le faltaba una buena distancia. Supuso que era amigo del niñato rubio, así que debería ayudarlo por mucho que le molestara salirse un poco más de la propiedad. -¡Vamos muchacho, corre que para algo tienes piernas!- Advirtió, mientras que con un giro de su lanza, esta se extendía a una distancia considerable y golpeaba a lo que parecía ser un cumulo de entidades extrañas. Las había tirado al  piso, mas no estaba muy segura de que las había inutilizado del todo. Se sintió extraña cuando su arma toco a las capuchas negras, por lo que ni bien hizo paso el muchacho a la casa, ella volvió sobre sus pasos.

No era realmente buena combatiente de fantasmas o cosas así, pero el ciego seguro podría hacer algo con eso.
Katsuko
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Mensaje por Al-Hazred Dom Sep 14, 2014 4:37 pm

De los mayores privilegios que la existencia misma me ha concedido posterior a mi incansable búsqueda de los elementos del caos, el encuentro del amor es la que define la cumbre de mis hallazgos, mi verdadera felicidad, mi absoluta libertad. Oh, ambrosía divina, que supone el gusto de estar al lado de la Dama Dorada, madre tres veces y que por siempre he aguardado desde la fundación de nuestro reino, pues ninguna otra mujer me ha hecho estar completo tanto en cuerpo como en alma, por lo que consolidar la intimidad con ella se vuelve un acto que se cumple con el mayor de los deseos, la intención de amarla en cada oportunidad habida para que no olvide ni sienta que su vida no es nada valiosa, cuando en realidad es ahora que la está viviendo. Bajo el manto del silencio y la privacidad, en la oscuridad verdadera al no haber ninguna iluminación cercana al lecho que compartimos, donde se puede decir que ambos somos ciegos y debemos confiar en los otros sentidos para reconocernos, es donde ocurre la verdadera forma de magia, la expresión de la vertiente de aquellos que se anhelan... Y cerca estuvimos de consolidar una parte del amor. Más no fue posible, luego de escuchar el llamado mental de la mucama...

- Al-Hazred, se que estas ocupado con la señora, pero el señorito viene en camino siendo perseguido junto con un montón de niños. Va a necesitar ayuda familiar, y usted señora va a necesitar caminar bien.

Interpretar las ocurrencias de la mucama suele ser tedioso en ocasiones, cuando son solo eso. En ocasiones como la familia ella no suele comunicarse para pronunciar falsas alarmas, verdadera debe ser su alerta respecto a aquel que ella llama con cariño señorito, no pudiendo ser otro sino mi único hijo varón. Lo primero que pude acertar a sentir con respecto a la situación, no ha sido ni desesperación ni mucho menos miedo... Sino irritación. Encontrarme en la obligación de separarme de mi Dama, a causa de las aventuras de mi adorado discípulo, me causa una molestia propia del enojo paterno nacido del hecho de tomar responsabilidad por los actos de los descendientes. Ah, calamidad, que sea precisa esta interrupción cuando nos encontramos disfrutando de la intimidad, del encuentro propio que sostienen los unidos en matrimonio. Costoso es separarse de la piel de mi amada, de alejarme de su cuerpo y de añadir velocidad a mis acciones a la hora de vestirme con mis atuendos comunes.

- Ah, desastres. ¡¿En que asuntos se habrá involucrado nuestro Allan?!

No me permito salir de esta habitación con las ropas propias para reposar, sin importar que yo no sea capaz de caer en el letargo del sueño, más es una decencia que me gusta tener para poder acunar en mis brazos a la Dama hermosa que si debe dormir. Con un simple conjuro puedo ajustar mi indumentaria habitual con la prisa que requiero, en cuestión de segundos ya estoy listo con la elegancia y el porte que debe definirme al ser el líder de este círculo familiar, y me pongo en marcha en dirección opuesta a mi adorada, no sin antes tomarla de la cintura y depositar un beso corto a sus labios. - Que tu puntería sea certera, amada. Demuestra con ejemplo tu mérito como comisaria. - Tomando así rumbo hacia la entrada de nuestra mansión mientras Credens se dirige a la azotea con nuestra hija mayor. Camino por los pasillos interminables de esta propiedad acompañado de la idea de reprender al pequeño por lo importuno que es a la hora de adjudicarnos problemas.

- Ha sido noche de mala suerte, amo. Tanto para ti como para mi. - Durante mi paso apresurado alguien se suma como compañera. Otra de las féminas que predominan en la casa, y tiene la postura de Familia Mágico con la forma de una felina de color blanco según la palabra de todos. Una voz que se definiría como infantil, cercana a la adolescencia, seguida y precedida por el sonido de un cascabel que tiene colgando de su cuello. - Los estuve viendo un poco desde la oscuridad. La primera mitad estuvo deliciosa, pero...

- Bianca, ¿Es necesario un castigo como correctivo a tu conducta? No debes espiarnos, por muy grande que sea tu perversión. - No me encuentro de humor para lidiar con la personalidad de una felina arrogante, mucha ha sido mi generosidad al responder a sus palabras y no darle a entender que prefiero ignorarle. Ella, como buena actriz y acróbata, realiza con agilidad una serie de movimientos que implican saltar a la pared y usarla como apoyo para impulsarse hasta mi hombro, riendo al saber que ha logrado enfadarme todavía más. - No te enojes amo, no será la última oportunidad que tendrás de compartir con tu esposa, es tolerante con tus caprichos. - Pareció detener sus burlas en ese punto luego de usar una de sus patas delanteras a manera de caricia sobre mis cabellos, antes de que ambos recorriéramos escaleras abajo hasta caminar por todo el gran vestíbulo hasta la entrada. En ocasiones como esta, soy consciente de lo grande e intrincada que es esta mansión. Mi llegada pudo haber sido menos complicada, de no ser por la cantidad anormal de presencias y auras que avanzaban al interior de mi propia casa. ¡AH, AGOBIO! ¡¿DESDE CUANDO SE HAN TOMADO LA ATRIBUCIÓN DE PISAR MI TERRITORIO CON TANTA IMPUNIDAD?!

- ¡¿Qué significa esto, Allan?! ¡Tú conducta supone una afrenta al respeto y paz de tu propia familia! - No me contengo de imponer mi descontento al momento de llegar a la entrada y de hacer responsable del mismo a mi heredero y mi orgullo. Del mismo modo, no puedo evitar que la felicidad me embargue y el alivio se encargue de hacerme olvidar parcialmente mi enojo. Gustoso estoy que se encuentre bien, mis manos encuentran los hombros de mi pequeño, con un tono menos desesperado. - ¿Te encuentras ileso? ¿Has caído en contacto con la nefasta muerte? - Debido a la situación no me permito abrazarle y ocultarlo bajo mi capa, prefiero darle interés al asunto que trae entre manos, casi ignorando a los demás presentes que son manejados por la guardiana de la casa.

- Son la hija de Azazel Buttercraft y otras dos personas que no conozco, amo. El chico está para comérselo, la otra niña también es linda. - Bianca se encarga de darme una breve descripción de los presentes, añadiendo gotas a un vaso ya desbordado con la mención del apellido Buttercraft...

- ¡ALLAN! ¡ESPERO TU ARGUMENTO SEA DE PESO CONSIDERABLE PARA JUSTIFICAR A ARIEL BUTTERCRAFT EN NUESTRA PROPIEDAD! - De la sorpresa producida por mi expresión de furia, Bianca salta de mi hombro, aparte de notar a mi pequeña artista plástica saltar de impresión en los brazos de Allan, suficiente para que se despierte por completo. Podría quedarme reprimiendo a mi alumno mientras la guardiana se hace cargo de todo, de no ser porque no deseo dar una mala impresión a estos particulares invitados. No me importan los niños, pero si la presencia de una cría con el apellido de Azazel. - Antes deseo que alguien me relate la naturaleza de sus persecutores.

Armado con el Grimorio Al-Azif, es hora de que suba el telón a mi llegada, dejando caer los apéndices de los siervos del caos sobre los esbirros de la muerte.

Los señores de la vida destrozaran a los esclavos del fallecimiento.
Al-Hazred
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Mensaje por Credens Justitiam Dom Sep 14, 2014 11:27 pm

Normalmente se iba a acostar temprano luego de haber preparado la cena para su adorada familia. Debía asegurarse que todos sus hijos, aun los mayores, cenaran bien y luego acompañar a su niña más pequeña a la cama para contarle alguna historia y arroparla para dormir. Era ritual en el cual después de terminarlo, se dirigía a la habitación que compartía con su esposo y lo ayudaba a cambiarse sus ropas por otras mas cómodas para la cama. Ella es consciente de que él es incapaz de dormir como la mayoría, y del único modo en que encontraría descanso, es si quedara inconsciente por algún trauma. Por suerte, no es necesario llegar a esos extremos y por lo general su amado suele quedarse quieto durante toda la noche mientras ella descansa. O al  menos la mayoría de las noches.  Esa noche por ejemplo, al menos alcanzo a dormir un poco, hasta el momento en donde despertada por una posición incómoda, no término de acomodarse nuevamente cuando los brazos de su villano con el que comparte lecho la atraparon y la sometieron al deseo de su amor incontrolable. Y como aun se encontraba algo cansada y considera que una buena esposa debe complacer a su marido, no opuso resistencia alguna en ese momento. Es por eso que no se encontraría dormida cuando llego el aviso de alerta, de la horrible posibilidad de que alguno de sus hijos estuviera en peligro. En ese mismo instante la joven rubia decide cortar con firmeza cualquier momento romántico que pudiera estar teniendo con su esposo, mientras rápidamente se dirige al baño a buscar algo de ropa que colocarse.

-Sea lo que sea, no seas rudo con el amado. Recuerda que es muy pequeño aun…- Dictamina al salir del baño y acomodarse muy superficialmente el primer vestido que ha encontrado a su alcance. Sorprendida es entonces por el arrebatado abrazo de su adorado, dedicándole unas palabras las cuales sella con un beso. No puede permitirse entonces el fallar de ser así, por lo que ha de demostrar que Credens Justitiam por razones llego tan alto a su puesto en las milicias de la terrorífica Kil´Daggoth.  Abriendo una ventanal, se asegura de que el viento no esté realmente en su contra para pararse sobre la cornisa cuando empleando uno de sus lazos dorados, logra escalar a una terraza de su hogar. Claro, podría usar un método mas cómodo como lo era el caminar por los pasillos hasta la escalera y llegar, pero carecía de tiempo, y el mismo apremia cuando la integridad de su único hijo varón esta n riesgo.

- Mami, tardaste un poco en salir para la selección de ropa que tienes. ¿Estabas en una posición complicada?- Pregunta su hija mayor que ya se entraba en el lugar, cargando dos pistolas con las que suele defenderse, y bastante bien si puede decir. Su sonrisa es bastante suave y su cabello recogido en una trenza ondea suavemente con la brisa nocturna, mientras contempla relajada el horizonte de donde viene el escándalo. –Ellen, no empieces.- Dictamina con dureza que no suele caracterizarla, mientras materializa unos mosquetes a su costado, y observa con un poco de dificultad que es lo que persigue a su hijo exactamente. Sombras negras que cuestan diferenciarlas con la poca iluminación de las calles, además de la presencia de una … ¿Alfombra voladora?  Que va llevando a un montón de niños sobre ella. Por supuesto, al notar eso su presión aumenta considerablemente, por lo que se vuelve una premisa completamente inexorable que no deba fallar ningún tiro. No quiere que su hijo salga lastimado, como así también se va a negar rotundamente a la posibilidad de que lastime a un niño, cosa que son su punto débil.

-Por favor Ellen, procura no disparar si crees que pueden dañar a Allan o alguno de los niños que lleva consigo.- Pidió mientras acomodaba su primer mosquete debajo de su brazo y apuntaba a las sombras que parecían atacarlos con alevosía. –No te preocupes mamá, aprendí de la mejor.- Diría su hija mientras le guiña un ojo con confianza, y tras una sonrisa cómplice entre ambas, comienzan ambas a dar tiros que neutralizan a los enemigos cercanos. Lastimosamente las balas que Ellen dispararía no eran tan efectivas como las de su madre, aunque quizás eso podría explicarse por la naturaleza de las balas de Credens que son de magia elemental de luz. Son pocos segundos, cuando finalmente logran ver entrar a la alfombra con su hijo y los niños en su hogar, al tiempo que la brava Katsuko sale a la calle armada únicamente con su lanza para dar más apoyo desde un flanco más directo. Visualiza el cómo su lanza se desplaza con un movimiento rápido, y como un muchacho mas adulto entra en la mansión rápidamente, seguido por su compañera de campañas.

-¿Un amigo de Allan…? Jamás lo había visto….- Murmura, mientras llama a su hija mayor a ingresar nuevamente en su hogar, pues no cree que sea demasiado seguro mantenerse en el exterior, pues desconoce totalmente a los enemigos que en realidad se enfrentan.

–Bueno, no me importaría tranquilizarlo si tiene miedo…- Diría la joven de manera risueña,  mientras ingresan nuevamente al hogar, tomando la precaución de cerrar bien las puertas, mientras se dirigen hacia el primer piso, donde seguramente yacen todos ahora. Sus pies corren presurosos, para finalmente hallar toda la entrada de su hogar, llena de pequeños que están asustados y llorosos. Credens, conmovida se acerca mientras espera explicaciones, alzando al niño que lucía mas asustado, arrullándolo entre sus brazos como si se tratara de su propio hijo. Lo contempla por unos segundos, secando sus lágrimas con sus dedos, mientras voltea a ver al resto con un sonrisa que pide por favor, todos se tranquilicen.  –Vaya… Es la señorita Ariel Buttercraft… Estas mucho más guapa desde la última vez que te vi.- Menciono, como si no hubiera un peligro latente. -¿Son todos amigos de Allan…?- Pregunto, mientras camina por el pasillo introduciéndose mas al hogar.- Por favor, vayamos a la sala de estar, estarán mas cómodos todos... – Pide, mientras un par de niños ahora se abrazan a sus piernas, buscando también la protección maternal que la rubia de ondulados cabellos proyecta de manera indudable.
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Mensaje por Laine Miér Sep 17, 2014 5:33 pm

Si alguien le hubiera dicho a Ariel Buttercraft que al final del día —o mejor dicho al comienzo de uno, siendo ya de madrugada— terminaría con Laine, una desconocida, un montón de niños raptados de diferentes lugares y el mismísimo heredero de los Hazred, Allan Nicholas como su guía y anfitrión en nada más y nada menos que la mismísima mansión de los Hazred, con toda la familia incluida en el paquete. Si algo le hubiese advertido que algo así pasaría esa noche que pretendía ser un tranquilo paseo nocturno se habría quedado durmiendo en su habitación pasando la rabieta, o hubiera obligado a Laine a dormir con ella y bien pasaran la noche hablando, dentro y a salvo en casa.

Pero que va, la rabieta le avivaba la temeridad y le restaba puntos al sentido común que tenían y no tenían los ciudadanos de Kil' daggoth. Todo el que allí viviera sabía como podían acabar esos paseos nocturnos. Claro, jamás se le pasó por la cabeza que las cosas se fueran tan de manos como para sentirse como una invasora en propiedad ajena, hasta ella diferenciaba el nivel de autoridad y situación en la que estaba pese a que a Allan le pareciera de lo más normal. Era incómodo.

Ariel como la mayoría de los herederos de familias nobles e importantes era fuerte, o estaba obligada a demostrar que lo era. Lo único que se le podía notar bajo la expresión resuelta y dedicada mientras quitaba el campo de fuerza y ayudaba a algunos niños a levantarse, mirar que no estuvieran golpeados o cargar a uno de los chiquitines que necesitaba mucho de seguir durmiendo; era Laine. No lo había visto desde que saltó de la alfombra y le intranquilizaba cada segundo que le tenía perdido de vista. Su preocupación no era porque se tratara del experimento de su madre, le caía bien y guardaba aprecio para el poco tiempo que tenían conociéndose. Le estresaba y aterraba la idea de que pudiera pasarle algo, sobretodo cuando hacía tan poco tiempo había sufrido la pérdida de alguien querido.

Tomó la muñeca de Rhiannon con suavidad y miró que no estuviese herida o con magulladuras por la caída, le sonrió levemente y ordenó a su alfombra mágica que volviera a su diminuto bolso mágico, ignorando de forma tan olímpica el grito y exclamación de Al-Hazred que su madre estaría orgullosa de mantenerse tan firme en territorio considerado enemigo. La joven de cabellos dorados y ojos carmesíes, tan parecida físicamente a su madre, se giró hacia los verdaderos dueños de la mansión con gesto tranquilo pero alerta, manteniendo algunos de los pequeñitos con ella.

Antes de que pudiera abrir la boca y referirse por sí misma a la esposa del embajador, sintió que alguien conocido tomaba su mano. Laine acababa de cruzar la frontera del castillo, un poco agitado y con algunas ramitas y hojas en el cabello, pero en buen estado. Ariel no pudo evitar sonreír más tranquila.

¿Estás bien?, parecías un poco tensa. Ya te has relajado., comentó el strigoi esbozando una sonrisa ladina, usando el enlace mental que compartían en ocasiones.

Tú tienes cara de haber besado un árbol, Ariel se tragó la risita boba y nerviosa, dio un rápido vistazo y se cercioró de que su amigo estaba bien. Pensé que por un momento nos habrías perdido la pista o te habían retrasado.

Solo por poco, vinieron muchos de golpe. Por suerte apareció una mujer, la de cabello rojo, creo que su nombre es Katsuko, Laine miró a la dama de la lanza unos segundos, después la regresó hacia otra de las mujeres reunidas, la que parecía atraer a algunos niños, fuera por una inexplicable aura maternal o porque algunos estuvieran presentando síntomas de histeria por los niveles violentos durante la noche anudada con la falta de sueño. Lo que fuera, esperaba que fuera suficiente su palabra para que terminaran refugiándose allí. Si lo que leía y entendía de la situación era correcto, ella era la madre de Allan.

Me parece bien, señora Hazred —Laine miró al resto de los niños y se agachó a un nivel que la mayoría pudiese verle sin problemas— pequeños, vamos a seguirles, estaremos a salvo aquí, ¿si?

Ariel sonrió de lado e instó con un gesto suave a los pequeños que les siguieran, caminaron guiados por sus anfitriones hasta el salón de la casa, tal como la señora dispuso. Laine aconsejó de momento a Ariel el que permanecieran en perfil bajo hasta que entraran explicando sus partes de la historia, sin añadir que si algo salia un poco mal estaría para apoyarla o intervenir por ella si era necesario. No es que pudiera hacer mucho, ya que en la casa Buttercraft podía pasar por un sirviente, sin embargo no permitiría que le hicieran pasar por algo desagradable, sin importar que problema tendría Azazel con los Hazred, o mas específicamente con el cabeza de familia.
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Mensaje por Rhiannon Dom Sep 21, 2014 1:17 am

Quizás no había sido buena idea causar más desastre del que ya había en esa noche, pero el punto de retorno ya paso hacia como cinco casas atrás, antes de que finalmente pudiera entrar a la mansión en la que vivía Allan. Podría considerar dos cosas en ese punto: Que los que no se dignaron a ayudarlos bien merecían gastar dinero para reponer esos vidrios –y que a un módico precio podría hacerlo ella si es que no había vidrieros de confianza- y la segunda pero no menos importante, quizás la mas importante…. ¡QUE MANSIÓN TENIA ALAN!. O mejor dicho sus padres. Era por mucho, mucho mas grande que su casa –ósea, la verdadera, no la cosa improvisada que hizo en un callejón-.  Aunque debía dar merito que en su casa también existía un hechizo de dimensiones, pues sus padres decían que no había necesidad de comprar mas terrenos que los que necesitarían.

Fue un poco extraño –como todo lo era esa noche- que una pelirroja con mirada rabiosa saliera de la casa vestida como alguien que apenas alcanzo a ponerse algo luego de la ducha. No obstante, estaría  concentrada con Ariel en ayudar a bajar los pequeños niños de la alfombra mientras los hacía entrar al lugar, con el cuidado de no empujarlos pero si mantenerlos juntos como si fuera un pequeño rebaño. No era realmente conocedora de los niños, puesto que era la mas joven de toda su familia, pero al menos hacia el intento. No le molestaría que algunos de los niños se cuelguen de su falda, mientras no la tiren abajo. Además, seguro ellos estaban tan asustados como ella hace un momento. O si tenían suerte, estaban tan dormidos que seguro creían que esto era un sueño loco…

Loco como el sujeto que apareció de repente. Grito tan fuerte que por un momento hubiera querido que su papá estuviera ahí para decirle lo malo que fue. Más allá si Allan había hecho algo “malo”, había visitas, y no debería dar tan mal aspecto. Se sobresalto, pero fue un alivio al ver que era Ariel que sostenía su mano, mientras le sonreía suavemente, como si no estuvieran en ese momento en una situación incómoda. Rhiannon no sabía bien como actuar, mas que nada porque el sujeto que aparentemente era el padre de Allan ya le había intimidad con su actuar. Prefirió optar por el silencio, mientras daba unos pasos hacia atrás, quedando tras el hombro de Ariel que a diferencia de ella, permanecía dura como una piedra. Ya lo conocía sin duda, no por nada el sujeto de capa negra vocifero su nombre como si se tratara de una plaga horrenda. Rhiannon frunció sus labios un poco, mientras abrazaba un brazo de Ariel como si quisiera hacerla hacia atrás. No era valiente, pero sin duda era tonta, y sin duda se pondría delante si es que ese sujeto quería enloquecerse aun más.

Gracioso, o irónico fue como aparecía luego una mujer que era totalmente diferente a el padre de Allan. Lucia muy joven, y su rostro tenia tatuado una expresión relajada que solo logro crear silencio, mientras alzaba a uno de los pequeños mas llorones, a la vez que otros la abrazaban de sus piernas. Halago a Ariel, como si fuera una tía que hace mucho no la veía, y luego los invito a sentarse en otra habitación. Laine aparecía de repente como si fuera un fantasma. -¡L-Laine! ¡Ah! ¡Que bueno verte bien!- Dijo, tratando de destrabar un poco su lengua que había sido comida por un gato con la brusca recibida de la cabeza de la casa.

Caminaron un poco, y pronto llegaron a un lugar donde aparentemente podían ponerse cómodos. Siguiendo su decisión inicial, no se separo ni de Ariel ni de Laine, quedándose junto a ellos puesto que sinceramente, a pesar de toda la amabilidad de Allan, no terminaba de confiar en él. Se sentó n un sillón grande, mientras suspiraba y acariciaba la cabeza de un niño de no más de dos años que prefirió seguirla a ella antes que acomodarse con el resto, que se acomodaban en el alfombrado del piso para dormir.

-¿Qué tan seguro es aquí…?- Murmuro a sus compañeros, mientras  rápidamente era sorprendida por una bandeja de plata llena de un recipiente con galletas y panes dulces, trozados o en porciones individuales. Rhiannon cruzo mirada con la muchacha que aparentemente era la ama de llaves o la niñera de ese lugar. La vio a los ojos, mientras una amplia sonrisa se dibujo en su cara, por primera vez relajada en lo que iba de la noche. -¡Gracias, la verdad que me moría de hambre!- Admitió con pesar, mientras agarraba un panecillo dulce lo suficientemente grande como para que estuviera callada al menos un minuto en lo que lo comía.
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Asuntos de familia (Y sus invitados) Empty Re: Asuntos de familia (Y sus invitados)

Mensaje por Allan Nicholas Mar Sep 23, 2014 11:06 pm

No es necesario ser un niño prodigio para conocer bien a un círculo familiar con el que convive a diario y puede predecir con la propiedad de decir que sabe bien que pueden hacer y qué no. Obvio que su madre y su hermana no lo dejarán morir, evidente que si lleva niños bastará para que toda falta que pudo haber cometido sea olvidada al menos por su madre, por supuesto que sus hermanas a lo sumo lo fastidiaran un poco por hacerlas despertar y el regaño de su tía es algo que se le pasará llevándola a comer lo que se le antoje, porque la ama de llaves y la gatita no le van a reclamar nada.

La mansión Hazred se puede considerar un castillo moderado, lo bastante espaciosa para un grupo de niños y todavía quedaría espacio para resguardar a tres invitados, ganando la posibilidad de construir nuevas amistades y de paso generando una deuda que quedará marcada en el apellido Buttercraft, enojar a Ariel en el proceso y buscar una excusa para llegar a Azazel y enterarse un poco de lo que hizo que Al-Hazred y ella se lleven tan mal. Las intenciones del chico no son malas, por el contrario le gustaría olvidarse de todo eso, no tiene interés de andar peleando con alguien que no le ha hecho nada.

Su Padre... Es otra historia. Al-Hazred será un embajador, pero para ser un político es alguien que claramente está más loco que la mayoría lo cual es decir bastante. Es notoria su falta de sanidad mental al momento en que sale por la puerta literalmente comparable con un demente y lo recibe a base de gritos que varían entre los regaños comunes de un progenitor, hasta las preguntas y acciones que lo definen como alguien que se ha preocupado por su hijo. Allan le sonríe buscando las palabras correctas para hablar con su maestro sin querer justificarse, ni ser tampoco indiferente a su pesar, solo que no puede hablar tan alto como para opacar el cambio de humor de su Progenitor, que vuelve a saltar a una euforia colérica antes de retomar su compostura...

- ¡Papi! ¡Asustaste a la gatita! - Ha de ser Mary quien reclama por la actitud tan usual de su Padre con la suerte de haber atrapado a la felina blanca entre sus bracitos. Allan supone que lo mejor es que ella entre para dejar espacio a que hable con su padre e intente convencerlo mientras la situación no se sale de control. Lo primero es darle unas palmadas en la espalda a la hermana menor para hacerla entrar primero y poder acercarse al hechicero luego de verlo ejecutar a unos de los espectros. Debe hacer uso de sus palabras y su gesto de niño bueno.

- Padre, piénsalo de este modo. Salvar a Ariel aquí implica que Azazel tiene una deuda contigo quiera o no. No creo que le guste pensar que su hija ha sido ayudada de gratis y que surja la idea de que los Buttercraft son incapaces de pagar lo que deben. - Seguro de hablar lo bastante bajo para no ser escuchado al momento en que habla cerca del oído de Al Hazred y al tiempo va elaborando nuevas excusas para ofrecer como otros factores a sumar.

- Aparte, escuché que ninguno de esos niños son de aquí. Nuestra casa puede llenarse de futuros favores si los mantenemos por un tiempo resguardados. ¿No es preferible eso a entregárselos a un montón de espectros que se nota que son adoradores de la muerte? - Dicho esto, Allan considera que tiene la victoria en el bolsillo y procede a entrar igualmente en el resguardo de la mansión, obvio que ansioso de ver a su Madre. Lo cierto es que tras llegar a la sala de estar puede ver a la comisaria ejerciendo su otro rol, donde no tiene armas en las manos sino un niño al cual consuela hasta hacerlo dormir. Lástima, porque en serio le hubiese gustado ocupar ese lugar al abrazarla.

- Madre, hermanas, lamento interrumpir la hora del sueño. Durante un paseo encontré a estas personas en aprietos y no pude simplemente fingir que no tengo ojos... - Apología a la ceguera de su padre, el chico procede a avanzar con cuidado entre los niños. - Espero puedan sentirse cómodos de momento... Porque la verdad quisiera saber la historia completa de cómo llegaron a ser perseguidos así... - Allan ocupa un asiento en un sillón cercano a los invitados, para poder tener mejor vista de la bruja con sombrero, mientras que sus hermanas se encargan de demostrar la mucha confianza que pueden tener con alguien que les llama la atención. En este caso, Laine.

- Seguro que tu nombre sea cual sea puede ser como llame a mi color favorito... - Mary ha de ser quien rompe el hielo con mayor descaro al sentarse sobre las piernas del muchacho que solo por aspecto ya se ve muy mayor a ella. Ellen se abraza al cuello de él desde detrás del asiento con esa sonrisa que comparte con la hermana menor, con palabras que no se quedan atrás en atrevimiento. - En mi habitación hay espacio si no queda sitio donde puedas dormir... O incluso si sobra puedes venir. - Allan ni le presta atención a eso, sabe que su madre se encargará de regañarlas por salidas. Ellen y Mary son un ejemplo de como Kil'daggoth destruye la cordura, aunque ante su Madre sean todavía niñas y para su Padre doncellas radiantes, Allan puede percatarse de la locura que ya termino por consumirlas discretamente.
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Mensaje por Katsuko Jue Sep 25, 2014 10:25 pm

Entro de nuevo a la casa un poco fastidiada. Aunque sabía que había un ambiente un poco frio afuera, no sería algo que le molesto a pesar de sus pocas prendas. Solo lo sintió, y pensó a su vez, que quienes los sintieron mas fue ese grupo de niños que llegaron sobre una alfombra voladora. Suspiro, mientras volvía a entrar a la casa, limpiándose un poco de la mugre de la calle que se pego a sus pies con la alfombra. No estaba segura de como iban a detener esas cosas mientras fueran espiritus. Por lo que decidió no hacer mas rodeos hacia la situación.  Paso por su habitación a recoger uno de sus quimonos, únicamente para taparse un poco mas. No dejaría de estar descalza, mientras tomaba la pañoleta con el que normalmente se ataba el cabello y se “arreglaba” un poco. Definitivamente era un fastidio levantarse tan temprano en la madrugada, habiendo vuelto de un viaje hace no mucho.

Luego de eso, simplemente camino hacia la sala donde suponía que estaban los demás. No quería ver a los niños, a pesar de que noto a simple vista que no estaban realmente muy bien. Algo flacos, temblorosos, idos. Les recordaba muchísimo a los niños que sobrevivieron a la invasión del occidente en su tierra natal. Nada por hacer. La verdadera razón por la que se asomo a el salón con todos los invitados fue verla llegar a la silenciosa –pero bastante conversadora- ama de llaves, con un carrito lleno de comida. Podría reconocer aun con la poca iluminación de la mansión Hazred que llevaba galletas y varias cosas mas que habia hecho la rubia madre de a casa, y que debía confesar que era una de sus mayores tentaciones, hablando gastronómicamente.

Simplemente entro, y ni bien logro ver a las dos hijas de la familia encimándose a un muchacho que lo veía demasiado delgado para ser grosero y alejarlas. Se tomaría la “molestia” de ser sincera cuando con una voz más autoritaria que el propio dueño de lugar les dijo a las féminas rubias. –¡Oee, ustedes dos!. No sean tan alzadas que su madre se va a picar.- mientras caminaba derecho a una de las mesas donde habían servido galletas y otros panecillos. Levanto una de las bandejas con los bocados que se habían traído para alimentar a los niños y se fue a acomodar sola en un rincón donde nadie se había sentado aun. Por supuesto que luego de que ella acomodara la bandeja a un lado para acomodarse a comer, menos que menos alguien se atrevería. Le dio un mordisco al primer panecillo mientras degustaba las cosas dulces que le habían agregado en su interior, que pronto lo reconocería como chocolate al pasar sobre su lengua un pedacito.

-Mira ciego, si son espíritus mucho no soy de ayuda. ¿Sabes? Es difícil quebrar las piernas de algo que no las tiene en realidad…- Diría con esa falta de tacto que la caracteriza, aludiendo sin problema o tapujo alguno a la discapacidad de la cabeza de la casa –aunque nadie podría decir que no lo hace de adrede solo para molestarlo-. Contemplo por unos segundos a la pieza de pan dulce, mientras volteaba a ver a todos los presentes. Parecía un poco tenso el lugar, mas que nada porque los invitados no se atrevían a hablar. Algunos niños se amontonaban sobre Credens y el resto se acurrucaba en los sillones queriendo dormir. Otros eran más inteligentes y se iban a comer, porque si hubieran probado la comida de la esposa del ciego, era pecaminosamente adictiva.  

–En todo caso seguro  en el país de los hechiceros, en esta casa debe haber alguien que sepa como repeler esas sombras ¿verdad?-
Añadió, mientras terminaba su bocado y comenzaba por el segundo. No se iba a molestar demasiado ni se iba a esforzar realmente en esa ocasión. Después de todo, no consideraba ser muy efectiva o útil. Podría preferir cuidar los niños con la rubia, y por supuesto seguir comiendo hasta que todos se durmieran; antes de salir de nuevo a despabilarse con espectros que seguramente serán ciudadanos comunes o vecinos de la casa que han delirado de más y pretendían hacer magia con un resultado demasiado pobre. Si iban a matar a alguien, que fuera alguien fuerte. Un manojo de niños no tenía comparación con la recompensa de asesinar siquiera a una prostituta.


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Mensaje por Al-Hazred Lun Sep 29, 2014 11:38 pm

Ah, futilidad, desperdicio de energía que termina en convertirse en ejemplo de entropía cuando los esbirros de la muerte fallan por completo el mellar el bastión que significa el apellido del Embajador de Kil'Daggoth, ¡Supremo en todo aspecto soy en el campo del conocimiento de las ramas caóticas de la vida misma! ¡Los carentes de vida no pueden ser capaces de causar daño alguno contra la protección que supone el estar vinculado a la infinidad! ¡Ningún ciclo puede llegar ni por capricho de la naturaleza ni porque envíe a sus rastreros a rasgar la puerta de mi casa! Sacrificados yacen, ante los agentes de las fuerzas primordiales que los toman como tributos putrefactos que son, limpiando su indignante existencia y esclavizándoles en las recónditas mazmorras de las diversas cortes habidas en alguna parte del centro del universo, hasta que llegue el punto de consumirlos por voluntad de Lord Azathoth. Los tentáculos retiran a los amenazadores de las calles, son alejados de este plano hasta la efímera realidad que es el núcleo del caos. Vuelvo a estar sereno, sin volver a estar satisfecho.

Oh, vacío, que quedas en mis manos por mucho que pueda sostener al grimorio Al-Azif y recitar en los vestíbulos de mi mente sus cánticos de adoración al caos, citando a los mucho usos que pueden tener las fórmulas descritas en sus páginas sangrientas según han sido mis estudios... Y ni con eso me siento conforme. En mis brazos quiero tener el calor de mi dama dorada, en mi pecho quiero que repose su cabeza y que con tiernas palabras exprese un deseo de retornar a nuestro lecho y olvidarnos de todo este asunto tan inoportuno y ridículo, nacido de una niñería y que ha tenido una solución favorable, pronta, sin calamidad alguna. La reprimenda de mi pequeña suena graciosa, esa sensibilidad hacia un familiar mágico que es de mi pertenencia en primer lugar, no por eso permite que Bianca quede desprotegida luego de un estallido de mi demencia disimulada. Oh, amabilidad, condescendencia, cualidades tan impredecibles de una verdadera maestra del caos, esa que en lugar de escribir en textos prefiere plasmar el contenido de su alma en lienzos sin usar.

Ha de ser mi heredero quien da un argumento bastante válido, algo que llega a convencerme y de apaciguar la frustración, el enojo que siento carcomiendo mi paciencia y la capacidad de pensar con el razonamiento que me caracteriza, alterado estoy por no haber descargado de mis hombros el peso del deseo que produce mi Dama, de no haber aliviado estas ansias tan intensas que aún no se han ido, sino que logro sobreponerme en la búsqueda por una solución a todo esto. Es cierto que será ventajoso tener bajo nuestros cuidados a Ariel Buttercraft como pieza clave a la hora de demandar un favor a futuro de una de las casas antiguas de nuestra grandiosa Kil'Daggoth, con la idea de que esa mujer hará lo que sea para rescatar a su hija de mis dominios. Ah, giros del destino, favorables para quien posee la mayor de las magnificencias y la capacidad para alcanzar la superioridad, por supuesto he de ser ese yo, ¡Al-Hazred! ¡Él más cercano a los Grandes Poderes! ¡Aquel que ha sido beneficiado con un legado sin rival! - Astuto plan, amado hijo. Tu visión del futuro es algo respetable. - Sonrío complacido, con el prospecto lograr que alguna de sus posesiones llegue a pertenecerme. Un código místico o una parte de su marca mágica. - Debería recompensarte por tu proactividad, hijo mío. Al eximirte de tu castigo por haber irrumpido en la madrugada, te considero bien remunerado. Es justo.

Si lo que mi hijo es en su totalidad verídico, mi influencia política podría crecer al establecer vínculos que pueden dejar ganancias resumidas en muestras de gratitud, deudas que puedo elegir cuando tomar, piezas que añadir a futuros planes donde exista el deseo de adquirir un pago a cambio por mantener a salvo todos esos niños. Panorama al que no puedo acostumbrarme, un escándalo llega a mis oídos cuando decido entrar a mi propia casa y el tumulto de auras y variados ruidos se combinan en una masa sin forma que es en verdad una tormenta fonética donde solo la facultad de carecer de mi vista objetiva, me permite desarrollar una audición capaz de poder distinguir con esfuerzo las voces correspondientes a cada persona. Lamentable es que tenga que ser el tono de la guardiana en lugar de ser la delicadeza de las palabras de mi amada Credens.

- Necesidad alguna no hay de tu sarcasmo, guardiana inadaptada, ya me he encargado de esos ejemplos de miseria con el uso del magnífico poder que controlo. Sin embargo existe una limitación considerable, misma que se encuentra aquí presente. - Evidente se hace la afirmación cuando me dirijo hasta los asientos, hago a mi figura participe de la conversación que espero empiece pronto, mientras que percibo a mi amada haciéndose cargo de los infantes desamparados. Yo tengo asuntos que discutir, concernientes a toda esta eventualidad, y pretendo descubrir lo que hay detrás de la misma. - Díganme, ¿Qué características tenía el ritual? ¿Cómo fue presentado el sacrificio? Se ha anclado a ustedes esta fuerza del Orden, está siendo disruptivo ante las energías del Caos de nuestra morada, prácticamente está trayendo la muerte que he desterrado con las múltiples protecciones colocadas sobre esta estructura. ¿Quiénes tuvieron el primer contacto? - No necesito saber de nombres ahora, no me es relevante cuando las energías de los esclavos cíclicos intentan establecer el fallecimiento en mi Castillo Familiar, emblema de vida, portador de oposición. - Ni siquiera Mita, nuestra sirvienta, que es carente de aura, presencia y si no fuera por sus dotes psíquicos diría que consciencia, irradia energía funesta. - O energía en general... Mita es invisible en todo aspecto, excepto para quienes tienen todavía ojos. En cambio el sacrificio si está plagado de muerte... Marcado por la misma.

Quiero saber... Que ha pasado.

Al-Hazred
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Mensaje por Credens Justitiam Sáb Oct 04, 2014 1:39 am

Credens ve a su esposo como una de las cosas más maravillosas que tuvo la fortuna de haberse encontrado. Es un hombre elegante, diligente, responsable, muy amoroso y protector de su familia. Si cualquiera le preguntara porque decidió estar con él, cosa que es sumamente común cuando saben su parentesco con Al Hazred, ella responde sin vacilar nunca que porque él supo enamorarla, y hacerla conocer el amor cuando creyó de manera firme que nunca tendría el derecho de hacerlo. No obstante… Debe admitir que Al posee un genio un poco flojo, y es especialmente susceptible a cualquier alusión que suponga señalar su incapacidad para ver. Es por eso que su rostro se muestra algo desconforme cuando Katsuko aclara su situación con respecto a los enemigos que su único hijo varón ha tenido la desdicha de traer hacia su hogar.  Al ha sido bastante grosero, a pesar de que la pelirroja no se ha quedado atrás, pero se excusa de ella, pues entiende que es su forma de ser. No piensa que haya maldad en sus palabras, solo es tosca para hablar.

–Al por favor, tus modales. Tenemos invitados, y hay niños asustados. No seas un motivo mas para temer.-
Diría, sonriendo un poco forzada, hablando con ese tono de voz que seguramente tanto el señor de la casa como los hijos del matrimonio van a reconocer como la voz de la autoridad. No es un regaño según ella, pero todos los demás saben tomarlo como una dulce advertencia antes de que la comisaria ponga orden y del mas rígido, haciendo honor a su tierra natal. Acto seguido acaricia la cabeza de uno de los niños que se acurruca mas en sus piernas, buscando protección y al mismo tiempo un lugar comodo donde dormir. Ella suspira, totalmente ahogada de ternura por todas las pequeñas cabezas que estan dispersas en su sala, comiendo o haciendo de los muebles improvisadas camas. Muere un poco al verlos de ese modo, haciendo pequeños cálculos mentales de su bastarían las habitaciones y las camas para hacerlos dormir a todos ellos en un lugar adecuado. Pero eso implicaría separarlos, y debe tener en cuenta de la posibilidad que esos entes extraños ataquen aun en su morada. Es necesario saber entonces mas detalle de lo que ha acontecido mientras ella dormía…

No obstante, Al hace preguntas demasiado técnicas. Si pueden responderla sus invitados, sería mejor,  prefiere bajar un poco el tecnicismo de la información. –Ehem… Mis estimados… ¿Saben donde se encuentran los padres de estos bebes? ¿O quien los alejo de ellos…?- Diría, siendo lo que mas le compromete a ella como madre. Tan solo imaginar que le priven de sus hijos tan pequeños con fines tan despreciables como un ritual, le estruja su corazón de una manera completamente indescriptible. Acaricia la cabeza de uno de los niños que más se aferra a ella, logrando que el pequeño la mire con ojos aun llorosos y asustados. -¿Sabes dónde está tu mamá, mi pequeño ángel?- Le pregunta con dulzura, mientras le sonríe de esa forma tan gentil que suele caracterizarla.

-No tengo mamá…- Responde el pequeño, aferrándose con más fuerza a ella, produciendo que los ojos de la rubia se cristalicen de la pena, mientras lo abraza y acurruca de manera inmediata. Su sensibilidad se ha visto completamente desbordada, mientras se indigna con sobremanera al saberlo. ¡Qué rufianes, monstruos sin alma ni corazón el aprovecharse de un pequeñito tan inocente y desamparado! Le duele saber su situación, le duele contemplar la situación que podría repetirse en varios de los infantes que se acurrucan en la alfombra del salón. Comprometida esta con esas almas, a las que va a cuidar hasta que retornen a sus familias y sean felices nuevamente. –Ya mi pequeñito, yo te cuidaré.- le susurra, calmándolo con suaves caricias.
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Mensaje por Laine Dom Oct 19, 2014 3:12 pm

Pese a contar con el alivio de estar a salvo de los espectros, Ariel y Laine se encontraban tensos por el trasfondo político que acababa de tomar la situación, y claro, le daba toda la razón a Ariel de estar hostil en el camino a la mansión Hazred después de ver la intervención de Allan y su padre, el embajador, sobretodo si tenías unos sentidos tan agudos que permitían leer más que los pensamientos en el ambiente. Las auras dicen más de lo que se piensan, y ni hablar de las almas. La del embajador no era como la de Azazel, pero tenían algunas cosas claves en común. Ambos estaban locos de atar. Y a Laine le daba pánico pensar en la mujer carmesí llegando en ese lugar para ajustar cuentas, porque sabía lo mucho que odiaba que se metieran con sus tesoritos y pensaran manipularles con ello.

Laine le apretó la mano a Ariel en señal de que prometía que todo saldría bien y sus temores no iban a cumplirse. No iban a ser rehenes de los Hazred, o al menos, no por mucho tiempo. Cuanto antes resolvieran el conflicto del los espectros más pronto podrían aspirar a regresar a casa. La de Ariel claro está. Decidió transmitirle eso, más como un pensamiento, como toques a su aura. El momento de camadería se cortó de cuajo con la insinuación conjunta de las hermanas Hazred. Ariel les miró con un deje desaprobatorio, y amarró el brazo de Laine con un deje posesivo, y habló antes de que pudiese decirles algo.

Tendrá que rechazar vuestra atrevida oferta, viene conmigo —puntualizó, esbozando una sonrisa ladina mordaz— a mamá le molestaría que alguien fuera de la familia le pusiera una mano encima a su nene.

Gracias, Ariel, eres muy adorable —se rió con gesto desenfadado y casual, le acarició la cabecita a la más pequeña de las hermanas como lo haría un hermano mayor, y con soltura, tomó las manos de la mayor y las besó cortésmente antes de separarse del abrazo con suavidad. A la pequeña Mary le hizo sentarse al lado de su asiento para incorporarse y atender a las preguntas varias de los dueños de la mansión. —Agradezco vuestra simpatía y la invitación, pero no estoy interesado. Volviendo a las preguntas importantes... —Laine tomó un gesto más serio, tratando de enumerar bien las interrogantes de los anfitriones y dar respuestas acordes a lo poco que sabían, pues todo había sucedido de modo muy rápido como para detenerse a realizar análisis exhaustivos. —Encontramos a los niños en una procesión nocturna, al inicio creímos que eran propias de la ciudad, pero rápidamente nos dimos cuenta de que no era del todo así. Los espectros arrebataban el sueño a los niños para facilitar la extracción de la energía vital a través del insomnio, cuando el cuerpo y la mente no descansan apropiadamente las almas quedan expuestas, pues no tienen defensa alguna. Al tratarse de niños si se arrebatan de cuajo se perdería mucha esencia, así que si han sido muy meticulosos han de estar trabajando para un agente externo mucho más grande, es lo que les hace volver siempre a este plano. En cuanto a los detalles del rito, empleaban una especie de cuna en forma de luna menguante como altar, intuyo que ahí pensaban arrebatarles la energía. Sospecho que deseaban niños de otros lugares porque están menos corrompidos, son más inocentes, y eligieron Kil'daggoth por ser el país con mayor cantidad de poder mágico, y su luna carmesí perpetua que potencia la gran mayoría de los ritos.

También, es probable que este ente mayor sea un concepto más grande, como un dios. En mi opinión, no debe pertener al Orden, no porque desempeñe este tipo de acto como parte de un propósito. —dirigió su mirada a Laine y luego a Rhiannon—ellos nos aceptaron en el círculo, ¿lo recuerdan?, fue como si supieran quienes éramos, podrían haber escogido a otros, pero solo nos recibieron a nosotros y ahora no solo están locos por recuperar a los niños —Ariel dirigió su mirada al pequeño que tenía abrazado de lado y no estaba del todo adormecido—pequeño, ¿alguien muy cercano a ti ha muerto? —el nene levantó la cabeza y tartamudeó a su abuela—.... Como sospechaba, son espectros de seres cercanos a cada uno de nosotros. Probablemente al ente le sea más fácil de ese modo, recurre a individuos con pérdidas importantes para usar a éstos, ¿pero por qué?

Porque cuando mueres una parte de ti sigue en este mundo, y si esa parte no trasciende es porque tiene lo que llaman asuntos pendientes. No todos los fantasmas son capaces de resolverlos porque a veces no podemos entender que desean lograr, o siquiera si es posible. Si no pueden hacerlo por sí mismos no les importa recurrir a quien pueda otorgarles la oportunidad —se acaricia el mentón de forma pensativa— como la de dejar un mensaje que para nosotros haya permanecido en clave, o invisible.
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Mensaje por Rhiannon Dom Oct 26, 2014 3:25 pm

Había quedado obnubilada con los panecillos que estaba comiendo. Eran tan esponjosos y deliciosos, que de manera inconsciente se le pintaba una sonrisa en el rostro mientras lo comía. Eran de un sabor suave y una tonalidad pálida, y si su olfato no le fallaba, llevaba un dulce aroma a limón que le acariciaba con dulzura la punta de su nariz. Estaba tan contenta de poner algo en su estomago, que por poco hasta casi se olvidaba las verdaderas razones por las que se encontraba en esa casa. Cuando se acordó de lo mismo, estaba observando cómo quienes eran las hermanas de Allan se acercaban al sillón con la misma determinación que ella en ese momento se tiraría a un portal para volver a su hogar…

Rhiannon observo la escena en silencio, mientras se limpiaba las migas que había en sus mejillas luego de comer. Su sombrero de a poco se deslizaba por su cabeza hasta caer por su espalda, a la vez que su escoba aparecía nuevamente, golpeándola en el hombro para darle cuenta de su presencia y acomodándose contra el sillón en el cual estaba sentada. Ariel parecía bastante tensa, cosa que Laine no a pesar de haber sido casi acosado por una muchacha con una presencia –por no decir delantera- bastante importante y una niña que seguro de ángel solo tenía el rostro. Empezaría a oír las preguntas de los anfitriones y las rápidas después que darían tanto Ariel y como Laine. La pequeña bruja oyó con atención las suposiciones que todos hacían, mientras reflexionaba un poco las palabras.

-¿Ah… Un mensaje….? Pero… -
Murmuro un poco exceptica desde su perspectiva de no creerse realmente clave en lo que era el rito. O al menos eso venia pensando, por como los demás lograban sacar conclusiones tan inteligentes y posiblemente acertadas. Bajo sus hombros mientras la sirvienta le ofrecía nuevamente galletas. Rhiannon con muchísimo pesar (?) acepto una, aunque eso la llevaría a pensar nuevas cosas.  Tomo suavemente de la mano a Ariel, que era quien estaba sentada a su lado para llamarle la atención. No estaba segura de que lo que diría seria algo importante al final.

-Oye Ariel… ¿Sabes que me mandaron a espiar el circulo, esta noche…? Fue el panadero… Me dijo… ¿Acaso el sabia que hacían ahí…? ¿Y si nos dejaron entrar como una parte mas del ritual..?   Me parece un poco raro tanto despliegue de ritual para un solo mensaje… A menos…- Quedo en silencio por unos segundos que parecían casi eternos, hasta que se atrevió a decirlo. –Oye… ¿Y si buscaban ocupar los cuerpos de los niños…?- Menciono, mientras metía sus manitos ahora dentro de su saco y sacaba de allí su cuaderno de anotaciones. Muchas hojas algo sueltas y gastadas, pero también plagada de información puntual y valiosa para el que a la magia quisiera dedicarse de lleno. Sus manitos hicieron sacudir a las mismas, hasta llegar a una pagina en blanco. Volteo rápido para buscar en su sombrero, dentro de él, una pluma con la cual escribir. Muy hábil comenzaría a escribir, o mejor dicho, dibujar en la hoja lo que ella mejor recordaba del rito. Las palabras resonaban aun en su mente, pero lo que mas claro que le quedaba sin duda eran las imágenes de los signos.

-Yo pienso que quería controlar algo… Mas que mandar un mensaje. Este signo, con este… Que recuerdo bien si estaban allí… Son ofrendas de carne esclava….- Diría, mientras se estira unos mechones de cabello algo nerviosa. Sus memorias no le fallaban sin duda alguna con esos signos. –Pero no recuerdo bien…. No creo haber visto a estos otros signos antes…- Añadiría con pesar, algo triste por no sentirse muy útil.
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Mensaje por Allan Nicholas Miér Nov 05, 2014 2:40 pm

De un momento a otro una casa que debía estar en la serenidad silenciosa de una madrugada cualquiera se ha llenado del calor agotador de un puñado de niños perdidos. Allan en lo particular no puede evitar sentirse incomodo entre tantos infantes si se tiene en cuenta que la casa suele ser bastante silenciosa a estas horas, gracias a los hechizos que aíslan los sonidos en cada habitación de forma que no se puede escuchar nada una vez que se cierran las puertas. Lo bueno es que ningún nene quiso acercarse a él ya que viene a ser su madre quien acapara la mayor parte de la atención, o Mita quien no para de ir y venir con bandejas de dulces.

La atención del chico estaba centrada en cosas que para él son de mayor importancia, por insensible que pueda sonar, ya que son sus intereses personales los que lo llevan a que fije la vista en su padre, Laine, Ariel y esa bruja tan carismática y sencilla con el aspecto de una niña aun inexperta en el campo de la magia. La explicación que todos dan no puede ser mas confusa a los oídos del chico, con tantas posibilidades que hacen que las teorías puedan ser mas erradas en lugar de acercarse a la verdad. Por su parte él no sabe nada, no se maneja bien en el ámbito de la muerte dada la crianza que ha recibido.

- Es extraño que algo que no tenga afiliación al orden use la muerte, incluso si es un sacrificio... - Allan suspira luego de contener una risa por como reacciona Ariel luego de que las dos hermanas buscaran llegar a otros términos con Laine, todavía mas graciosa fue la sutileza con la que fueron rechazadas. Mary pareció tomarlo con calma y conformarse con abrazarse al chico de su brazo libre, diferente de Ellen que solo se limitó a suspirar con un aire de resignación.

- No deberías ser tan celosa Ariel, tu lo tienes para ti todos los días... y noches~ - Ellen exhala antes de ir a otro de los muebles y alzar a una de los pequeños para ocupar el asiento y sentar a la niña en sus piernas en búsqueda de comodidad y de seguro dar una imagen tierna, o eso pasa por la mente de Allan. - Ya hablando de otra cosa, ¿no sería mejor usar cuerpos de adultos? Estos chiquitos ni siquiera habrán desarrollado bien sus circuitos mágicos, unos ni siquiera han de ser hijos de hechiceros. ¿Para que poseer un recipiente tan joven? Igual con sus almas, aun siendo inocente, ¿puede nutrir a alguien con tan poco peso conceptual?

- Ten en cuenta que son varios niños. Comer una fruta entera puede llenarte el estómago, pero si no tienes algo así, puedes comer varios pedazos de varios frutas y nutrirte mas. Exponer sueños para devorar almas y luego ocupar los cuerpos... o de realizar una ofrenda. Si lo analizamos de ese punto de vista si parece un ritual auspiciado por el caos. - Allan repite lo mismo una y otra vez en su cabeza en una busqueda entre sus conocimientos sobre ese patrón tan anormal, que como en un principio pensó, no dejaba de ser algo que podía conllevar a teorizar todo de forma errada.

- ¿Que pasaría si fue todo el destino? - Mary interviene en la conversación con un tono un tanto mas serio, acorde al tema hablado, por lo que nadie quiso interrumpirla en ello. - Igual que una pintura, se suponía que estuvieran ustedes porque el ritual no podía empezar sin eso. Existe la clarividencia y las planificaciones, eso hizo que la brujita recibiera ese mensaje y que sabían que Ariel y este chico lindo saldrían, entonces decidieron hacer todo eso esta noche. Si de verdad hay un dios involucrado, no sería problema ver el futuro.

- Si eso fuera así, ¿como es que no tuvieron en cuenta que yo podía aparecer y traerlos a todos a casa? - Allan no quiere pensar en la idea de que todo pueda ser parte de un plan, o eso implicaría que traer a todos a sus casa fue también un proceso que les ayudó a completar sin saberlo. Es el problema de tratar con dioses, en especial si se trata de diosas, esas nunca quitan la mirada de encima. - Yo votaría que ha sido todo una especie de ritual de invocación, por eso necesitarían una cantidad considerable de sacrificios, sumados tres personas que puedan usar magia. De ese modo tendría sentido que hayan querido exponer las almas de los niños.

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Mensaje por Katsuko Sáb Nov 22, 2014 2:50 am

Muchas teorías venían a colación mientras discutían sobre los niños, los espíritus que los atacaban, razones para los secuestros y entre otras cosas que en realidad le importaban poco y nada. Ya había declarado que de momento no podía hacer nada contra entes intangibles –claro, en realidad podía hacerlo, pero no tenía ganas- y mientras los miembros de la familia Hazred estuvieran bien, no debería de hacer algo realmente.  Y para su comodidad, las dos cabezas de la familia, tanto el ciego demente como la exuberante comisaria parecían a estar dispuestos a moverse para proteger su patrimonio, incluyendo visitantes dentro de su propiedad.


-Bueno, supongo que entre magos sabrán de estas cosas…-
Pensó, mientras masticaba otro panecillo al ver como la mas pequeña de la familia hablaba, tirando una teoría que no podría entender mucho dada su falta de conocimientos sobre magia y cosas similares. “Lamentablemente” no había tenido una educación como la mayoría de la gente del occidente, y para lo único que tenía mucha capacidad era para negocios y la violencia física. Sería un completo desgaste mental el intentar entender algo, y considerando que ya le habían fastidiado el sueño de esa noche, mejor invertiría su tiempo en algo mejor como comer. Y esos panes dulces le darían la azúcar y la energía suficiente para que mantuviera sus ojos despiertos mientras el escándalo de sectas raras e infantes perdidos estuviera ocupando lugar.


Aunque antes de que pudiera dar un último mordisco, un sonido fuerte retumbo en toda la mansión, haciendo que una pequeña vibración recorriera su piel. Su mirada se afilo un poco, mientras buscaba alguna respuesta respecto a lo acontecido con el padre de la familia. Siendo un ciego, seguramente el sintió mejor el ruido y lo que produjo en todos, callando a todos los niños en un silencio de puro miedo. No había dudas de que ese “golpe” que causo el sonido provenía del exterior. Y si había entendido bien, de la barrera que el hechicero del caos tenía en su hogar para evitar justamente, situaciones de ese estilo. El problema era que quien quisiera entrar, estaba demasiado determinado como para dejarse persuadir por la magia que protegía el lugar.


-¿Y BUENO?- Pregunto, rompiendo el silencio, dirigiendo su voz hacia el ciego, pues era más que obvio que la madre rubia menos que nunca iba a alejarse de la jauría de niños que estaban en la sala, algunos ya dormidos sin haberse inmutado en lo absoluto con el acontecimiento reciente.  -¿Qué piensan hacer? ¿Saldrás a hablar con ellos como buen embajador que eres o van a mandarlos a molestar a otro plano astral? – Diría, mientras deja la bandeja de lado y se pone de pie, sacudiéndose con fuerzas las migas que han quedado en su modesto pecho y estomago. Se limpia las que aún quedan sobre sus mejillas, dando una última revisión a todos los presentes. Los mira un poco despectiva, para respirar un poco profundo y cansada.


-Qué clase de político es si no sabe qué diablos está pasando a la vuelta de su casa…-
Murmura con fastidio mientras intenta acomodar un  poco sus cabellos que caen sobre su frente. Sin dudas está empezando a molestarse, más que nada porque deseaba dormir esa noche. Es como si de mil maneras la aventura que hace apenas un par de días tuvo en el nexo estuviera alargándose, y cobrándole por las dificultades que no tuvo… Y vaya que en realidad no fueron demasiadas como para sorprenderse.
Katsuko
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Mensaje por Al-Hazred Dom Nov 23, 2014 4:32 pm

Ah, ironía permitida por los tejedores de las mentiras, esos que intentan burlar a quienes tienen los ojos del alma cerrados y de forma ignorante pretenden que todos participemos en sus artimañas controladoras. Las enseñanzas que dictan son claramente orientadas a un yugo insuflado por su propio hedonismo, jactándose de una opulencia que no poseen y que solo construyen usando la fe y el sufrimiento inducido como cimientos. Es más que claro que en un lugar que ha desterrado a la muerte será el objetivo de las planificaciones de esos manipuladores de leyes efímeras, en la búsqueda de restablecer su mandato que ha sido revocado desde hace ya un milenio. No puedo negar que las conjeturas de los presentes aportan teorías interesantes, incluso puntos que podría tener en consideración si es que el comportamiento de los agentes del alineamiento Legal no fuese tan ceñido a las reglas, en su eterna ambición de controlarlo todo a costa de la libertad espiritual y emocional.

- Excelentes argumentos, no puedo negarlo. Sin embargo el caos se rige más por la infinidad de posibilidades que por las escrituras del destino, quiere decir que si obran según esas promesas entonces se trata de otra estrategia de la muerte en su estado primordial. - Medito, por brevedad, las palabras de ese muchacho quien de momento aporta lo más descabellado y aceptable del asunto, apoyado por el engendro de Azazel que no hace una mala conjetura, solo es demasiado vaga. - Existe un punto importante en las obras del Caos en comparación a su antítesis natural; el orden usa la muerte como un medio, el Caos lo emplea como humillación. Incluso aquellos que caen en las garras de las entidades gobernantes de los flujos naturales primigenios, no encuentran la verdadera muerte ni siquiera cuando son consumidos, solo forman parte de un conglomerado absoluto que funciona como un tejido para definir el aspecto de uno de los señores. - En pocas palabras, es improbable que se trate de una verdadera artimaña de una deidad caótica... Lo cual me hace pensar en un detalle que puede escapar con la sencillez que puede ser planteado, requiere demasiada imaginación considerarlo posible si se ignora lo inverosímil que resulta.

- El responsable sin duda posee divinidad y por igual es portador del aspecto de la muerte. En un reino donde la muerte es inexistente por si misma, es necesario traerla para que pueda ejercer esa ley. Sin embargo, quien hace uso de este medio no es un siervo del concepto del fallecimiento, en cambio es bastante insensato como para querer usar algo que condena sus actos. Ha traído el fallecimiento a Kil'Daggoth... Un pecado que se paga con la completa eliminación. - En vista de lo que acontece a las puertas de mi mansión, solo puedo pensar en el hecho de lo incansables que serán con todos los componentes de su ritual en una misma zona luego de que hayan sido extraídos por acciones de intrusos que en primer lugar se supondría que participarían.

Un golpe fuerte presenta una razón de silencio, inmutado permanezco pensando en una solución en lugar de dar vueltas a un problema que puede tener incontable cantidad de orígenes y motivos. Llamo entonces a lo más siniestro de mi ser, a esa parte que eclipsada ha permanecido por años desde que rescate a mi Dama Iluminada de las ruinas de esa moribundo pueblo. Llamo a esa voz que siempre ha estado en los rincones de mi mente, a ese corruptor que aúlla en mi alma y me ha dado mi macabra sonrisa, la visión del espíritu y el discernimiento de la verdad. Llamo al moldeador de la carne y de la existencia, al que reside en el centro de todo... El que me hace ciego, y en estos instantes, sordo además. Llamo a los retorcidos músicos que orbitan en torno al caos nuclear... Permítanme ser el obrero de sus designios, en respuesta a las artimañas de aquel que pretende poner en riesgo mi patrimonio y a todo lo que aquí se encuentra... Este mundo donde yo soy el amo y todo bajo el mismo me pertenece a mí y a mi Dama. Que mi intelecto me deje pensar en el castigo más repugnante habido... Y por tanto, una forma de contrarrestar por mi cuenta a quien se atreva a emplear a la muerte.

- Guardiana, ve afuera y enfréntate tu sola a toda amenaza. Tú, quien eres representación del caos desbordado y eres una negación absoluta a la muerte. Ve y hasta matar en batalla incontables veces sin fallecer, yo he de preparar mi propio ritual. - Esa es mi cruel ordenanza para quien ha ofrecido su carne y lanza a los Hazred. Que su inmortalidad la defienda y escupa en la cara de la muerte mientras procedo a exiliar a sus esbirros... Con algo que debo comentar con nadie más que con aquella que puede presentar la menor de las aprobaciones. Me acerco, con pasos solemnes hasta el asiento que ocupa mi consorte, quien ha representado ser un bastión viviente de estoicismo y bondad, aquella que ha hecho posible mi felicidad y quien me ha regalado mi tesoro más preciado.

- Amada mía. El tiempo apremia y he de ser breve. Mentira no existe en mis palabras y la latente amenaza indica que la vida de todos estos infantes corre peligro, pues la muerte los reclama para completar dos de los designios del orden e imponerse de nuevo en nuestro reino. - Ha de ser mi mano diestra la que acaricia la mejilla de mi señora, luego de que con el regio izquierdo la abrazo y cubro con mi capa, por consecuencia el menor aferrado a ella también es ocultado debajo. - Sin embargo... Puedo frustrar sus planes si convierto a uno de ellos en el recipiente del caos. Su sola presencia devorará a los agentes que intentan violentar nuestro territorio, a cambio de su humanidad y su mortalidad. Ascenderá a un estado de suprema naturaleza, limitado solo por su imaginación. Eso, claro... Requiere tu aprobación. La vida pende de un hilo fino que está marcado en ambos extremos por los polos propios de la existencia... Y la negativa a la misma, supone la muerte de muchos. Ten esto en mente, amada... El ascenso de uno salvará a todos...

Tiempo no hay para discutir esto a solas, pues en el aire ya se puede respirar el hedor que supone el paso final del ciclo impuesto por esos dioses insensatos. He de obrar sin piedad alguna...

Sin remordimiento ni vergüenza.

Al-Hazred
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Mensaje por Credens Justitiam Vie Nov 28, 2014 3:10 pm

Ha de acunar sin interrupciones al niño que sostiene entre sus brazos, mientras con su mirada se encarga de supervisar al resto que ya se acomoda en los muebles y hasta en las alfombras de la sala para comenzar a dormitar. Ella puede observar claramente en sus ojitos lo exhaustos que se encuentran, mas sabe también por como respiran y el modo de acurrucarse que se pueden sentir a gusto. Se sienten a salvo, ahora las palabras que cruzan el aire son asuntos completamente de adultos, y en manos de ellos está el que pasará. Entiende que los niños ya se hayan relajado, inclusive la misma criatura que acuna ya se ha dormido sobre su pecho. Credens sonríe con ternura, acariciando los cabellos del mismo, a la vez que se arrepiente ligeramente de no haber estado escuchando como debió en su momento a todos sus invitados y familia. Es consciente de que en realidad, casi se encuentra en las mismas condiciones que la fogosa Katsuko. No es una usuaria de la magia como tal,  aunque la emplea de un modo que no puede explicar según lo que en su momento se le fue enseñado en su tierra natal. Suspira un poco cansada, pues ciertamente no ha descansado, aunque ni por lejos tiene ni una milésima del cansancio de los niños presentes.

De pronto, su cuerpo se tensa con un ruido que hace que su mirada calma y amorosa se torne en una seria. Sabe perfectamente de donde ha provenido el ruido, y no puede más que atribuirle a un golpe extremadamente fuerte sobre el  escudo que recubre la mansión. Eso sin duda la inquieta, y la deja ansiosa respecto a lo que ahora en mas podría suceder. Si fuera necesario, dejaría a ese niño durmiendo y saldría a enfrentarse a esos esbirros de oscuridad por si misma; siempre sosteniendo la esperanza de que tarde o temprano alguna otra figura de autoridad fuera a colocar orden. Si, justamente orden en uno de los reinos, por no decir el más caótico del occidente. Lamentablemente la pequeña ex angelada aun no se quita las costumbres que permanecer reminiscentes en su ideal de vida de paradigmas ya en decadencia.

-¿Cariño…?- Llamo con dulce voz a su esposo, luego de que ha de oír las picantes palabras de la guardiana de fuego que apuran con verdadera necesidad a la cabeza de la familia. Credens lo contempla, a pesar de que el no pueda verla ni saber que ella lo mira. Confía plenamente en las capacidades de su esposo, que tantas veces ha demostrado ser tan elocuente en cuanto a asuntos de magia influenciada por el caos y esta curiosa y extraña tierra se trata. Si hay una solución, el debe saberla, y si no la hay, pues el mismo ha de crearla. Pero aun así, aun acostumbrada a sus arrebatos casi teatrales, se sorprende cuando se acerca y empieza a hablarle con palabras que sabe bien. Preparan el terreno para algo que no quisiera ella escuchar. Le acaricia una mejilla mientras ella observa un poco descolocada a su esposo, para que como un cazador hábil atrapa a un pájaro con una manta sea envuelta. Y de ahí, simplemente su rostro se tiñe con lo que muchos podrían llamar aflicción. Se levanta sin mediar palabra, alejándose de su esposo y acunando al niño entre sus brazos. No sabe bien que hacer, pues ciertamente se ha planteado una razón con la que no puede discutir. No puede poner en riesgo a la vida de todos…

-¿Si o si debe de tratarse de un niño…?-
Pregunta, sin terminar de dar crédito a lo que su parte más lógica le pide. Que le diera el niño que lleva entre brazos, o que eligiera a alguno de los pimpollos que duermen a su alrededor en la alfombra. Su mirada se desvía con angustia, inclusive encontrando a su niña y creyendo de manera ciega –cosa que seguramente no ha de ser más alejada de la realidad- de lo frágil que es, al igual que todas las pequeñas vidas que dormitan en ese mismo instante. Suspira con desesperanza, mientras voltea hacia los invitados mayores. No necesitaría ninguna opinión de su familia para saber que según la doctrina de su padre, él tiene razón y seria lo más lógico de realizar en ese instante. -¿Qué opinan ustedes, Señorita Ariel, jóvenes que le acompañan…?- Preguntaría después, mientras acaricia aun la cabeza del niño que dormita en sus brazos, totalmente ignorante del horror que se está a punto de acontecer mas allá de cualquiera sea la decisión a la que se llegue a la brevedad. Porque si debe ser realista, tampoco queda demasiado tiempo para dar vueltas con preceptos morales que lamentablemente a ella si la siguen afectando con bastante efectividad.

-Amor, ¿Qué pasaría si un niño se convierte en un recipiente del caos…? Es que… ¿Si o si debe ser un niño…? Porque si no yo podría estar en su lugar….-
Añade sin dar demasiadas vueltas en sus últimas palabras, haciendo que en realidad su corazón de madre hable más que por su cabeza. No quisiera entregar a ningún niño al caos, porque no puede dejar de verlo como almas puras y sin maldad. No los pondrían de ninguna manera en una situación mejor que la de los espíritus que están afuera profesando muerte y desesperación para los más débiles e indefensos. Suspira nuevamente, llena de un cansancio emocional que empieza hacer que su cuerpo también lo sienta, mas allá de la falta de sueño que supuso todo este despliegue de problemas y preocupaciones. Le gustaría poder comunicarse en ese momento con alguna de las monarcas ya sea de los templos o la misma armada, pero no tiene porque. En el fondo estaría muy segura que su sola presencia seria más que suficiente para poder hacer retroceder si no es que eliminar por siempre a esos espíritus que han venido a atormentar a familias fragmentadas y a la misma puerta de su tranquilo hogar.
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Mensaje por Laine Dom Feb 15, 2015 2:25 pm

Los caínitas eran, en esencial, criaturas caóticas. Creadas a partir de una maldición arrojada por una entidad del Orden superior, aprendieron a vivir con ello, creando disciplinas, clanes, su propia organización. Muy a pesar de esto, Laine reconocía —y siendo él un antediluviano pesaba más su opinión— que los vástagos de su mundo desconocían de muchas cosas, incluyendo aquellos en los que era igual en poder y sabiduría. Toda su existencia había sido consciente de que todavía quedaban mucho del universo que les estaba velado, incluyendo para él, que alcanzó la Golconda y se elevó para estar a la par con ángeles. Eso se volvió una certeza cuando logró convertirse en un strigoi y renació por segunda vez, no solo veía las cosas de modo diferente, también lo percibía, lo sentía. Era como si hubieran abierto una cáscara de su alma y hubiera salido un ente más evolucionado.

Y, eso se quedaba corto con aquel mundo, aquella ciudadela de magia y cosas imposibles. No cabía duda que el ser consciente de su ser diminuto, recién nacido, le permitía entender y sobrevivir, aprender y confundirse mucho más. Pero también le mostraba la abismal distancia que estaba entre ciertos conocimientos. Laine lo sentía un poco en aquel debate sobre lo ocurrido en Asiph, hechos que todavía seguían siendo enigmáticos para él y los testigos. Todo lo que quedaba era exponer teorías y deducciones para resolver una acción que fuera por lógica la más efectiva para combatir el problema.

De las opiniones expuestas en el debate, las que más calaron en su atención fueron las de la pequeña y adorable Mary, que en momentos podía sorprender con su comprensión del asunto, también Rhiannon, con su conocimiento sobre simbologia. Laine no reparó en el detalle hasta que ella lo señaló y se lo guardó para algún momento relevante en que esa pieza encajara en el rompecabezas. Por encima de ellos, el embajador Al-Hazred daba una explicación mucho más extensa y concisa, propia de un estudioso empedernido sobre las fuerzas caóticas del universo. Esa explicación reactivó en las neuronas del Salubri el recuerdo de su peregrinaje en el Asia de su mundo antes del diluvio universal. Las enseñanzas que a posteriori le permitieron encontrar el balance entre su origen caótico y el orden del universo. El tercer ojo. El Caos es Azar, el Orden es Propósito, hay quien pertenece a una u otra sin importar su origen. Y claro, están los comodines, como había sido Malkav y Arkiel...

La resolución propuesta por el embajador no tardó en recibir reacciones —entre ellas las de Laine, que acababa de regresar a la realidad por el estruendo de afuera, acompañado de un escalofrío— por parte de todos los presentes. Primero su querida esposa, la mujer cuya bondad despedía el halo mágico atrapaniños, proponiendo ser voluntaria en lugar de un retoño. A Laine la sola idea de utilizar a uno de los niños para tal propósito le horrorizó de tal manera que no disimuló el gesto de consternación en sus facciones, incluso se levantó de su asiento abruptamente. Ariel en principio le tomó la mano, con la intención de atajarle en lo que fuera a hacer o decir. Estaba claro en la mueca de la niña que tampoco aprobaba del todo la idea, pero, como hechicera de Kil'daggoth entendía que el sacrificio por salvar miles de vida era más significativo. Eso solo reafirmó su postura. Sacudió la mano de Ariel y se dirigió a los dueños de la morada.

Mis señores, me doy por principal entendido de la situación dado que hemos sido quienes la trajeron a sus puertas, fuese o no orquestado por una entidad de un plano superior. Como muchos o como todos, no comprendo en su totalidad lo que ocurre en realidad y tan solo me oriento por lo que soy capaz de enhebrar. —Introdujo elocuentemene el strigoi utilizando un dialecto que recordaba a sus tiempos de la Primera Ciudad. —No pienso rebatir, ni a afirmar por completo lo que nuestro anfitrión vislumbra, en mi opinión, tiene bastante sentido y podría ser el más próximo a tener la idea clara para resolverlo. De donde vengo muchos de estos conocimientos son limitados, y desgraciadamente no pertenezco a la rama de hechiceros y taumaturgos de mi estirpe para la manipulación de las energías fluctuantes, sean caóticas o del orden. Lo cierto es que —su tercer ojo hace mención de aparecer en el centro de su frente— si se trata de almas o esencias de contexto elevado o rango espiritual ocupo un nivel decente, se puede entender como una disciplina más del Orden mismo que del Caos en el que fui originado. A lo que pretendo llegar es... con intención de evitar un sacrificio inocente o que nuestra anfitriona cuyo único pecado ha sido acogernos cuando vinimos en socorro salga perjudicada, ofrecerme como agente —observó en ese momento al embajador, siendo él quien aparentemente conocía con mayor claridad el método a emplear para el destierro de aquel que creían un Dios. —Eso por supuesto, en caso de que por mi perfil resulte como el mejor candidato para reemplazar a un niño.

Detente, por favor —intervino Ariel sin dudar, volviendo a tomar su brazo—no puedes ofrecerte tan a la ligera, no solo porque... —hizo un esfuerzo sobrehumano porque no saliera a flote la desconfianza natural entre familias primigenias— porque nuestro embajador sugiera que la mejor alternativa requiere de sacrificio, tienes un deber para con los Buttercraft y no puedes evadirlo con la muerte o indisposición de tu ser. Laine.

Antes de que pudiese replicar, hubo otro golpe, acompañado de una zacudida violenta de los cimientos. Fuera su causa los espectros o la guardiana de la mansión, de contra fondo se escuchaba una voz sin duda reconocible para cualquiera que conociera a la matriarca de la familia Buttercraft que llamaba a su hija con el tono de una madre que estaba a punto de otorgar el castigo del siglo. Ariel palideció y se mordió el lado inferior, con la expresión de quien ha sido atrapada con las manos en la masa.

Las cosas podrían ser peor ahora, o mejor, depende de como se vea, con la participación de dos de las familias más influyentes del reino...
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Mensaje por Rhiannon Mar Feb 17, 2015 1:53 am

Sin dudas no podía aportar casi nada para la resolución de ese asunto. En ese instante quedaba en evidencia lo mucho que aun le faltaba para poder convertirse en una bruja, y el sentimiento de inutilidad empezaba a consumirla de a poco. Tanto era su malestar con ella misma, que su mirada curiosa y llena de vida, se había tornado seria y hasta algo apagada. Hasta la pequeña hermana de Allan parecía saber más de lo que se estaba hablando en ese lugar que ella, y eso la carcomía por dentro. Lamentablemente su educación no estaba guiada por lo que en ese país llamaban “fuerzas del caos”, sino por una magia mas neutra. Cuando la misma tomaba matices mas “claros” u “oscuros” dependía del futuro del brujo, y en su caso particular, Rhiannon ni siquiera sabía que iba a comer el día de mañana como para determinar algún camino más “ideológico”.

Aunque algo le quito su apariencia pintada. Sus ojos se abrieron enormes y su sombrero se le cayó hacia adelante. Hasta su misma escoba se resbalo del sillón que compartía con Ariel, Laine y la hermanita de Allan. -¿Ah… que?- Murmuro, enarcando una ceja con la suficiente incredulidad ante lo que acababa de escuchar. No podía enojarse, porque simplemente le costaba creer que la solución fuera entregar a un niño como sacrificio o lo que sea que fuera para calmar a esos espíritus malévolos que estaban ahí afuera. Rápidamente busco la mirada de Ariel que tampoco parecía en lo absoluto convencida, cuando fue Laine que se puso de pie para explicar otro punto de vista. Todo se volvia muy confuso, y simplemente no creía que fuera bueno dar a alguien entre ellos como como un sacrificio sin saber que ocasionaría a ciencia cierta.

Iba a abrir su boca, cuando un estruendoso grito retumbo hasta en las paredes de la casa. Mas fuerte que cualquier intento de terremoto por parte de las animas que estaban siendo combatidas por la mujer de pelo rojo. No hacía falta conocer a su dueña, para darse una idea de quién podría ser. Volvió de nuevo a mirar a Ariel, cuyo rostro tenía un espanto que jamás podría haber imaginado. ¡Pero qué vergüenza y penosa situación! No se quería ni imaginar si su madre que podía gritar con tal magnitud llegara a aparecer pronto. Queriendo ayudar a su nueva amiga a dejar de lado el momento, y salvarla de la lluvia de miradas que la acosaban, intento aportar algo.

-Ehem… Esto…. No soy… No soy gran conocedora de esto, pero… Si buscaban algún chivo expiatorio, para no tener que dar a nadie… ¿No sería suficiente el dar un pájaro, o alguna planta…? Si… Si se armara el hechizo correcto, no importa la superioridad del ente…. Hasta una muñeca podría contenerlo….- Comenta, tratando de disuadir hacia otro lado las opciones que se barajan de momento. Así, hasta que sintió como su sombrero que estaba en su falda comenzaba a moverse. Rhiannon extrañada por la situación, lo levanto un poco, solo para que este saliera volando de nuevo a su cabeza y durante el proceso liberara una carta roja que de a poco se iba desenvolviendo en el aire, hasta tomar la forma de una boca. Rhiannon palideció, mientras buscaba tomar la carta antes de que esta terminara de desdoblarse, pero lamentablemente la misma se escapo de entre sus dedos. Una voz de hombre bastante seria y profunda comenzó a proyectarse a través de la misma.



“¡Sea donde sea que estés, asumo que no es demasiado importante como para evitar que envíes tu reporte periódico! ¡Tu madre llora por no saber de ti! ¡Cuanta irresponsabilidad de tu parte! ¿¡Acaso no has construido un taller aun donde realizar tus anotaciones!? Apuesto que no, pues has olvidado mas de la mitad de tu equipo! El concejo se encuentra en decepción, pensando en que bien han hecho el no encargarte ninguna reliquia, o seguro habría sido lo primero que perderías o cambiarias por alguna habichuela mágica o algo así.”



Diría en un comienzo, para el cual la pequeña pelirosada estaba prácticamente saltando como un gato entre los niños regados por el piso tratando de dar caza a la cartita que volaba sin dejar de regañarla con un tono bastante riguroso. La misma continuaba



“¡Maldita sea Rhiannon! ¡Eres una Dempsey, da honor al maldito apellido! ¿¡Que acaso tengo que amenazarte con expulsarte del linaje para que puedas hacer algo bien!? ¡Tu hermano a esta altura estaba derrotando a maestros nigromantes con la boca cosida y sus dedos quebrados! ¡Y tu hermana sabia desterrar demonios con una sola mirada! Y no me obligues a recordarte lo que hicieron los demás. ¡Un merito hija, un merito necesitas para ser alguien aquí, y no lo estas logrando! Espero que estés recapacitando y estés haciendo algo útil donde fuera que hayas caído. Ni siquiera quiero pasar la vergüenza de que uno de mis hijos no esté a la altura para ingresar a la logia que nuestra familia fundo.”



Horror, pánico. La mirada de Rhiannon se estaba llenando de lagrimitas de oir la voz de su padre decir todas esas cosas mientras ella como un gato inexperto intentaba cazar la carta. Finalmente para cuando la agarro, y rodo contra una pared en pos de no soltar el maldito vociferador que su padre le había mandado, quedo inmóvil. Ya parecía que todo lo malo que tenia que decirle, le dijo. Estaba a punto de intentar sobreponerse, cuando en el descuido la hoja encantada se libro de sus dedos y ultimó.



"Tu madre tiene algo que decirte también...
Hola tesoro, recuerda abrigarte bien, cambiarte y asear tus braguitas, y colocarte calcetines al dormir. Sabemos las crisis nasales que tienes si no lo haces. Cuídate mucho, mi panquesito de fresa.
"



Listo, definitivamente ya tenían a quien usar como sacrificio, porque simplemente se quería morir. Tanta era su vergüenza que simplemente se sentó frente a la pared con la que se golpeo, y quedo allí, como si se pudiera convertir un mueble o parte mas del tapizado. Escondiendo su cabeza dentro de su sombrero que por suerte no se le había caído de la vergüenza.
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Mensaje por Allan Nicholas Sáb Feb 28, 2015 8:17 pm

Desde que tiene uso de razón, Allan ha sido instruido con el pensamiento que Al Hazred ha manejado toda su vida, sobre el obrar desde lo funcional o lo que sea necesario, sin remordimientos de por medio que limiten la mano del hechicero, ni desvaríos cuando se requiere una acción inmediata y certera. La explicación de su padre no acepta otras teorías ni soluciones, es lo único malo que encuentra con respecto a su forma de ser, por cerrarse siempre a la posibilidad que él imagina sin tomar en cuenta lo que a otros se le ocurra.

Siente que su corazón salta por un par de segundos cuando su madre es quien se ofrece como sacrificio. Era de esperarse, tanto Allan como sus hermanas estaban conscientes que el corazón tan bondadoso de su progenitora siempre ponía a otros antes de ella, por supuesto que está dispuesta a entregarse a la voluntad de los señores infinitos que rigen en esas dimensiones tan abstractas. Confía en que su padre no haría algo que pueda marcarla, aunque tal procedimiento siempre modifica tanto la estructura del cuerpo como la forma del espíritu.

- No madre... No puedes ser el catalizador, no eres parte del ritual - Allan habla casi con pausa, en un tono de voz bajo mientras se sujeta los brazos y frunce el ceño en dirección a la mujer - No eres parte de la formula, si algo así sucede lo mas seguro es que enfades a los dioses... ¿Me equivoco? - Dirigió esa pregunta a su padre, con una seriedad que oculta la razón detrás de su argumento, que busca complicidad en lo que acababa de mencionar. Su madre está fuera de discusión, no va a permitir de ninguna manera que le sea arrebatada por querer salvar a unos huérfanos.

En lugar de ella se ofrece Laine, una persona que demuestra ser no solo bastante listo, sino también interesante a los ojos de Allan. Es suficiente referencia el hecho de que se haya convertido en alguien cercano a Ariel al punto de generar celos, lo que quiere decir que tiene la aprobación de Azazel, haciendo que en la mente del chico se generen ideas de la señora Buttercraft convirtiendo al pelirrojo en un esclavo sexual. No duda que ella sea capaz de cualquier cosa, si se tiene en consideración que es una de los aristócratas fundadores y por tanto tiene muchísimas influencias a su disposición.

No es posición de él oponerse, ya quedaría en la palabra de Ariel en disponer de eso y de que tanto esté de acuerdo Azazel con ceder a eso. Allan supone que él si podría ser el sacrificio si se piensa que estuvo involucrado en esa persecución tan alocada por las calles nocturnas, que debió empezar justo en el punto donde se inició el ritual - No soy quien para decidir en la jurisdicción de otras familias o por la determinación personal, pero digo que Ariel tiene razón al no querer que seas tu el catalizador, si se piensa que puedes ser muy necesario para establecer una defensa en caso de complicarse la situación - La opinión en voz alta va dirigida a Laine sin nada de pesar en su voz, sino que está siendo honesto, no quiere que esté en un predicamento como ese.

- Sería un desperdicio de belleza... - Murmura Ellen sin parar de mimar la espalda de uno de los niños, mientras que Allan pone atención a la idea que propuso Rhiannon de un método de engaño. Podría funcionar, si se piensa con mas detenimiento, o eso reflexiona el chico cuando imagino todas las variables que podrían existir con eso. ¿Que pasa si en lugar de destruirlo se intenta contenerlo?

Contener a ese dios no debería ser tan complicado como seguro será contener a lo que se aproxima. Un grito lo bastante sonoro desde el exterior que indica la proximidad que existe entre la casa de los Hazred con una mujer que se acerca con la requerida furia para hacerse escuchar desde la calle con todo el escándalo que hay. Es familiar, posiblemente ya mas de uno la ha reconocido, entre esos Ariel, que palidece sin necesidad de que nadie le diga de que se trata, aún así Mary le dice con un tono de inocencia lo que ya es obvio.

- Ariel, es tu mami...

Para antes que pudiera seguir hablando, la sala entró en un silencio relativo, causado por la carta que ha aparecido del sombrero de la bruja. Allan en serio no puede compadecerla mas, sin ánimos de intrigar o de sentir lástima, cree que hasta su padre, que es un monumento a la crueldad e indiferencia, ha sentido empatía por la chica que se convirtió en el centro de las miradas. La única que pareció divertirse con la escena fue Bianca, la familiar de los Hazred, que se llevó una patita a la boca en un intento de no reírse. Para que no soltara una cruel burla, Mary le golpeó en la cabeza sin ser muy brusca como regaño antes de que la felina arrojara sal a la herida.

Ver a lo que quedo reducida la chica simplemente le parecía mal, sería injusto tan solo alienarla y pretender que nada ha pasado, cuando en momentos como ese, por mucho que se quiera estar solo, es que es necesaria la compañía. Allan se levanta en silencio, sin comentar nada al respecto, guardándose su aliento para la chica que se ha refugiado en su sombrero que seguro quisiera que se la tragara la tierra.

- Oye... No te escondas en donde ya se supone que estás a salvo... - Allan le habla con ternura, en susurros para que solo ella lo escuche, estando con una rodilla apoyada en la alfombra mientras apoya una de sus manos sobre el hombro de la chica, con la delicadeza que debe ser tratada para reconfortarla - Todos hemos estado en tu lugar, esas palabras no pueden herirte si sabes que no son ciertas, ¿O dirás que sobrevivir todo ese recorrido no ha valido mas que vencer a un nigromante o desterrar un demonio? Nadie que te haya visto ayudar a estos niños arriesgando tu vida puede tacharte de incompetente... - Con el atrevimiento de un niño, Allan se asoma un poco por debajo del sombrero ajeno y le sonríe con suavidad, esperando que ella pueda verlo.

- Yo creo que has tenido un mérito muy grande... seguro que no soy el único que piensa eso... - Dicho esto, el heredero realiza un pequeño truco que implica la creación de una rosa de color azul, que vendría a depositarla en el regazo de Rhiannon sin abandonar su lado - Nadie puede lastimarte donde te encuentras protegida, recuerda eso...
Allan Nicholas
Allan Nicholas

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Mensaje por The Radiant One Dom Mar 08, 2015 12:56 am

Somos una entidad que ha recogido las mentes de muchos a lo largo de la existencia misma. Nacemos como hermanos opuestos de los hijos del caos, y como hermanos, convivimos en una constate lucha por el poder desde siempre. No obstante, precisamente en este mundo por razones detestables, nuestra influencia ha caído demasiado… Hasta ahora.

Siendo parte de una cultura que ha sido hecha añicos por las fuerzas mas extremas en comparación a las comunidades que deseábamos guiar, muchas lecciones nuestras se han perdido. La moda entre los hechiceros de Kil'Daggoth, es buscar el poder entre las palabras que evoquen las cosas mas hórridas y deformes, abortos naturales y desafíos a cualquier regla que la decencia exige. No obstante, un selecto grupo de iluminados han recibido nuestro mensaje, y puesto en marcha nuestro plan. La reorganización está en proceso, y no solo aquí, sino en diversas partes en las cuales los involucrados que podrían haber sido pieza clave de nuestros planes, intentan detener. Mas no importa cuando se resistan a frustrar el rito. Somos fuertes, y no nos dejaremos vencer por un ejército tan incompetente de testigos casuales.

Nuestra intención es el sinónimo del Bien Mayor, el correcto camino que una vez gobernó a este azotado mundo, y que desde un principio permitió a los antiguos gobernantes a llegar al poder. Marcados como tiranos fueron, eliminados como si se trataran de plagas, por aquellos que fueron seducidos por el Nexo y la influencia de nuestro demente Padre, quien es la raíz de toda la maldad y sufrimiento en cualquier plano temporal, dimensional, o universal donde veamos. No le dejaremos triunfar, competiremos como lo que somos, el Orden, lo que se ha perdido en estas tierras enfermas con los delirios de hombres que sacrifican su preciada mortalidad, y conviven con las aberraciones que no deben ser nombradas. Somos los jueces, los jurados, y verdugos de todos los insensatos, y a su vez somos los salvadores de los fieles, los bondadosos que traeremos descanso, porque Dioses somos, les mostraremos lo que significa ser una deidad.

Es por esa misma razón que finalmente el escudo que protege a esta mansión  infinita finalmente va a ser quebrada por nuestra divina intervención. Son el golpe de unas garras de luz, las que va a sentir el mismo hechicero que ha invocado esta barrera y se visualizaran en la carne de este. Por su parte, dentro de estos dominios hay otro ente que realmente nos altera y es precisamente las flamas de su alma las que nos llama la atención como un blanco a erradicar. Es un ser sin sentido, sin razón. Su vida sigue llameante, a pesar de que ha experimentado el dolor de la muerte más de una vez. Si tiene tiempo de reaccionar, simplemente le daremos la consideración de observar el “rostro” del orden, el mismo que impacta contra ella y con la cual pretendamos reclamar su vida y renovar su muerte. Esperamos que esta vez sea definitiva, si es que todo sale de acuerdo a nuestros planes.

En esta tierra, donde la muerte es negada por todos, ejerceremos nuestra influencia para restablecer una de las reglas más importantes de la vida. Les devolveremos la capacidad de morir, por mucho que puedan desafiar al descanso eterno, no es elección de ustedes la culminación de su ciclo, sino nuestra, y solo nuestra. Nuestro Demente Padre, loco por su infinita hambre y su senilidad que data desde los orígenes mismos, ha sembrado esos sentimientos de eterna lucha y negandoles la tranquilidad del último aliento. En cambio, benevolentes y justos seremos, y con los tres aspectos de la vida que hemos seleccionado, hemos puesto en marcha nuestra voluntad a través de los devotos que ya se han entregado en la sagrada misión de imponer Orden nuevamente.

Laine, aspecto de la Neutralidad, hijo de las criaturas antiguas de otra realidad a la cual también hemos visto nacer. Rhiannon, aspecto del Orden, hija de flujos mágicos y de una casta que siempre se ha opuesto a las insensatas manifestaciones de lo incorrecto. Ariel, aspecto del Caos, hija de un vientre oscuro, de una mujer que abrazó al Mal y desde siglos sigue con vida, negando la posibilidad de ser perdonada y a la que arrojaremos como castigo al infierno, lugar que hemos designado para que los pecadores a los ojos del Orden purguen sus felonías. Usando a estos tres individuos, recibiremos sus almas en el pozo eterno de nuestra luz, y de vuelta las enviaremos para que funcionen como un ancla de nuestro poder. Con esas existencias tocadas por nuestra mano, estableceremos las reglas que los desdichados y desorientados ciudadanos de Kil'Daggoth se han encargado de desterrar.

Que vayan nuestros muertos, nuestros sirvientes que hemos extraído de sus tumbas por la gracia que concedemos a un neo nato Dios de la Muerte, uno de nuestros agentes y heraldo de uno de los aspectos mayores del Orden. Defiéndanse de nuestros espectros... Muestren que tanto están dispuestos a oponerse...

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Mensaje por Katsuko Sáb Mar 21, 2015 9:23 pm

No ha tenido muchas opciones más que salir a poner pecho a lo que sea que estuviera atacándolos. Aunque ya ha dicho que no puede hacer demasiado contra espectros, pues sus manos aun no han conseguido una “bendición” o algo similar para poder darle palizas a entes abstractos. Claro, intentara hacer lo que pudiera con las almas atormentadas que lleva consigo para poder manejar la situación, aunque tiene algo bastante claro. Ira a hacer lo que Al-Hazred, viejo psicópata, le dijo que hiciera: inmolarse.

-¡Tsk, pero que fastidio maldita sea!- Gruñe saliendo nuevamente de la mansión, sin dejar de observar un poco inquietada los haces oscuros que golpean incesante la burbuja que es el escudo que protegen a la propiedad. Se ajusta un poco mas sus ropas, mientras su cabello empieza a encenderse de manera paulatina pero rápida al fin y al cabo. Si, aunque las observara demasiado no podría decir que clase de alimaña se enfrentarían esa jornada, pero la preocupaban de un modo que no quería admitir. ¡Simplemente era inaudito que ella estuviera nerviosa! Mas aun considerando que quizás era una de las mas experimentada en los viajes que se pueden hacer en el Nexo y al Vinculo Mundial, y allí si que hay monstruos de todo tipo como para tener pesadillas por el resto de varias vidas.

No, no iba a admitir que estaba asustada. Y por supuesto que su pie no se movia incesante porque temiera que la muralla cediera en algún instante –cosa que dejaría muy mal parado a el ciego loco-, sino porque se estaba aburriendo… Si, seguramente era eso.



Sus ojos terminaron dilatándose al punto de volverse como los de un gato durante el día. Un sonido crujiente y aturdidor comenzó a sucumbir en todo el lugar, como si algún trueno hubiera caído justo en el patio trasero. Luego, las sombras simplemente se volvieron luz, una tan brillante que por poco quedo ciega. Quizás fue el destino que tuvo el presentimiento de poder ponerse en guardia cuando sintió que alto se abalanzaba sobre ella. Resistió el golpe amontonando la cantidad de fuegos fatuos como un escudo, forcejeando con ese ente que deseaba derribarla.  Era difícil distinguir lo que tenía en frente por la luz, pero se forzó a si misma a mirar. Algo parecido a una bestia abría sus fauces ante ella, como queriendo atrapar su cabeza entre sus colmillos.  

Gruño un poco, fastidiándose al sentir que sus brazos dejaban de responder… ¡Vaya que no sentía algo así, desde hace muchísimo tiempo! Sonrió con una sorna venenosa, a lo que fuera que estuviera frente a ella.  Sabia que iba a perder, mas no lo haría con humildad… Eso nunca. -Oye... Si sigues así... Vas a quemarte.- Advirtió, con esa mirada endemoniada tan terrible que solo dedica con aquellos que realmente avivan la llama de su odio.

Y luego… Finalmente cedió.

-Me vengaré…- Solo pudo pensar, mientras su visión se tornaba negra, y su cuerpo se desplomaba en el piso apagando de una sola vez las llamas en su cabello, tras haber perdido en la puja de fuerzas. Lo que sea que tuviera en frente atravesó su cuerpo, dándole una desagradable sensación. Todas las llamas a su alrededor se esfumaron en menos de un suspiro. El color en su cuerpo se volvió pálido, casi como el de los muertos. Su mismo cabello rojo perdió intensidad y brillo, y todo el escándalo viviente que siempre fue… Se apago. O quizás no…

Lo había prometido. Volvería. Las cenizas siempre guardan brasas, por mas frias que estén.

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Mensaje por Al-Hazred Miér Abr 01, 2015 12:38 am

Ah, desesperación. Cruel recurso para usar contra aquel que se ha redimido de pecados, y que lamentablemente no recordará pues está completamente perdido en locura. Si, inequívoco es decir que hablo de mi persona, Al-Hazred, maestro del caos y sirviente fiel de lo incomprensible, analista frío y maestro estricto, quien da su testimonio basado en las enseñanzas de las oscuras lecturas, los resultados de las diabólicas tablas que susurran entre los ecos deformes de las cortes cósmicas, relatando las respuestas a las interrogantes con versos hambrientos entre los vientos de la magia. Ah, aprendizaje, lecciones que nos trae la vida con experiencias tan detestables, como lo puede ser el sonido sordo de la Muerte chocando contra las paredes de mi morada, bastión de resguardo para mi apellido, mis posesiones, y mis felicidades, hoy llena de invitados que observan y escuchan las verdades del Orden y sus métodos extremistas con relación a aquellos que no queremos seguir sus mandatos y postrarnos a su tiranía.

El remedio para esta molestia no es otro sino la negación de su regla, con un insulto que a su vez alaba a las artimañas de nuestros señores de otras galaxias, dispuestos a bendecir a quienes les entregan Caos. Yo, quien a cambio de la visión y audición del alma he sacrificado mis ojos, puedo oír las voces que me prometen la victoria si ofrezco la naturaleza de uno de los objetivos de los insulsos espectros del fallecimiento. Ellos desean la pureza inocente de uno de los pequeños, quieren devorar cada parte de la tierna esencia que caracteriza a la niñez, corromper sus almas y devolverlos como verdaderas crías del abstracto universo que la lógica falla en explicar… Y con ese nuevo diablillo amado por los Dioses Exteriores, consumir a la muerte y condenarla a la No Existencia, un estado que es más siniestro que la muerte misma. Ah, demencia… Tus palabras me carcomen y me hacen alegre, cuando promueves planes que al final resultan ser burlas para los cobardes dioses del Orden.

Ah, ternura… Producto de escuchar la propuesta de mi amada consorte, quien dispuesta está a arrojarse a las piras de sacrificio y de renunciar a su parte angelical con tal de proteger la integridad de estos infantes. Mi deseo profundo es que ella beba un trago profundo de los venenos dulces que representan la corrupción del Caos, ese lodo amargo que quema los sentidos y despierta al alma, otorgando una vista completamente distinta del mundo como se le percibía antes… Y, aun cuando esa oportunidad aparece, yo he de decir… - No, amada mía. No puedes ser parte de la ofrenda, la Muerte no se ha acercado a reclamarte, no eres catalizador de su plan. Ah, mi preciosa Credens, amada por siempre serás, gracias a tu espíritu tan noble… Nunca fallas en hacerme sentir admiración hacia ti. – En un abrazo envuelvo a mi dama luego de caminar hacia ella, contra mi pecho la respaldo y bajo mi capa la contengo, al igual que al confundido niño que entre los brazos de ella aun está aferrado. No pretendo hacerlo a él específicamente el objetivo de mis artes oscuras, cualquier otro de los presentes puede servir… Es posible, que si todos estos corderos fuesen elementos de mi ritual, emergerían como verdaderos ejemplos del Caos dominante.

Pero algo me detiene. Otro argumento válido, una posibilidad que es menos inocente y en igual medida es más noble. Un sacrificio por parte de otro involucrado, un siervo aparente de la casa de Buttercraft, quien en efecto puede ser el centro de las energías a canalizar, destruyendo su naturaleza y evolucionando a otra etapa donde su carne y alma se volverán una sola, y del resultado de eso, una salvación para los menores. He de decir que eso no es recomendable, un sacrificio para evitar otros sacrificios es aceptable, mas no agradable, menos si se trata de una entidad que ya se encuentra bajo los servicios del Caos, como sería de esperar de Azazel y sus relativos. Ariel, como niña de Kil’Daggoth, es consciente de ello, y de la propiedad que él representa para su casa; ningún dueño en su sano juicio entrega a un vasallo por el bien ajeno.

- Tu ofrenda puede ser bien recibida por los dioses, sirviente de Buttercraft, pero de mayor necesidad eres en una situación como la presente. No puedo atarte a una mesa y reducir tu grado de utilidad, por cruel que pueda sonar mi expresión. Y por mucho que quisiera, la cría de Azazel tampoco me sirve, ya es ella una representación del Caos, no será una ofrenda satisfactoria al ser algo que los dioses ya poseen. – Las opciones se hacen más evidentes, los recursos se agotan, el tiempo apremia y la tensión es tal, que soy capaz de percibirla. Una caricia coloco sobre los cabellos de mi dama, mi abrazo se hace más ligero, mi mano recorre su espalda buscando confortarla… Y recuerdo entonces, que una sola alternativa resta, y la puedo notar al momento en que sugiere una solución muy simple, pero factible, de no ser ese el terreno de curanderos tribales y adivinos orientales. Por supuesto… ¡Ella también puede ser la anatema!

Pudo serlo… De no ser por la sensación de enorme vacío que ha caído luego de esa reprimenda tan humillante. De nada sirve ya, seguro es que en estas instancias, desee morir. - … Ah, crueldad… Sin palabras estoy. Tranquila puedes estar, no es mi pretensión hacerte sentir peor, bruja… - No, definitivamente, ha sido descartada gracias a ese mensaje tan poco discreto. He de asumir que su padre es un elitista y su madre una mujer muy protectora… Tal como lo vendría a ser mi dama amada.

Lo que hace que me dirija a la cercanía de la puerta de entrada, ha de ser el enloquecido sonido de algo que toma una magnitud superior. Ah, indecencia… Una desfachatez, por parte de los esbirros de la Muerte, salirse de su metafórico descanso al que ellos mismos se han entregado, tan solo para intentar derribar los muros de mi morada. ¡Ilusos son! ¡Mi locura va más allá de lo que sus corroídos espíritus pueden superar! ¡Mis posesiones son un bastión resistente ante las tácticas tan simplistas de los muertos en un intento de emplear la fuerza bruta y una oleada de fallecimiento para intentar destruir algo que durante un milenio ha permanecido y evolucionado!

- ¡AH, PATETICO! ¡¿CREEN QUE ME AFECTA LA MUERTE DE LA GUARDIANA DE MI MANSION?! ¡ELLA HA ABRAZADO AL CAOS PARA NEGAR ESE ESTADO QUE LOS APRISIONA A USTEDES! ¡ELLA ESTÁ HECHA PARA MORIR! ¡¿CUANTAS VECES SERAN CAPACES DE ASESINARLA ANTES DE QUE RETORNE PARA DEVOLVERLOS AL INFIERNO!? ¡ESCUCHA MI VOZ, GUARDIANA! ¡BURLA AL ORDEN Y ALZATE PARA COMBATIR UNA VEZ MÁS! – Euforia, producida por mi visión metafórica que me ha permitido hurgar en el tarot pandémico con tan solo atender a la caída temporal de la descarriada guardaespaldas de mi esposa, y que me permite ocultar mi falta de tiempo en un intento por llamar a la victoria.

- Abriré esta puerta, y quienes poseamos la capacidad mental y espiritual de combatir, habrán de seguirme. Ariel Buttercraft, tu vendrás junto con tu protector, pues pretendo colocarte en posición de asegurar de que tu madre coopere. De lo contrario, poca colaboración mostraré cuando esta situación caiga sobre tu familia… - Tras largar una pronunciada sonrisa, remuevo el glifo que protege la cerradura, y de inmediato bloqueo el paso de energía con esferas que se tragan al concepto de la muerte. Una protección improvisada, necesaria mientras se limpia el terreno de estos cadáveres, para preparar el ritual apropiado. – Amada mía, deja a la mucama demente la responsabilidad de los pequeños, y únete como parte del ejército a la defensa de nuestro patrimonio. Esta noche, traeremos Descanso Eterno…

Ciertamente… Esta noche, mataremos una parte de la muerte…
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Mensaje por Credens Justitiam Jue Abr 09, 2015 11:12 pm

Aun permanece bastante seria a la situación. Sabe que no cuentan con el suficiente tiempo para analizar todo lo que quisieran, y en ese mismo instante la mismísima muerte, esta “golpeando” la puerta de su hogar. No es algo que le guste de ningún modo, y aunque realmente deseara poder pedir asistencia de algunos de los soldados y otros comandantes de intachable experiencia en el ejército de su Reino, sabe que de momento es imposible. Es un asunto que aunque puede ser “ajeno” a la seguridad del reino, pero sospecha que puede pasar a mayores y repercutir más allá de lo inimaginable. En realidad, cualquier situación que ponga en peligro a su propia familia, y a unos niños desprotegidos es suficiente para que la comisaria deje de sonreír y dibuje su rostro más serio. Las reglas en este lugar son algo bastantes flexibles e inentendibles, pero sus principios son inquebrantables: proteger a tu familia y a los débiles inocentes.  Es por eso que no va a recibir de muy buen ánimo el abrazo que la termina envolviendo bajo un manto negro a ella, y al mismo retoño que lleva en sus brazos. Unas suaves caricias quizás quieran hacerla aflojar en sus ideas, pero ella está firme. Su misma voz suena con autoridad y una severidad que de momento no se ha oído en esa casa en bastante tiempo.

-Al-Hazred, quizás hago mal en cuestionar tus conocimientos… Sé que no soy precisamente una persona sabia en hechicería ni nada referente a la magia de esta nación… Pero que te quede claro, que no voy a permitir que toques a ningún niño para solucionar este asunto. Sé que puedes hacer algo mejor que eso.-
Ha de dictaminar, aferrando mas fuerte al pequeño en su pecho y escapando así finalmente del abrazo, creando un ambiente de tensión muy fuerte, sobretodo para los hijos de la pareja que rara vez han de verlos en una situación que no sea melosa. Una vez hecho esto, con el mismo pequeño que la mira algo preocupada, vuelve a ocupar un asiento entre los pocos disponibles que hay en el lugar. No tiene verdaderamente ningún aporte que hacer, más si tiene una condición muy marcada. Aun así, no termina de convencerse ante las alternativas que se presentan, salvo la última que la pequeña señorita de cabello rosa ofrece. Si no quiere dar a un niño, menos va a considerar que sea más apropiado de ningún modo el que el joven sirviente de la pequeña Ariel sea el reemplazo adecuado.

El silencio se mantiene entonces, cuando una especie de carta mágica aparece en el salón. Credens afloja un poco la dureza de sus facciones ante la sarta de palabras que la misma, de una manera curiosa, reproduce la voz de quien parece ser el padre de la señorita Rhiannon. Se le estruja su corazón por momentos, considerando completamente innecesaria la dureza con la que se comunica, mas aun, el marcado enojo que en cada silaba se puede interpretar en su pronunciación. ¿Es que acaso realmente era necesario tanta falta de benevolencia con alguien que esta aprendiendo a valerse por si mismo? No conoce a la señorita, pero cree que puede ser alguien bastante noble y buena, como una niña debe ser. No parece tener malas intenciones, además de que ha sido la única que ha propuesto una solución en donde no hay que hacer grandes sacrificios de inocentes en pos de derrotar a algo que ni se termina de entender de todo. Desea por un momento dejar al pequeño y reincorporarse para consolarla, para decirle que ya pasara todo y le darán una disculpa. Lo haría, de no ser que su pequeño Allan ha sido más rápido y va a consolarla. Suspira profundo, llenándose de orgullo en su pecho.

Claro, todo parecía volverse menos tenso hasta que el sonido de algo partiéndose la puso nuevamente en alerta. Dejo al niño en el sillón, mientras rápidamente se asoma por la entrada del salón, siendo impaciente en lo que pueda venir. Claramente ella no será parte de la solución, pero sin duda será parte de la resistencia de lo que sea que venga a pretender a lastimar a su familia y a los invitados de su casa. Escuchando como Al-Hazred empieza a desquiciarse en uno de sus ataques de histeria, no puede perder mas tiempo al momento de dar directrices en el lugar antes de abandonarlo.  

–Ellen, tú te quedarás con Mita a ayudarla con los niños. Son muchos como para que ella sola los pueda cuidar. Los llevaran al sotano, ahí nada podrá atacarlos. ¿Entendiste cariño?- Dirá, antes de ser la primera en salir fuera de su hogar rápidamente.  Se para firme mientras entre sus dedos un halo de luz forma un lazo dorado, que antes de medir bien la cantidad de autómatas que emergen de su propio patio, ha de notar a su guardaespaldas, su querida Katsuko, caída en el piso.  Su rostro se muestra bastante perturbado, más rápidamente su expresión se pone bastante furiosa. Ha de apuntar con sus brazos, antes de que el mismo lazo que estaba entre sus dedos se extendiera como una cinta que empieza a empujar a los autómatas, moviéndose entre ellos para finalmente atraparlos por sus torsos. La cinta aprieta fuerte, y aunque no los ha capturado a todos, si a una considerable cantidad que ataca por el frente.

-¡Quien pueda lastimarlos ahora, háganlo que no se pueden defender!- Anuncia, siendo muy clara a los que vengan por detrás. Sus cintas se mantienen con un lazo que la misma sola se ha hecho, mientras la rubia va rápida a buscar el cuerpo de su querida pelirroja, que espera pronto vuelva a despertar. La levanta con algo de dificultad, pero lo suficientemente rápido para evitar que algún enemigo se aproveche de su momentánea “no-consciencia”.
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Mensaje por Laine Vie Jul 03, 2015 7:03 pm

La voz de Azazel afuera llamando a su hija sacó al strigoi de sus cavilaciones, olvidándose temporalmente del pronto altruista y auto-sacrificado por el que acababa de pasar, creyendo en la ingenuidad de su buena persona y arrogancia que era el más apto para tomar ese lugar y que podría soportarlo. La conclusión a la que hubiese llegado no importaba, Ariel tenía plasmada la imagen en su rostro de una autoridad muy parecida a la de su madre, que no pensaba dejarle cometer semejante atrocidad, por más strigoi que fuera. Por un momento, Laine recordó que no era indestructible y se disculpó con una mirada condescendiente.

La vocecita de Rhiannon llamó la atención de ambos, especialmente la propuesta que dejó en bandeja y tanto Ariel como Laine parecieron meditar seriamente unos segundos hasta que… apareció esa carta parlante. Los chicos de Buttercraft quedaron completamente en blanco después de escuchar semejante escándalo por el que, claramente, era el padre de la bruja, y más aún la mujer que correspondía a su madre haciendo el contraste preocupada por su bienestar de un modo que avergonzaría a la persona más segura de sí misma. Sentían un poco de pena por ella, Ariel tuvo el impulso de ir a abrazarla y animarle, pero Alan se le adelantó. Al final decidió que era el mejor prospecto de consolador y decidió centrarse en lo verdaderamente serio.

Los dos rechazaban internamente la idea de sacrificar a uno de los pequeños, pero solo Ariel era la única dispuesta a tomar esa decisión si no quedaba más remedio. Al observar a los esposos no le quedó la menor duda de que otro lado radical protector era la señora de la mansión, y que definitivamente la solución más obvia era la que Rhiannon había trazado antes de que esa carta destruyera su espíritu.

Laine sintió el momento exacto en que la barrera cedió por completo y cuando las llamas de Katsuko consumieron todo lo que había que consumir de su vida antes de renacer nuevamente como se esperaba. Ya no quedaba demasiado tiempo, la entidad que tocaba los hilos detrás de los espectros, muertos vivientes y el mismo pequeño Dios de la muerte los desafiaba directamente a salir y luchar por sus vidas. Luchar por oponerse a sus deseos y preceptos. El strigoi nunca fue adepto del Orden aunque sí se acercó bastante al conseguir el equilibrio que se suponía significaba la evolución de su raza, y el Caos era todo aquello que tomó su existencia en controlar para que no devorara toda su humanidad. De ambos había aprendido que no prefería a ninguno en cualquier caso.

Ariel por su parte asintió cuando Al-Hazred habló tan despótico e impertinente como esperaba que fuera, en respuesta, sonrió con sorna sin dejarse amedrentar por esa silenciosa amenaza. Mejor que nadie sabía que pese a lo molesta que estuviese su madre no iba a hacerla más vulnerable estando en su presencia, ese incentivo debería sacar todo lo que Azazel Buttercraft normalmente oculta y se reserva para aquellos que tienen el privilegio o la desgracia de contemplarla en todo su potencial destructivo. No tenía por qué temer, al menos no a él, pero si sentía intranquilidad ante la otra presencia que se oponía salvajemente a su naturaleza y demandaba su completa destrucción, de todo lo que ella, lo que Kil'daggoth representa.

Estaré contigo en todo momento —le aseguró Laine, tomando su mano —no permitiré que nadie te toque un cabello. Lo prometo.

Ariel sonrió antes de salir de la mansión con él.

Debiste ser todo un caballero de armadura brillante en tus tiempos, qué bobo eres.

Más tranquilos se abren paso al campo de batalla, con ellos están evidentemente el hechicero demente que se defiende de varios autómatas y su esposa, que no es otra que la comandante de todo el ejército del reino. Lo deja muy claro cuando en posición de batalla ata un buen número de criaturas con la intención de que alguien las aniquile pronto. Ese alguien es Laine, cuyo tercer ojo resplandece unos instantes con un brillo carmesí antes de lanzar disparos letales contra los autómatas retenidos, fundiendo sus almas reanimadas hasta que no les provoque volver a sanar y subsistir.

Casi al mismo tiempo una ola de muertos fue sacudida por una pequeña explosión que mandó trozos de cuerpos a volar y disolvió algunos de los espectros que entraron en contacto con la onda expansiva mágica, que no podía pertenecer a otra que no fuera la hechicera Roja. Azazel apareció entre el humo, ataviada elegantemente de rojo como siempre, una capa de piel carmesí y un vestido bermellón con atavíos de oro con rubíes que rivalizaban con sus ojos, furiosos y centrados en el dueño de la morada. Solo después comprobó que su hija y Laine estuviesen enteros.

… hm, menuda fiesta la que se ha armado en tu morada. Al-Hazred. Parece que nuevamente has acabado incordiando a alguien, esto excede por completo mis impresiones —comentó tranquilamente, aunque se podría percibir en su voz un tono mordaz y ácido. Furioso pero todavía controlado. Los Buttercraft por regla no pierden la decencia en NINGUN momento. —Pero dejemos por esta noche nuestras diferencias —dijo, finalmente suspirando y adoptando una postura más seria, menos enfocada en lo que pudiese sentir hacia el embajador. —Nos atañe un problema mayor, si esto se expande en el reino no seremos los únicos en problemas. —después de terminar de decir eso, azotó su brazo en una dirección creando otra onda expansiva de energía caótica que golpeó y destrozó a un par de autómatas que pretendían acercarse a Credens, a diferencia de Al, la noble mujer le agradaba, en cierto modo le provocaba impresiones contradictorias sobre la pena o admiración que pudiese sentir por haber abierto su corazón a un ser tan demente como Al-Hazred.

Más muertos llegaban, obligando a cortar el diálogo para combatir y proteger la morada, hasta encontrar la solución para matar al recién nacido Dios.
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Mensaje por Rhiannon Vie Jul 17, 2015 12:00 am

Rhiannon no tiene grandes pretensiones para su vida. De hecho, le gustaría poder hacer un merito para que su padre y la logia que conforman puedan verla con buenos ojos. A partir de ahí no tendría que hacer demasiadas cosas. Volvería a la casa de sus padres, haría encargos de alquimia, haría uno que otro viaje entregando sus soluciones mágicas, seguramente en uno de ellos encontraría a un muchacho del cual se iba a enamorar, y luego de muchos viajes juntos, seguramente le pediría ser su novia. Una vida tranquila y no por eso, menos feliz de algún modo.  Pero NOPE. En ese momento solo había recibido un regaño épico frente a un montón de personas que no terminaba de conocer, no haciendo que de algún modo la vergüenza que la ataco fuera menos o en cualquier caso, doliera menos…

Aun asi, en el hermetismo total que se lleno la sala, no hubiera esperado que realmente se animara a llegar hasta ella. Cosa que en realidad si termino pasando, cuando la voz que reconocería como la de Allan se acerco a ella mientras intentaba reconfortarla de algún modo. De algún modo, puesto aun no consideraba que hubiera sido de verdadera ayuda para todos ellos, salvo pequeñas casualidades fortuitas donde una de sus pociones funcionara… O algo relativo. No es que tuviera mucho de lo cual sentirse orgullosa cuando su cuerpito entero seguía temblando en parte, del terror que fue escuchar a su padre gritándole. –Gracias Allan…- Murmura muy bajito, casi inaudible pero con el obvio rastro de un llanto que se esta conteniendo más de la cuenta. Lo que si no hubiera esperado en ese instante, fue la rosa azul que este creo para entregársela. ¿Ah, cuando había sido la primera vez que alguien le dio algo en este mundo…? No lo recordaba, por lo que, esta iba a quedar como el primer regalo que obtuvo habitando ese mundo de terror.  Sin mediar muchas palabras, antes que recibir la rosa en su rosa, simplemente acertó a abrazar a Allan, un poco brusca y de forma inesperada. No sabría que hacer con la rosa, pero sentirse acompañada en un momento así, era más que suficiente…

Aunque tan lindo momento de reciente amistad, no habría de durar demasiado. Por poco a la bruja se le olvidaba de que, en realidad ya se estaban escondiendo. Y atónita observo como de a poco el padre de Allan iba perdiendo el control por algo que había sucedido y aun no entendía. ¿¡Es que en serio se murió la pelirroja de hace rato!? Un poco congelada del miedo por los golpes que empezaron a azotar con más insistencia, se puso de pie mientras observaba como todos iban tomando parte, pero…. ¿Qué iba a hacer ella? Abrazo su sombrero, mientras la empezaba a consumir el apuro de justamente ayudar en algo a todos los que se movían allí. No, no seria bueno pelear en ese instante, no ella que en realidad si llega a ser golpeada en el piso va a quedar. Sin pedir permiso siquiera, simplemente decide acompañar a las hermanas hacia donde llevan los niños mientras su escoba vuela a su hablando en un idioma que ambas no mas comparten.

-¡Ya se ya se! Debo hacer algo… Ah… - Murmura apurada, mientras empieza a buscar en el fondo de su bolso algo que pudiera servir. Algo como una planta o un animal, quizás esto último sería más fácil de hacer un catalizador, pero debía asegurarse de que fuera algo que terminara de un modo u otro siendo inofensivo.  Fue entonces cuando una de sus peores pociones llego a su cabeza, y con el pesar del mundo empezaba a buscarla en sus grandes almacenes guardados en su bolso. -¿Falta mucho para donde estaremos?- Pregunta, apurándose más el paso, mientras la escoba ayuda a arriar los niños a la hermana mayor de Allan, cuando pronto ve como a fila de infantes empieza a bajar por una puerta, yendo al último y asegurándose de no dejar a ninguno. Mientras iba bajando las escaleras, contemplo el frasco por unos instantes. Un liquido que se había evaporado bastante, pero aun algo quedaba… Necesario, o un suicidio quizás…

-¡Salud!-
Dijo y “Mucha suerte Rhiannon” pensó antes de beberlo, mientras lagrimas de asco y horror caían por sus ojos. Su escoba intentaba reconfortarla, cuando finalmente se tiro sola al piso tomándose fuerte del estomago por el dolor que la pócima le provoco. Casi iba a gritar, cuando solo… ¿Vomito…? Vomito una pequeña rana, entre el jugo que había tomado, las galletas que comió y todas esas cosas que los vómitos suelen tener… Aun descompuesta, trata de capturar a la rana.

Esa rana, iba a ser la solución… Si tenían suerte…
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