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Un trabajo honrado.
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Un trabajo honrado.
El olor a putrefacción mezclándose con el salado aroma marino no era especialmente agradable, y no era la nariz del pelirrojo la única que pensaba así. Los marinos descargaban las mercancías de los barcos con una mueca de desagrado más que evidente, las grandes cajas de madera eran transportadas por varios tripulantes, algo dentro de estás parecía hacer ruidos raros, ¿transportaría animales exóticos... o tal vez algo más siniestro? Sea lo que fuese, unos hombres con trajes oscuros parecían ser los destinatarios de aquellos curiosos paquetes. El pelirrojo, desde la popa de la embarcación, observaba con atención el pago que los hombres les entregaban a los marinos, su bufanda agitada por el viento le daba un aspecto misterioso, como la de un diablillo que se prepara para molestar a un viajero. Apoyó la mano sobre la barandilla y se impulsó con fuerza, con una sonrisa traviesa en el rostro. - ¿Qué diablos? ¡Eh! ¡Tú, vuelve aquí! - El marino llenó el ambiente de malsonantes apelaciones hacia el polizón que acababa de bajar de su barco, ¿cómo se había escondido en aquel lugar? Habían inspeccionado cada recoveco del barco numerosas veces, inclusos los toneles y cajas, pero claro, ellos desconocían la habilidad del joven, que había pasado casi todo el viaje oculto bajo las escaleras de la bodega.
- ¿Era necesaria esa dramática huida? - Preguntó la voz al joven mientras este, alejándose del barco sorteando transeúntes y toneles, se despedía del marinero que le había visto (y del resto, ahora que habían sido alertados de su presencia) agitando la mano. Una vez se había perdido entre la multitud, apoyó los brazos detrás de la cabeza y respondió a aquel que solo él podía escuchar mientras continuaba su camino hacia el lugar que le habían indicado sus contratantes. - Vamos, vamos, Tak, sabes que me gusta ser el centro de atención, el mundo merece admirarme en toda mi grandiosidad. - Rio alegremente. - ¿Acaso no lo crees así? - La voz suspiró y después hizo un comentario hacia Zael como si él no estuviese así. - Vaya un cretino que me he buscado...
Zael había llegado al atardecer, con un bello cielo dorado coronando el ajetreado aspecto del puerto, pero, ahora que había caido la noche, la viveza de este se había trasladado a las tabernas, a través de las ventanas de estas se podían ver luces y cervezas, cruzando la barra con velocidad, y con mayor velocidad aún, bajando a través del gaznate de los parroquianos, marinos, y turistas. La que el buscaba también poseía ese alegre y vivaz ambiente, al entrar, los rostros enrojecidos de aquellos que llevaban ya un rato dentro del establecimiento fue lo primero que pudo apreciar, después de esto vinieron los dorados rizos de la joven y voluptuosa camarera que servía con una sonrisa a los clientes, recibiendo palabras por parte de todos ellos, algunas bellas, y otras algo más obscenas, Zael no fue menos, y tras pedir su primera cerveza se giró, apoyando sus codos sobre la barra y, al cruzar los ojos con los de la camarera guiñó el derecho en su dirección, ella le respondió con una sonrisa tímida. Zael se dispuso a acercarse a la camarera para entablar una conversación algo más personal, pero, para su desgracia, las manchas de cerveza fresca en el suelo le hicieron tropezar, llevándose por delante una mesa y sus consiguientes consumiciones, Zael acabó con al espalda en el suelo, mientras un par de hombre de complexión fuerte hacían crujir sus nudillos, uno de ellos tenía la cara manchada de cerveza a causa del tropiezo del joven. Zael no pudo evitar reirse ante aquella situación, lo cual hizo que el hombre calvo y de frondosa barba manchada se enfureciese más, su compañero, algo más joven y más bajito lo miraba con los brazos cruzados, con el ceño fruncido. - Vaya... Que curioso, parece que por fin eres el centro de atención. -
- ¿Era necesaria esa dramática huida? - Preguntó la voz al joven mientras este, alejándose del barco sorteando transeúntes y toneles, se despedía del marinero que le había visto (y del resto, ahora que habían sido alertados de su presencia) agitando la mano. Una vez se había perdido entre la multitud, apoyó los brazos detrás de la cabeza y respondió a aquel que solo él podía escuchar mientras continuaba su camino hacia el lugar que le habían indicado sus contratantes. - Vamos, vamos, Tak, sabes que me gusta ser el centro de atención, el mundo merece admirarme en toda mi grandiosidad. - Rio alegremente. - ¿Acaso no lo crees así? - La voz suspiró y después hizo un comentario hacia Zael como si él no estuviese así. - Vaya un cretino que me he buscado...
Zael había llegado al atardecer, con un bello cielo dorado coronando el ajetreado aspecto del puerto, pero, ahora que había caido la noche, la viveza de este se había trasladado a las tabernas, a través de las ventanas de estas se podían ver luces y cervezas, cruzando la barra con velocidad, y con mayor velocidad aún, bajando a través del gaznate de los parroquianos, marinos, y turistas. La que el buscaba también poseía ese alegre y vivaz ambiente, al entrar, los rostros enrojecidos de aquellos que llevaban ya un rato dentro del establecimiento fue lo primero que pudo apreciar, después de esto vinieron los dorados rizos de la joven y voluptuosa camarera que servía con una sonrisa a los clientes, recibiendo palabras por parte de todos ellos, algunas bellas, y otras algo más obscenas, Zael no fue menos, y tras pedir su primera cerveza se giró, apoyando sus codos sobre la barra y, al cruzar los ojos con los de la camarera guiñó el derecho en su dirección, ella le respondió con una sonrisa tímida. Zael se dispuso a acercarse a la camarera para entablar una conversación algo más personal, pero, para su desgracia, las manchas de cerveza fresca en el suelo le hicieron tropezar, llevándose por delante una mesa y sus consiguientes consumiciones, Zael acabó con al espalda en el suelo, mientras un par de hombre de complexión fuerte hacían crujir sus nudillos, uno de ellos tenía la cara manchada de cerveza a causa del tropiezo del joven. Zael no pudo evitar reirse ante aquella situación, lo cual hizo que el hombre calvo y de frondosa barba manchada se enfureciese más, su compañero, algo más joven y más bajito lo miraba con los brazos cruzados, con el ceño fruncido. - Vaya... Que curioso, parece que por fin eres el centro de atención. -
Zael- Mensajes : 11
Localización : Bajo la sombra de un pino.
Re: Un trabajo honrado.
La sirena fuera del agua camina por el muelle sin sentirse ya como un pez dorado, o en una alegoría mas cómica, un pez payaso, dispuesta a seguir su nueva meta con sus retorcidos motivos y sus renovadas ganas de vivir para ser algo tan grande como el mundo. Su conquista no será negada, ella no será negada de ninguna manera, con su andar lo demuestra en ese balanceo tan confiado de piernas que lleva al sentirse agradable de estar de nuevo en casa mientras juguetea con un sable en su mano derecha sin importarle si le corta una oreja a alguien; de hecho sería algo genial, tiene ganas de buscar una pelea, de embriagarse, de ver a su supuesta madre y de hacerle una visita, si es que sigue con vida, cosa que espera de verdad con todas sus fuerzas. Tararea una canción que un viejo le enseñó cuando niña según para atraer a los peces y hacer sencilla la pesca, aunque ahora en verdad quiere atraer problemas creyendo que con eso va a enjuagar la frustración que tiene encima.
"Que podrido que es este lugar, no lo recordaba tan mal…" piensa ella, saltando cuan niña pequeña sobre unas cajas acomodadas de tal modo que parecían una montaña muy conveniente de juegos. Al final sabe que la mayoría de las cosas que hay son todos productos de pescadería y petróleo y quien sabe que tantas cosas sacadas del mar para llevárselas a los ricos gordos de Miryathir con tal de inflarles mas la panza y los bolsillos, seguro que ni siquiera notan si pierden un par de cargamentos.
“¿Qué debería hacer primero? Ir por un trago o ir a mi casa” En su mente se pregunta a si misma, queriendo hacer un poco de ambas en ese mismo instante, con ansiedad de querer volver a su casa pero al menos con algo de licor en las venas. Quiere ser lo mas honesta que puede cuando encare a su madre y le dé un regalo de despedida acorde a como no pudo dárselo en antaño, de nada servirá si no está al menos un poco borracha para poder cantarle a viva voz una linda melodía agradeciéndole por todo. Pharys se pasea por el muelle como si todo lo que ve le perteneciera, sueña con que un día así ha de ser, quiere decir que no hay mejor lugar para empezar que una taberna donde hayan marineros demasiado pobres o ignorantes que beben esa orina de ogro que llaman cerveza y chicas demasiado lindas como para pensar que tienen mas futuro en el casino de Royale en lugar de andar complaciendo a gordos miserables, pudiendo complacer a gordos millonarios.
La sirena se acerca al primer bebedero público que llaman cantina, patea la puerta para hacerse notar entre el posible ruido de los marinos ebrios, con la sorpresa de que no acapara la atención tanto como pretendió ya que un muchacho parece que se le había adelantado. Uno bonito pelirrojo, tirado sobre una mesa rota con un par de supuestos machos frente a él siguiendo el estereotipo del gordo grande y el flaco enano, ¡Perfectos para buscar pelea!
-¡Pero qué mala educación! ¡Pateo la puerta y nadie me dice ni siquiera hola! ¡¿Acaso le tengo que patear la cabeza a alguien en su lugar?!– No faltó decir mas anuncio que ese para que se acercara a la mesa mas próxima y hacer volar una jarra de cerveza de una patada giratoria, que directo fue a aterrizar en la cabeza del grandote que se ve que le falta mucho cerebro. Pharys está lista, sabe que ahí no todos son marineros, segura de que hay algún mercenario con muy poco sentido del humor que debe tener una pistola cargada, por no mencionar a los otros estereotipos que fijo están armados también. La cosa es correr en el máximo provecho del entrenamiento militar que ha recibido, acortar la distancia con el par de bravucones ridículos y asestarle una patada asesina al mas bajo de ellos justo entre las piernas, al punto de hacerlo separarse del suelo al menos unos 30 cm.
-Claro, nunca dije cual cabeza~- Entre risitas falsas y dignas de una travesura de muy mal gusto, la sirena gira sobre uno de sus pies en su danza lo bastante ágil para recoger del suelo al chico de un tirón al tomarlo de una de sus manos con la confianza de que no perderá el equilibrio y lo lanzará a otra mesa. Pharys salta con un giro propio de gimnasia hasta el pelirrojo que ni conoce, tan solo es un chico que está en el momento equivocado en el lugar equivocado, mala suerte que se encontró con la chica cuya mente está en el punto menos adecuado. -¿Estas bien hermanito? Espero que tengas una pistola cargada por si acaso, o sepas pelear un poco. Me suena que si queremos terminar ebrios, primero tendremos que romper caras. Y antes de que preguntes, si, te estoy metiendo en lío.
"Que podrido que es este lugar, no lo recordaba tan mal…" piensa ella, saltando cuan niña pequeña sobre unas cajas acomodadas de tal modo que parecían una montaña muy conveniente de juegos. Al final sabe que la mayoría de las cosas que hay son todos productos de pescadería y petróleo y quien sabe que tantas cosas sacadas del mar para llevárselas a los ricos gordos de Miryathir con tal de inflarles mas la panza y los bolsillos, seguro que ni siquiera notan si pierden un par de cargamentos.
“¿Qué debería hacer primero? Ir por un trago o ir a mi casa” En su mente se pregunta a si misma, queriendo hacer un poco de ambas en ese mismo instante, con ansiedad de querer volver a su casa pero al menos con algo de licor en las venas. Quiere ser lo mas honesta que puede cuando encare a su madre y le dé un regalo de despedida acorde a como no pudo dárselo en antaño, de nada servirá si no está al menos un poco borracha para poder cantarle a viva voz una linda melodía agradeciéndole por todo. Pharys se pasea por el muelle como si todo lo que ve le perteneciera, sueña con que un día así ha de ser, quiere decir que no hay mejor lugar para empezar que una taberna donde hayan marineros demasiado pobres o ignorantes que beben esa orina de ogro que llaman cerveza y chicas demasiado lindas como para pensar que tienen mas futuro en el casino de Royale en lugar de andar complaciendo a gordos miserables, pudiendo complacer a gordos millonarios.
La sirena se acerca al primer bebedero público que llaman cantina, patea la puerta para hacerse notar entre el posible ruido de los marinos ebrios, con la sorpresa de que no acapara la atención tanto como pretendió ya que un muchacho parece que se le había adelantado. Uno bonito pelirrojo, tirado sobre una mesa rota con un par de supuestos machos frente a él siguiendo el estereotipo del gordo grande y el flaco enano, ¡Perfectos para buscar pelea!
-¡Pero qué mala educación! ¡Pateo la puerta y nadie me dice ni siquiera hola! ¡¿Acaso le tengo que patear la cabeza a alguien en su lugar?!– No faltó decir mas anuncio que ese para que se acercara a la mesa mas próxima y hacer volar una jarra de cerveza de una patada giratoria, que directo fue a aterrizar en la cabeza del grandote que se ve que le falta mucho cerebro. Pharys está lista, sabe que ahí no todos son marineros, segura de que hay algún mercenario con muy poco sentido del humor que debe tener una pistola cargada, por no mencionar a los otros estereotipos que fijo están armados también. La cosa es correr en el máximo provecho del entrenamiento militar que ha recibido, acortar la distancia con el par de bravucones ridículos y asestarle una patada asesina al mas bajo de ellos justo entre las piernas, al punto de hacerlo separarse del suelo al menos unos 30 cm.
-Claro, nunca dije cual cabeza~- Entre risitas falsas y dignas de una travesura de muy mal gusto, la sirena gira sobre uno de sus pies en su danza lo bastante ágil para recoger del suelo al chico de un tirón al tomarlo de una de sus manos con la confianza de que no perderá el equilibrio y lo lanzará a otra mesa. Pharys salta con un giro propio de gimnasia hasta el pelirrojo que ni conoce, tan solo es un chico que está en el momento equivocado en el lugar equivocado, mala suerte que se encontró con la chica cuya mente está en el punto menos adecuado. -¿Estas bien hermanito? Espero que tengas una pistola cargada por si acaso, o sepas pelear un poco. Me suena que si queremos terminar ebrios, primero tendremos que romper caras. Y antes de que preguntes, si, te estoy metiendo en lío.
Pharys Azure- Mensajes : 24
Re: Un trabajo honrado.
Ambos hombres observaban a Zael con una mueca furiosa en sus rostros. - Venga genio, a ver como te las apañas ahora. - Le dijo la voz de su cabeza. Zael hizo una mueca de disgusto en dirección al hombre de mayor tamaño. - Venga hombre, no puedes perder tiempo metiéndote con alguien más débil que tú, deberías ir a comprar algo que te ayude con ese apestoso aliento. ¿Has estado bebiendo cerveza o jugando con tu amigo? Hacéis una pareja preciosa. - Zael volvió a sonreir, mostrando los dientes y con los ojos cerrados. Se preparó para impulsarse y esquivar el puñetazo que cargaba el hombre de mayor tamaño, pero, antes de hacer nada, una jarra de cerveza voladora lo había hecho caer, golpeando su nuca contra la barra acabando noqueado en el suelo. Cuando giró la cabeza para ver de donde venía esa jarra, vio a una hermosa chica de cabello azul y piel pálida que cruzaba la estancia hacia su posición, bueno, mejor dicho, hacia la posición del hombre más bajito, al que asestó una letal patada a la zona más sagrada de todo hombre, Zael se encogió, imaginando el dolor como si hubiera sentido el impacto el mismo. La chica lo tomó de una mano, y este acabó de pie. - Vaya, resulta que ahora tienes un ángel de la guarda... - El pelirrojo respondió a las palabras de la joven, acompañando las suyas con una exagerada reverencia, cruzando una pierna detrás de la otra. - ¿Cómo no encontrarme bien cuando una dama tan hermosa me ha salvado? - Zael le guiñó un ojo. - Y no te preocupes, ya estaba en un lio. "Lio" es mi segundo nombre. Bueno, tal vez no, ni siquiera recuerdo si tenía un segundo nombre... Alguien volvió a tirar de él, esta vez lo lanzaron contra una pared, un golpe se dirigía hacia su rostro, sin embargo, tan solo un par de centímetros antes de que este impactase, el joven había agarrado el puño, pasado su pierna por detrás de la de su atacante, y este estaba cayendo, el impacto de su cabeza contra el suelo no fue lo único que este recibió, pues, el talón de Zael había golpeado la nariz de hombre, haciendo que este se retorciese de dolor mientras la sangre brotando mojaba su rostro. - ¿Alguien más quiere acabar en el suelo? - Zael observó a los presentes, moviendo su mano para atraer la atención, provocando a aquellos con el valor para combatir.
La taberna se había convertido en un ring, la gente se golpeaba, se insultaba, y se lanzaba cosa, ¡incluso habían arrojado a un par de personas por la ventana! Los vasos volaban, la cerveza se derramaba, el tabernero y la hermosa camarera se encontraban escondidos detrás de la barra, lamentándose más el hombre por los costes de la reparación que por algún golpe que pudieran llevarse. Zael esquivaba golpes con agilidad, desviándolos en dirección a otros de sus atacantes, acompañando estos con algún movimiento acrobático, colocando sus manos en el suelo y girando, pateando a su alrededor. Sin embargo, la diversión de ese momento pronto finalizó, las puertas de la taberna se abrieron, dejando ver a varios miembros de la guardia de la ciudad, portando sus armas, preparados para poner fin a la reyerta. - ¡ALTO! - Gritó aquel que parecía tener más importancia en la jerarquía militar de aquellos hombres. - ¡No lo repetiré dos veces! ¡No duraremos en usar la fuerza! - El bullicio de la taberna paró de pronto, la gente se giró en dirección a la guardia, atemorizados por las posibles multas y diversos castigos que estos pudieran darles. Zael no hizo esto, busco a la chica peliazul con la mirada, lo cual no le resultó difícil, su pelo y su pálida piel la hizo fácil de localizar, corrió a una velocidad increíble en su dirección, esquivando los obstáculos agilmente. - ¡Es mi turno de salvarte, hermanita! - Dijo imitando la forma en la que esta se había referido a él antes, y sin darle tiempo a decir nada, la tomó en brazos y salió corriendo en dirección a la puerta. Antes de que los soldados se diesen cuenta de que este se dirigía hacia ellos, ya habían salido Zael y la joven, arrollando por el camino a el hombre que había hablado y al que se encontraba a su derecha. Zael puso distancia entre ellos y la taberna haciendo uso de su velocidad sobrehumana, se dirigió hacia unos callejones, y una vez estaban a salvo, dejó a la chica en el suelo y el se apoyó en la pared, estirando sus brazos. - Uf... Hacía un tiempo que no me lo pasaba tan bien. Me alegro de no estar oxidado. Y dime, ¿cual es tu nombre, señorita?
La taberna se había convertido en un ring, la gente se golpeaba, se insultaba, y se lanzaba cosa, ¡incluso habían arrojado a un par de personas por la ventana! Los vasos volaban, la cerveza se derramaba, el tabernero y la hermosa camarera se encontraban escondidos detrás de la barra, lamentándose más el hombre por los costes de la reparación que por algún golpe que pudieran llevarse. Zael esquivaba golpes con agilidad, desviándolos en dirección a otros de sus atacantes, acompañando estos con algún movimiento acrobático, colocando sus manos en el suelo y girando, pateando a su alrededor. Sin embargo, la diversión de ese momento pronto finalizó, las puertas de la taberna se abrieron, dejando ver a varios miembros de la guardia de la ciudad, portando sus armas, preparados para poner fin a la reyerta. - ¡ALTO! - Gritó aquel que parecía tener más importancia en la jerarquía militar de aquellos hombres. - ¡No lo repetiré dos veces! ¡No duraremos en usar la fuerza! - El bullicio de la taberna paró de pronto, la gente se giró en dirección a la guardia, atemorizados por las posibles multas y diversos castigos que estos pudieran darles. Zael no hizo esto, busco a la chica peliazul con la mirada, lo cual no le resultó difícil, su pelo y su pálida piel la hizo fácil de localizar, corrió a una velocidad increíble en su dirección, esquivando los obstáculos agilmente. - ¡Es mi turno de salvarte, hermanita! - Dijo imitando la forma en la que esta se había referido a él antes, y sin darle tiempo a decir nada, la tomó en brazos y salió corriendo en dirección a la puerta. Antes de que los soldados se diesen cuenta de que este se dirigía hacia ellos, ya habían salido Zael y la joven, arrollando por el camino a el hombre que había hablado y al que se encontraba a su derecha. Zael puso distancia entre ellos y la taberna haciendo uso de su velocidad sobrehumana, se dirigió hacia unos callejones, y una vez estaban a salvo, dejó a la chica en el suelo y el se apoyó en la pared, estirando sus brazos. - Uf... Hacía un tiempo que no me lo pasaba tan bien. Me alegro de no estar oxidado. Y dime, ¿cual es tu nombre, señorita?
Zael- Mensajes : 11
Localización : Bajo la sombra de un pino.
Re: Un trabajo honrado.
Sin que un conocido tuviera que decirle nada, Pharys sabía que algo en ella era diferente, para mejor cabe aclarar, por muy disruptiva que fuera de entrada con unos sujetos que no tenían nada de culpa de que a ella la haya poseído el demonio de la diversión. Estaba feliz, tal cual por haberle hecho una herida en la cabeza a un gruñón abusivo lo bastante cobarde para buscar atacar a un sujeto que se ha caído, como también bastante tonto para no buscar una protección en la cabeza si se tiene en cuenta que ese será el lugar más probable de recibir un tiro. Estaba muy contenta de haberle pateado la hombría a un enano con tanta fuerza que seguro quedaron invertidas y se le subieron hasta el cerebro, cosa que sería redundante ya que es seguro que en primer lugar sea uno de esos marineros morbosos que piensan con lo que tienen entre las piernas. La sirena está tan animada por haber empezado una pelea tan ridícula, que se olvidó por completo de los códigos de la caballería y del hecho de que es muy posible que hayan visto bajo su falda –que valga lo dicho es corta- sin sentir ni una pizquita de remordimiento.
¿Qué decir de cuando entraron los guardias del muelle con pistolas y escopetas en mano? De no ser por la intervención del pelirrojo lindo, que incluso le ofreció un cumplido antes, Pharys se hubiese lanzado contra ellos con algún insulto creativo y poniendo en práctica el entrenamiento que le hicieron llevar a cabo en Calad’meeth. Una bala no es algo imposible de evitar, una ráfaga ya puede tomar un poco mas de reflejos, aunque la sirena no tuvo que preocuparse por ninguno de los dos casos, porque su salida fue en los brazos de algo mas interesante que un caballero de brillante armadura; un bandido que bien puede ser humilde o bastante oportunista.
“¡Esto es genial!”, pensó Pharys mientras se sentía volar por los aires sin la necesidad de ella imprimir fuerza alguna para hacerlo, siendo que de inmediato nota que es la primera vez que la llevan en brazos desde que dejo de ser una niña pequeña. Puede escuchar los balazos detrás de ella, quizás no dirigidos al ladronzuelo que la ha sacado de ese bar, pero como le hubiese gustado que así hubiese sido para sentir un poco de adrenalina y probarse a sí misma a ver si puede cortar balas.
Muy propicio para la calma es el lugar donde se detienen, al menos si se busca respirar un poco o reírse libre al pensar que la travesura ha salido bien dentro de todo. Pharys nota que su rostro le duele un tanto, en una medida leve, producto de haber estado sonriendo y riendo sin contenerse por ningún estándar de seriedad, se encuentra liberada de un peso incomodo en los hombros, con la ventaja de que siente que no ha sido suficiente.
- Ahh… Eso fue divertido… - Comenta la sirena entre risas ya controladas, limpiándose los residuos de polvo que hayan caído en su falda y capa, aparte de acomodarse un poco sus prendas en su escote, que no es que tenga demasiado por mostrar, ¡Pero tiene suficiente! – Un gusto encontrarte en un aprieto y meterte en otro, fue refrescante – Pharys se quita los guantes de sus manos para dejar respirar la piel de sus dedos, que bajo la lana y algodón reforzado con malla interna, ocultan la delicadeza habitual de una doncella que ha renunciado a mostrar esas cualidades finas a causa de elegir blandir una espada. Acto seguido, toma la mano del improvisado salvador pelirrojo, por formalidad con un saludo y presentación apropiada.
- Soy Pharys Azure, visionaria, desertora, buscadora de problemas en desarrollo y si quieres sumarle, un hermanito que no sé cómo se llama me dijo que era una hermosa dama, cosa que voy a usar como otro de mis títulos - Con una sonrisa honesta de gusto –y complicidad- la sirena hace una tan solo levantando unos poquísimos milímetros su falda y flexionando sus rodillas, en una burla a los modales mas que un seguimiento de las normas en sí.
- Dime, hermanito, ¿Te gusta que te diga así o tienes un nombre? Apuesto que por lo genial que ha sido tu salida, has de llamarte como tal.
Pharys estira los brazos un poco y respira con la intención de llenarse los pulmones con sal marina, sin tener mucho éxito ya que el callejón no lo permitía del todo, no por lo sucio sino por lo cerrado que venía a ser – Por cierto, entrar a un callejón con una chica en brazos es bastante atrevido, ¿No crees? Si tienes novia jugaré en tu contra si busca explicaciones – La sirena ríe entre dientes y camina con cautela a la luz, en el caso que hayan decidido seguirlos y sea necesario que ella se defienda contra los clásicos matones que llevan pistolas a una pelea de espadas.
- Hermanito, siento que te debo un trago por haberte arruinado la estadía en el bar, aunque mi instinto me dice que en verdad creo que te alegré un poco el día. Y luego te deberé otro trago por haberte hecho correr conmigo en brazos, espero no estar tan pesada… - Pharys se inclina proyectando su cuerpo hacia delante para asomarse tan solo un poquito, revisando ambos lados del muelle rápidamente antes de plantarse frente al bandido con la misma sonrisa de los niños cuando planean un juego divertido – Dime, ¿Quieres que le añada a la cuenta otra cerveza? Serán tres si me acompañas primero a un lugar. Quiero ir primero a mi casa.
¿Qué decir de cuando entraron los guardias del muelle con pistolas y escopetas en mano? De no ser por la intervención del pelirrojo lindo, que incluso le ofreció un cumplido antes, Pharys se hubiese lanzado contra ellos con algún insulto creativo y poniendo en práctica el entrenamiento que le hicieron llevar a cabo en Calad’meeth. Una bala no es algo imposible de evitar, una ráfaga ya puede tomar un poco mas de reflejos, aunque la sirena no tuvo que preocuparse por ninguno de los dos casos, porque su salida fue en los brazos de algo mas interesante que un caballero de brillante armadura; un bandido que bien puede ser humilde o bastante oportunista.
“¡Esto es genial!”, pensó Pharys mientras se sentía volar por los aires sin la necesidad de ella imprimir fuerza alguna para hacerlo, siendo que de inmediato nota que es la primera vez que la llevan en brazos desde que dejo de ser una niña pequeña. Puede escuchar los balazos detrás de ella, quizás no dirigidos al ladronzuelo que la ha sacado de ese bar, pero como le hubiese gustado que así hubiese sido para sentir un poco de adrenalina y probarse a sí misma a ver si puede cortar balas.
Muy propicio para la calma es el lugar donde se detienen, al menos si se busca respirar un poco o reírse libre al pensar que la travesura ha salido bien dentro de todo. Pharys nota que su rostro le duele un tanto, en una medida leve, producto de haber estado sonriendo y riendo sin contenerse por ningún estándar de seriedad, se encuentra liberada de un peso incomodo en los hombros, con la ventaja de que siente que no ha sido suficiente.
- Ahh… Eso fue divertido… - Comenta la sirena entre risas ya controladas, limpiándose los residuos de polvo que hayan caído en su falda y capa, aparte de acomodarse un poco sus prendas en su escote, que no es que tenga demasiado por mostrar, ¡Pero tiene suficiente! – Un gusto encontrarte en un aprieto y meterte en otro, fue refrescante – Pharys se quita los guantes de sus manos para dejar respirar la piel de sus dedos, que bajo la lana y algodón reforzado con malla interna, ocultan la delicadeza habitual de una doncella que ha renunciado a mostrar esas cualidades finas a causa de elegir blandir una espada. Acto seguido, toma la mano del improvisado salvador pelirrojo, por formalidad con un saludo y presentación apropiada.
- Soy Pharys Azure, visionaria, desertora, buscadora de problemas en desarrollo y si quieres sumarle, un hermanito que no sé cómo se llama me dijo que era una hermosa dama, cosa que voy a usar como otro de mis títulos - Con una sonrisa honesta de gusto –y complicidad- la sirena hace una tan solo levantando unos poquísimos milímetros su falda y flexionando sus rodillas, en una burla a los modales mas que un seguimiento de las normas en sí.
- Dime, hermanito, ¿Te gusta que te diga así o tienes un nombre? Apuesto que por lo genial que ha sido tu salida, has de llamarte como tal.
Pharys estira los brazos un poco y respira con la intención de llenarse los pulmones con sal marina, sin tener mucho éxito ya que el callejón no lo permitía del todo, no por lo sucio sino por lo cerrado que venía a ser – Por cierto, entrar a un callejón con una chica en brazos es bastante atrevido, ¿No crees? Si tienes novia jugaré en tu contra si busca explicaciones – La sirena ríe entre dientes y camina con cautela a la luz, en el caso que hayan decidido seguirlos y sea necesario que ella se defienda contra los clásicos matones que llevan pistolas a una pelea de espadas.
- Hermanito, siento que te debo un trago por haberte arruinado la estadía en el bar, aunque mi instinto me dice que en verdad creo que te alegré un poco el día. Y luego te deberé otro trago por haberte hecho correr conmigo en brazos, espero no estar tan pesada… - Pharys se inclina proyectando su cuerpo hacia delante para asomarse tan solo un poquito, revisando ambos lados del muelle rápidamente antes de plantarse frente al bandido con la misma sonrisa de los niños cuando planean un juego divertido – Dime, ¿Quieres que le añada a la cuenta otra cerveza? Serán tres si me acompañas primero a un lugar. Quiero ir primero a mi casa.
Pharys Azure- Mensajes : 24
Re: Un trabajo honrado.
Zael estiró sus brazos hasta que escuchó un crack en las articulaciones de estos, después siguieron las manos, crujiendo las muñecas y dedos. - ¿El viaje en barco de ha dejado baldado, eh? El joven no dijo nada, pero por la risa de la voz, su mente estaba completamente de acuerdo. Las risas de la joven de cabellos azules era muy pegadiza, algo que Zael notó, pues empezó a reír a la par que ella mientras esta se limpiaba la ropa restregando sus manos con esta, recolocándosela después, pues a causa de la reyerta en el bar y la apresurada huida en brazos del pelirrojo, estas se habían movido principalmente por la zona del escote. - El placer ha sido todo mío, ¿qué es la vida sin estos divertidos aprietos? - Dijo Zael formando una sonrisa pícara en sus labios. La joven retiró sus guantes, dejando a la vista unas manos suaves. Esta le acercó la mano, Zael la tomó con su mano derecha, él no se quitó sus guantes, puesto que estos no cubrían los dedos, para facilitar acciones que necesiten de una mayor destreza con las manos, como robar del bolsillo ajeno. Inclinó la cabeza hacia la mano de la joven, besándola, al igual que tenía entendido que hacían los nobles. Levantó el rostro a la par que la joven comenzaba a hablar, contándole su nombre, así como su lista de títulos. Sonrió al escuchar su último título, adquirido recientemente. Observó la acción Pharys, emulando cómicamente los modales de la nobleza, de igual manera que el había hecho anteriormente. - Pues ese hermanito tuyo es un hombre sabio, pues no se equivoca. En cuanto a mi nombre... - El joven se encogió de brazos, realmente ni él recordaba su propio nombre. - Podríamos decir que siempre he tenido varios nombres; ladrón, cazatesoros, estafador, bastardo... Aunque, personalmente, me gusta que me llamen Zael. Según dicen, significa "El Rey de los Ladrones" - Mintió, y Tak, la voz de su cabeza, se lo hizo saber. - Izat, mentiroso, rey de los ladrones es Zael'Harit. - Zael hizo caso omiso a la voz, como de costumbre, y añadió. - Oh, puedes añadir mentiroso a esa lista. -
La joven estiró sus brazos de manera similar a como Zael había hecho antes. Las palabras que siguieron a esto hicieron al pelirrojo soltar una carcajada. - Una lástima. No soy de los que pasan suficiente tiempo en un lugar como para tener a una mujer a la que llamar "novia" en este. O bueno, al menos, no tan solo una. - Se encogió de nuevo haciendo una mueca, dándole poca importancia al hecho anteriormente nombrado. La joven rió mientras se acercaba al borde del callejón, disculpándose por haber hecho que tuviera que huir del bar con ella en brazos, Zael negó con la cabeza e hizo un ademán con la mano derecha, era una noche aburrida, le había hecho un favor. La joven sacó la cabeza del callejón, asegurándose de que no hubiera guardias patrullando la zona, Zael levantó su cabeza por encima de la de Pharys, observando junto a ella. Cuando esta se giró Zael agachó la mirada, viéndola sonreir como una niña pequeña. - Mi contacto no ha venido a la taberna, por lo cual mi trabajo está paralizado hasta nuevo aviso. ¿Un paseo y una cerveza? Diablos, ¡yo me apunto! - Acto seguido salió del callejón, esperando a la joven para seguirla hasta su casa.
La noche estaba muy oscura, pocas estrellas habían en el firmamento, y las calles del puerto estaban iluminadas tenuemente por farolas, el olor a mar inundó los pulmones de Zael al salir del callejón, el lugar estaba en silencio, por lo que posiblemente estuvieran a salvo de los guardias. Hora de acompañar a la señorita Pharys hasta su hogar, todo sea por una cerveza y diversión.
La joven estiró sus brazos de manera similar a como Zael había hecho antes. Las palabras que siguieron a esto hicieron al pelirrojo soltar una carcajada. - Una lástima. No soy de los que pasan suficiente tiempo en un lugar como para tener a una mujer a la que llamar "novia" en este. O bueno, al menos, no tan solo una. - Se encogió de nuevo haciendo una mueca, dándole poca importancia al hecho anteriormente nombrado. La joven rió mientras se acercaba al borde del callejón, disculpándose por haber hecho que tuviera que huir del bar con ella en brazos, Zael negó con la cabeza e hizo un ademán con la mano derecha, era una noche aburrida, le había hecho un favor. La joven sacó la cabeza del callejón, asegurándose de que no hubiera guardias patrullando la zona, Zael levantó su cabeza por encima de la de Pharys, observando junto a ella. Cuando esta se giró Zael agachó la mirada, viéndola sonreir como una niña pequeña. - Mi contacto no ha venido a la taberna, por lo cual mi trabajo está paralizado hasta nuevo aviso. ¿Un paseo y una cerveza? Diablos, ¡yo me apunto! - Acto seguido salió del callejón, esperando a la joven para seguirla hasta su casa.
La noche estaba muy oscura, pocas estrellas habían en el firmamento, y las calles del puerto estaban iluminadas tenuemente por farolas, el olor a mar inundó los pulmones de Zael al salir del callejón, el lugar estaba en silencio, por lo que posiblemente estuvieran a salvo de los guardias. Hora de acompañar a la señorita Pharys hasta su hogar, todo sea por una cerveza y diversión.
Zael- Mensajes : 11
Localización : Bajo la sombra de un pino.
Re: Un trabajo honrado.
La verdad es que la sirena no despertó con la mentalidad de que hoy caminaría en compañía de alguien desconocido por los muelles donde vivió su niñez, menos que crearía una anécdota que involucra lanzar una jarra de cerveza a la cabeza de un pobre infeliz y a otro mas infeliz le rompió seguramente la pelvis y su hombría de una patada bien certera entre las piernas. Su reina le daría un premio de enterarse de lo que ha hecho luego de regañarla por verse poco caballerosa en el proceso, o quizás el orden estaría invertido en eso, lo cierto es que no siente remordimiento alguno y puede gritar a todo pulmón que hacer eso la hizo sentir muy feliz.
Hay algo que piensa que la va a hacer mas feliz todavía, que es sin duda ir a ver a su madre y saludarla luego de tantos años, agradecerle por todo lo que hizo por ella al ofrecerla como tributo, pagarle como se debe después de que ha conseguido ser lo que es hoy en día. Pharys está segura de que estará orgullosa de ella con tan solo verla de pies a cabeza…
“Ah… Es cierto, mi mami no ha visto mi traje de caballera” La sirena piensa mientras revisa las calles antes de salir del callejón, confiada de que no se corre ningún peligro y que de nuevo los muelles son suyos. Pharys parece que danza cuando camina, desfila de pura emoción, sonríe radiante al caminar bajo la tenue luz del cielo y le sonríe al desconocido alegre en señal de que la siga. Mucho tiene por recorrer, demasiado le llega a deber al pelirrojo, no por haberla salvado precisamente de unos guardias con armas de fuego de gran calibre, ni por haberla sacado de un bar que ella misma encendió con el buen fuego de una pelea de borrachos, sino por el simple hecho de acompañarla en su locura pasajera… Si es que tal comportamiento sea de verdad pasajero.
- Así que Zael, muy parecido a Zeal, que significa fanatismo. ¿Sera que ese acrónimo significa que eres fanático a algo? Los problemas, la cerveza, el salvar chicas seguro que son las cosas que te mueven… Ah, por supuesto también un bolsillo lleno de almas – Pharys lo mira con la mas inocente de las maldades, busca tan solo avergonzar a alguien que puede que no sienta vergüenza, él es un pescador atrevido y ella es la sirena que lo vio con su caña enredada en un par de peces bastante disgustados, ya que por lo visto él no teme ni tiene remordimientos… Conocidos al menos.
- Zael, espero no te moleste si mi casa está desordenada, apenas cuando llegue la limpiaré un poco. Ha sido mucho tiempo desde que no regreso – En ese momento Pharys deja de lado su sonrisa, su ánimo, su manera de andar incluso. Camina mas serena, sin saber que decir, lleva al desconocido por las calles demacradas y poco iluminadas de Luster, que por designio de otros se decidió que siempre fuera pobre, sin color, con su permanente olor a combustible y pescado viejo. El trayecto pudo ser incomodo, hasta aburrido, necesitaba el silencio para pensar un poco en que diría… El momento llegaba… Su casa cerca estaba.
- Mira, aquí vivo yo… O bueno, vivía – La sirena recuerda la ubicación exacta de su casa, el barrio sigue siendo casi igual, tan solo que lo que antes era su casa casi en ruinas, era ahora una vivienda mas decente. La puerta de madera casi carcomida por termitas es ahora una puerta de metal puro. Las paredes con piedra expuesta están debidamente pintadas. El tejado está completo, sin fallas. Se ve bien… Muy bien… - A mi mami parece que le pagaron muy bien por mi…
Pharys golpea la puerta un par de veces, con algo de ansiedad dibujada en su sonrisa de curva perfecta, pensando en como saludar a su madre. ¿Debia saltar sobre ella y llenarla de besos? ¿Abrazarla y hundir su cara en el busto ajeno? ¿Sostenerla en sus brazos y decirle suave al oído que finalmente ha vuelto a casa? La verdad dista bastante de la imaginación, incluso en ese mundo donde los sueños se pueden tomar con la mano…
- Ya dije que no tengo nada de dine- - Una voz femenina, no muy mayor, tampoco tan joven, fue interrumpida cuando recién la puerta cedía. Interrumpida, por algo que pudo haber sido tan veloz como una bala, que no es otra cosa que la espada de la sirena. Atravesando por la apertura de la entrada, el sable se clava de inmediato en la garganta ajena y provoca una mirada que refleja sorpresa en lugar de cualquier otra cosa. No terror, no nostalgia… Miedo… Su madre la mira con pavor… Luego de tanto tiempo, es esa la emoción que elige tener al verla.
- Nada… No mereces nada de mi… Intenté encontrar algo que decirte mami… Perdón, no se me ocurre nada para ti que no sea esto – Ya está. Sus prosas, sus versos, su música será para quienes de verdad la merezcan. Pharys ni siquiera llora, no se lamenta, no siente ni siquiera alegría, tan solo siente que ha hecho algo que se supone que debió haber hecho antes, deshacerse de esa parte de ella que se ha olvidado por completo.
La mujer en cambio si parece llorar, no sabe de que con exactitud, cuando ya es demasiado tarde para derramar lagrimas. Pharys patea la puerta y por efecto el cuerpo de la mujer sin nombre sale disparada fuera de su espada y de la entrada. La sirena entra a su casa renovada, sin un poco de nostalgia, ese espacio no le trae ninguna memoria al estar tan cambiado por dentro que no parece tener nada de la humilde pobreza en la que creyó que era feliz de niña. - Entra Zael, ladrón supremo. No me estafes ahora que estoy a punto de invitarte las cervezas. Y no pises la sangre, te vas a manchar los pies. A no ser que te hayas acobardado~
Hay algo que piensa que la va a hacer mas feliz todavía, que es sin duda ir a ver a su madre y saludarla luego de tantos años, agradecerle por todo lo que hizo por ella al ofrecerla como tributo, pagarle como se debe después de que ha conseguido ser lo que es hoy en día. Pharys está segura de que estará orgullosa de ella con tan solo verla de pies a cabeza…
“Ah… Es cierto, mi mami no ha visto mi traje de caballera” La sirena piensa mientras revisa las calles antes de salir del callejón, confiada de que no se corre ningún peligro y que de nuevo los muelles son suyos. Pharys parece que danza cuando camina, desfila de pura emoción, sonríe radiante al caminar bajo la tenue luz del cielo y le sonríe al desconocido alegre en señal de que la siga. Mucho tiene por recorrer, demasiado le llega a deber al pelirrojo, no por haberla salvado precisamente de unos guardias con armas de fuego de gran calibre, ni por haberla sacado de un bar que ella misma encendió con el buen fuego de una pelea de borrachos, sino por el simple hecho de acompañarla en su locura pasajera… Si es que tal comportamiento sea de verdad pasajero.
- Así que Zael, muy parecido a Zeal, que significa fanatismo. ¿Sera que ese acrónimo significa que eres fanático a algo? Los problemas, la cerveza, el salvar chicas seguro que son las cosas que te mueven… Ah, por supuesto también un bolsillo lleno de almas – Pharys lo mira con la mas inocente de las maldades, busca tan solo avergonzar a alguien que puede que no sienta vergüenza, él es un pescador atrevido y ella es la sirena que lo vio con su caña enredada en un par de peces bastante disgustados, ya que por lo visto él no teme ni tiene remordimientos… Conocidos al menos.
- Zael, espero no te moleste si mi casa está desordenada, apenas cuando llegue la limpiaré un poco. Ha sido mucho tiempo desde que no regreso – En ese momento Pharys deja de lado su sonrisa, su ánimo, su manera de andar incluso. Camina mas serena, sin saber que decir, lleva al desconocido por las calles demacradas y poco iluminadas de Luster, que por designio de otros se decidió que siempre fuera pobre, sin color, con su permanente olor a combustible y pescado viejo. El trayecto pudo ser incomodo, hasta aburrido, necesitaba el silencio para pensar un poco en que diría… El momento llegaba… Su casa cerca estaba.
- Mira, aquí vivo yo… O bueno, vivía – La sirena recuerda la ubicación exacta de su casa, el barrio sigue siendo casi igual, tan solo que lo que antes era su casa casi en ruinas, era ahora una vivienda mas decente. La puerta de madera casi carcomida por termitas es ahora una puerta de metal puro. Las paredes con piedra expuesta están debidamente pintadas. El tejado está completo, sin fallas. Se ve bien… Muy bien… - A mi mami parece que le pagaron muy bien por mi…
Pharys golpea la puerta un par de veces, con algo de ansiedad dibujada en su sonrisa de curva perfecta, pensando en como saludar a su madre. ¿Debia saltar sobre ella y llenarla de besos? ¿Abrazarla y hundir su cara en el busto ajeno? ¿Sostenerla en sus brazos y decirle suave al oído que finalmente ha vuelto a casa? La verdad dista bastante de la imaginación, incluso en ese mundo donde los sueños se pueden tomar con la mano…
- Ya dije que no tengo nada de dine- - Una voz femenina, no muy mayor, tampoco tan joven, fue interrumpida cuando recién la puerta cedía. Interrumpida, por algo que pudo haber sido tan veloz como una bala, que no es otra cosa que la espada de la sirena. Atravesando por la apertura de la entrada, el sable se clava de inmediato en la garganta ajena y provoca una mirada que refleja sorpresa en lugar de cualquier otra cosa. No terror, no nostalgia… Miedo… Su madre la mira con pavor… Luego de tanto tiempo, es esa la emoción que elige tener al verla.
- Nada… No mereces nada de mi… Intenté encontrar algo que decirte mami… Perdón, no se me ocurre nada para ti que no sea esto – Ya está. Sus prosas, sus versos, su música será para quienes de verdad la merezcan. Pharys ni siquiera llora, no se lamenta, no siente ni siquiera alegría, tan solo siente que ha hecho algo que se supone que debió haber hecho antes, deshacerse de esa parte de ella que se ha olvidado por completo.
La mujer en cambio si parece llorar, no sabe de que con exactitud, cuando ya es demasiado tarde para derramar lagrimas. Pharys patea la puerta y por efecto el cuerpo de la mujer sin nombre sale disparada fuera de su espada y de la entrada. La sirena entra a su casa renovada, sin un poco de nostalgia, ese espacio no le trae ninguna memoria al estar tan cambiado por dentro que no parece tener nada de la humilde pobreza en la que creyó que era feliz de niña. - Entra Zael, ladrón supremo. No me estafes ahora que estoy a punto de invitarte las cervezas. Y no pises la sangre, te vas a manchar los pies. A no ser que te hayas acobardado~
- Disculpa:
- Perdón por demorar tanto u3u
Pharys Azure- Mensajes : 24
Re: Un trabajo honrado.
Zael caminaba con paso calmado, observando embobado la figura de Phaerys, quien caminaba por las calles con una belleza y gracilidad sorprendentes, como si fuese una bailarina en una pista de baile. Fueron las palabras de la misma peliazul quien lo sacó de su ensimismamiento quien con una mirada inocente parecía buscar avergonzar al pelirrojo, el cual sonrió de manera burlona ante las preguntas de la muchacha. - ¿Fanático? Bueno, siempre he preferido el término "enamorado". De las aventuras, de las mujeres, de las almas... Un enamorado de la vida en general. - Dijo encogiéndose de hombros, como si fuese algo normal y corriente.
- El desorden no es una molestia, he dormido en cochiqueras en las que ningún humano hubiera aceptado visitar jamás. - Rió con tranquilidad antes las palabras de la joven, totalmente despreocupado. Las calles eran viejas y sucias, nada que no hubiera visto antes, de hecho, se sentía como en casa, recordó como le abandonaron y tuvo que aprender a sobrevivir en las calles oscuras, las palizas, los bollos, Tak... Suspiró con nostalgia, borrando su característica sonrisa de su rostro. - Jejeje... Buenos tiempos, ¿eh? - Se burló Tak, Zael respondió a este con un "tsk", mostrando su desagrado. Pharys volvió a sacarlo de su mente, mostrándole su hogar. Parecía una casa bastante decente, mientras la muchacha tocaba a la puerta para hacer salir a su madre, Zael optó por apoyarse en la pared jugueteando con una moneda, los objetos con los que se compraba en su juventud... Bueno, aún era joven, pero tan solo en apariencia.
La mujer abrió la puerta, Zael observó atento, esperando un tierno y cálido reencuentro entre madre e hija, sin embargo, no fue eso lo que encontró ante aquel hogar. La espada de la joven peliazul atravesó el cuello de su madre, la cual cayó al suelo con ojos abiertos como platos, inyectados en miedo, un miedo primario, el miedo ante la muerte, el más visceral de todos los miedos. La moneda cayó al suelo y Zael abrió la boca atónito. Pharys desde luego no apreciaba a su madre, o eso fue lo que el cazatesoros pensó al escuchar las palabras que esta le profirió a la mujer que lloraba en el suelo, la mujer que lloraba sus últimas lágrimas. Por un momento Zael vió reflejada a su madre en esta, recordó como su padre la había matado a golpes ante sus ojos, como le había olvidado a mirar el cadáver, prometiéndole que si no se marchaba acabaría como ella. El había deseado acabar con la vida de su padre también, el deseo de ajusticiarlo fue algo que siempre creció con él, disfrutaba planeando el plan perfecto, entrar y salir sin ser visto, utilizar un explosivo, envenenarlo... Sin embargo, cuando se lo encontró en un callejón, moribundo, con un puñal clavado en la espalda, no pudo si no sentirse aliviado, matar a un familiar es una carga enorme, por mucho que odies a la persona siempre será familia tuya, así pues, hizo lo que cualquier joven de los bajos fondos haría cuando su padre moribundo le implora su perdón en su lecho de muerte, marcharse con una mirada reprochatoria, sin aceptar su perdón, ni negarlo. Sin embargo, el ver a su madre reflejada en aquella mujer fue distinto, palideció, las piernas le flaquearon, pensó que estaba viendo a la misma muerte, pero no, no era su madre. Apoyó su mano derecha en la pared para retomar la compostura, la joven le invitó a entrar. ¿Debía de hacerlo? ¿Era una buena idea? Él era un cazatesoros, ¿acaso las historias no son tesoros? Y la de Pharys parecía apasionante. ¿Qué habría llevado a una joven a cometer tal acto? Entró en la caso, apartando la vista del cadáver y cerrando la puerta tras de si, siguiendo a la joven. - Sírveme esa cerveza. - Dijo en un tono serio, fuera de lo habitual.
- El desorden no es una molestia, he dormido en cochiqueras en las que ningún humano hubiera aceptado visitar jamás. - Rió con tranquilidad antes las palabras de la joven, totalmente despreocupado. Las calles eran viejas y sucias, nada que no hubiera visto antes, de hecho, se sentía como en casa, recordó como le abandonaron y tuvo que aprender a sobrevivir en las calles oscuras, las palizas, los bollos, Tak... Suspiró con nostalgia, borrando su característica sonrisa de su rostro. - Jejeje... Buenos tiempos, ¿eh? - Se burló Tak, Zael respondió a este con un "tsk", mostrando su desagrado. Pharys volvió a sacarlo de su mente, mostrándole su hogar. Parecía una casa bastante decente, mientras la muchacha tocaba a la puerta para hacer salir a su madre, Zael optó por apoyarse en la pared jugueteando con una moneda, los objetos con los que se compraba en su juventud... Bueno, aún era joven, pero tan solo en apariencia.
La mujer abrió la puerta, Zael observó atento, esperando un tierno y cálido reencuentro entre madre e hija, sin embargo, no fue eso lo que encontró ante aquel hogar. La espada de la joven peliazul atravesó el cuello de su madre, la cual cayó al suelo con ojos abiertos como platos, inyectados en miedo, un miedo primario, el miedo ante la muerte, el más visceral de todos los miedos. La moneda cayó al suelo y Zael abrió la boca atónito. Pharys desde luego no apreciaba a su madre, o eso fue lo que el cazatesoros pensó al escuchar las palabras que esta le profirió a la mujer que lloraba en el suelo, la mujer que lloraba sus últimas lágrimas. Por un momento Zael vió reflejada a su madre en esta, recordó como su padre la había matado a golpes ante sus ojos, como le había olvidado a mirar el cadáver, prometiéndole que si no se marchaba acabaría como ella. El había deseado acabar con la vida de su padre también, el deseo de ajusticiarlo fue algo que siempre creció con él, disfrutaba planeando el plan perfecto, entrar y salir sin ser visto, utilizar un explosivo, envenenarlo... Sin embargo, cuando se lo encontró en un callejón, moribundo, con un puñal clavado en la espalda, no pudo si no sentirse aliviado, matar a un familiar es una carga enorme, por mucho que odies a la persona siempre será familia tuya, así pues, hizo lo que cualquier joven de los bajos fondos haría cuando su padre moribundo le implora su perdón en su lecho de muerte, marcharse con una mirada reprochatoria, sin aceptar su perdón, ni negarlo. Sin embargo, el ver a su madre reflejada en aquella mujer fue distinto, palideció, las piernas le flaquearon, pensó que estaba viendo a la misma muerte, pero no, no era su madre. Apoyó su mano derecha en la pared para retomar la compostura, la joven le invitó a entrar. ¿Debía de hacerlo? ¿Era una buena idea? Él era un cazatesoros, ¿acaso las historias no son tesoros? Y la de Pharys parecía apasionante. ¿Qué habría llevado a una joven a cometer tal acto? Entró en la caso, apartando la vista del cadáver y cerrando la puerta tras de si, siguiendo a la joven. - Sírveme esa cerveza. - Dijo en un tono serio, fuera de lo habitual.
- Spoiler:
- No pasa nada :3 Yo estoy de exámenes, lo siento si también tardo un poco en responder xD
Zael- Mensajes : 11
Localización : Bajo la sombra de un pino.
Re: Un trabajo honrado.
¿Qué cosa se habrá roto en el cerebro de la sirena? Esa frialdad de sangre es ejemplar de la caballería, que debe estar siempre preparada y atenta a proporcionar un embate a sus objetivos… Mientras sean enemigos. Un soldado respetable siempre tendrá el honor de encarar a su rival y darle oportunidad de defenderse, no blandiría su espada contra una persona desarmada y desprevenida, menos aun… Contra una madre. Si su reina la viera, ella que es de verdad su madre y a la que llamará como tal de ahora en adelante, ¿Qué diría luego de la atrocidad que acababa de cometer? ¿Tanto odio realmente tiene ella contra esa mujer que la entregó a Calad’meeth para que viviera una mejor vida llena de gloria, prestigios y beneficios? No… La respuesta es no, siempre será no.
Pharys no odia a su madre, no se siente ni un poco triste, ni feliz, no siente nada luego de haber matado a la mujer que la engendró. Ni siquiera sabe por qué lo ha hecho… ¿Era necesario terminar con la vida de esa persona? La amaba… Alguna vez la amó, cuando era niña y le llevaba peces pequeños para comer, o algunas almas adicionales que ganaba por trabajos pequeños en el muelle con lo cual sumar a la cantidad que esa mujer ganaba vendiéndose a hombres que estuvieran dispuestos a pagarla, cosa que era frecuente; siempre fue una hermosa mujer, tanto que en vez de su madre parecía su hermana mayor.
¿De verdad no va a llorar ni un poco? No… No le salen las lágrimas, aunque quisiera forzarse. Tan solo entra en la casa, procurando no mancharse los zapatos con la sangre que ha derramado, sin enfundar su espada, tan solo la dejó tirada en el suelo sin preocuparse en que posiblemente el muchacho intente robarla o aprovecharse que ha quedado indefensa, no desconfía de él para nada, cree que en verdad no podría tener mejor compañía que la de un desconocido muy amable pero delictivo, si considera que ahora comete el peor de los delitos según los códigos morales: el matricidio.
- Ven Zael, rey de los ladrones. Cuidado con pisar la sangre, te va a manchar mucho el zapato. – Pharys dice con una sonrisa demasiado tierna, nada acorde con lo que acaba de ocurrir, preocupada mas por cosas que ni siquiera tienen que ver con el cadáver de su madre… De la cual empieza a olvidarse hasta de cómo se llamaba. Intenta hacer memoria mientras busca en una máquina de refrigeración que estaba en la cocina, una maravilla inventada por algún ingeniero que permite conservar alimentos y bebidas por medio de la congelación que evita el proceso de biodegradación. Seguro costó mucho, pero que se pudo comprar con el bono de almas que le dieron a su progenitora por haberla entregado a la sirena como tributo al reino de los caballeros.
- Esto no es cerveza… Es otra cosa. Oh bueno, parece que también emborracha, no debe ser tan malo. – Pharys toma una de las botellas y la destapa sin esperar mucho, bebe directamente unos cuantos tragos del licor que era un tanto suave, dulce, engañoso; parecía una gaseosa con un ligero toque de alcohol que puede embriagar al que no se controle. – Vaya, está bueno. Prueba esto, mi mami consiguió algo interesante. – Pharys le arroja la botella asegurándose de que la misma no gire demasiado para evitar que se agite y se derrame, mientras saca otras mas del refrigerador que parece un baul.
La sirena se sienta agotada sobre la pequeña mesa de la cocina que funcionaba como comedor seguramente, antes no tenían algo como eso, o siquiera algo que pudiera considerarse un cuarto de cocina. Suspira, con algo de melancolía y satisfacción junta… Rememora y poco más del pasado… Se lleva una mano al rostro cubriéndose un ojo, similar al gesto de alguien que sufre un dolor de cabeza… Y habla en voz alta, para ella, para el chico, para lo que sea que la escuche.
- … Dioses, ¿Qué estoy haciendo? ¿De verdad estoy actuando como si nada? – Con otra botella en mano, la destapa con los dientes y escupe la metálica tapilla a un lado del cuarto de cocina, para beber de una sola sentada todo el contenido como si fuera agua.
- … ¿Estoy tan mal? No… No creo estarlo. Creo que si estoy triste; mi madre seguro no pensó que yo no quería otra vida en la que no estuviera ella. – Otra botella mas, mismo procedimiento. Destapar con los dientes, escupir la tapilla, beber de una sola sentada. – Perdón por el espectáculo, Zael. Espero que la bebida lo compense, hay suficiente como para abastecer un bar en ese refrigerador.
Pharys no odia a su madre, no se siente ni un poco triste, ni feliz, no siente nada luego de haber matado a la mujer que la engendró. Ni siquiera sabe por qué lo ha hecho… ¿Era necesario terminar con la vida de esa persona? La amaba… Alguna vez la amó, cuando era niña y le llevaba peces pequeños para comer, o algunas almas adicionales que ganaba por trabajos pequeños en el muelle con lo cual sumar a la cantidad que esa mujer ganaba vendiéndose a hombres que estuvieran dispuestos a pagarla, cosa que era frecuente; siempre fue una hermosa mujer, tanto que en vez de su madre parecía su hermana mayor.
¿De verdad no va a llorar ni un poco? No… No le salen las lágrimas, aunque quisiera forzarse. Tan solo entra en la casa, procurando no mancharse los zapatos con la sangre que ha derramado, sin enfundar su espada, tan solo la dejó tirada en el suelo sin preocuparse en que posiblemente el muchacho intente robarla o aprovecharse que ha quedado indefensa, no desconfía de él para nada, cree que en verdad no podría tener mejor compañía que la de un desconocido muy amable pero delictivo, si considera que ahora comete el peor de los delitos según los códigos morales: el matricidio.
- Ven Zael, rey de los ladrones. Cuidado con pisar la sangre, te va a manchar mucho el zapato. – Pharys dice con una sonrisa demasiado tierna, nada acorde con lo que acaba de ocurrir, preocupada mas por cosas que ni siquiera tienen que ver con el cadáver de su madre… De la cual empieza a olvidarse hasta de cómo se llamaba. Intenta hacer memoria mientras busca en una máquina de refrigeración que estaba en la cocina, una maravilla inventada por algún ingeniero que permite conservar alimentos y bebidas por medio de la congelación que evita el proceso de biodegradación. Seguro costó mucho, pero que se pudo comprar con el bono de almas que le dieron a su progenitora por haberla entregado a la sirena como tributo al reino de los caballeros.
- Esto no es cerveza… Es otra cosa. Oh bueno, parece que también emborracha, no debe ser tan malo. – Pharys toma una de las botellas y la destapa sin esperar mucho, bebe directamente unos cuantos tragos del licor que era un tanto suave, dulce, engañoso; parecía una gaseosa con un ligero toque de alcohol que puede embriagar al que no se controle. – Vaya, está bueno. Prueba esto, mi mami consiguió algo interesante. – Pharys le arroja la botella asegurándose de que la misma no gire demasiado para evitar que se agite y se derrame, mientras saca otras mas del refrigerador que parece un baul.
La sirena se sienta agotada sobre la pequeña mesa de la cocina que funcionaba como comedor seguramente, antes no tenían algo como eso, o siquiera algo que pudiera considerarse un cuarto de cocina. Suspira, con algo de melancolía y satisfacción junta… Rememora y poco más del pasado… Se lleva una mano al rostro cubriéndose un ojo, similar al gesto de alguien que sufre un dolor de cabeza… Y habla en voz alta, para ella, para el chico, para lo que sea que la escuche.
- … Dioses, ¿Qué estoy haciendo? ¿De verdad estoy actuando como si nada? – Con otra botella en mano, la destapa con los dientes y escupe la metálica tapilla a un lado del cuarto de cocina, para beber de una sola sentada todo el contenido como si fuera agua.
- … ¿Estoy tan mal? No… No creo estarlo. Creo que si estoy triste; mi madre seguro no pensó que yo no quería otra vida en la que no estuviera ella. – Otra botella mas, mismo procedimiento. Destapar con los dientes, escupir la tapilla, beber de una sola sentada. – Perdón por el espectáculo, Zael. Espero que la bebida lo compense, hay suficiente como para abastecer un bar en ese refrigerador.
- Spoiler:
- Perdón la demora de nuevo
Pharys Azure- Mensajes : 24
Re: Un trabajo honrado.
- No me importa manchar mis zapatos. - ¿Que podría llevar a una joven de aspecto tan inocente matar a su propia madre? Era lo único que pensaba el pelirrojo mientras avanzaba por el pasillo en dirección a la cocina, lugar en el que había visto entrar a la muchacha. - Dokum, estúpido, ¡salgamos de aquí, esa mujer está loca, ha matado a su propia madre! - Le dijo la voz interior, sin embargo, al cazatesoros no parecía importarle, si la curiosidad mataba al gato, él no sería el gato, aún así llegaría al fondo de esto. - Vamos Tak, ¿nunca has sentido curiosidad por nada? - Zael asomó la cabeza por el marco de la puerta, sus ojos se pararon en la joven, rebuscando en una especie de baúl, había visto alguno otra vez, incluso había robado alguno, eran bastantes útiles. La peliazul arrojó una botella en dirección al ladrón, el cual la agarró al vuelo con la mano derecha y dio un largo trago, intentando aclarar su mente. Observó como la muchacha se sentaba sobre la mesa, y, justo cuando había pensado en lo que iba a decir, esta habló. Al parecer no era el monstruo que parecía por sus acciones, esto alivió a Zael. Se cuestionaba su actitud, algo lógico pues acababa de matar a su propia madre. ¿Qué podría llevar a alguien a cometer tal acto? Incluso Tak sintió curiosidad al ver que la joven no era el carámbano de hielo que parecía. - Una locura. Eso es lo que estás haciendo. Has matado a tu propia madre en la puerta de tu casa y no te has molestado en esconder el cadáver, por lo que puede ser que alguien lo haya visto desde fuera. - Tomó otro trago de la botella, acto seguido se sentó en el suelo, con un pierna estirada y la otra recogida, apoyando el brazo que sostenía la botella sobre este y su espalda contra la pared. - Sin embargo, lo cierto es que me reconforta saber que no te ha dado igual matar a tu propia madre. Supongo que tendrás tus motivos para haber cometido tal acto. - Zael sonrió de manera avariciosa, como si acabase de encontrar un tesoro solo para él, en este caso dicho tesoro existía, y se trataba de una historia. - No te preocupes por ningún espectáculo. Me encanta la bebida, sí, sin embargo hay algo que me gustan más que esta. Los tesoros. Y vaya, creo que tú tienes uno muy interesante. - Zael colocó la botella en el suelo mientras buscaba una postura algo más cómoda. - Tú historia. ¿Qué es lo que llevaría a una joven de aspecto tierno e inocente a matar a su propia y única madre? Vamos, Pharys, hermanita, creo que me merezco una historia. - Su rostro continuó mostrando dicha sonrisa, la cual desapareció un momento al tomar otro largo trago de la botella.
Había estado en tantos sitios, había conocido a tanta gente, había obtenido tantos tesoros... ¿Quién le iba a decir que aquel que le causaría más interés hasta la fecha no fuese algo que pudiese vender? ¿Quién le iba a decir que no era una reliquia capaz de dotarlo de la inmortalidad o cualidades de deidad? ¿Quién le iba a decir que aquello que más interés haría nacer en él sería la historia de una joven que acababa de conocer en una taberna? El destino es misterioso, eso es algo que él sabía bien. Un último trago para vaciar la botella, la noche sería larga, y el no tenía nada mejor que hacer u otro lugar a donde ir.
Había estado en tantos sitios, había conocido a tanta gente, había obtenido tantos tesoros... ¿Quién le iba a decir que aquel que le causaría más interés hasta la fecha no fuese algo que pudiese vender? ¿Quién le iba a decir que no era una reliquia capaz de dotarlo de la inmortalidad o cualidades de deidad? ¿Quién le iba a decir que aquello que más interés haría nacer en él sería la historia de una joven que acababa de conocer en una taberna? El destino es misterioso, eso es algo que él sabía bien. Un último trago para vaciar la botella, la noche sería larga, y el no tenía nada mejor que hacer u otro lugar a donde ir.
- Spoiler:
- No pasa nada
Zael- Mensajes : 11
Localización : Bajo la sombra de un pino.
Re: Un trabajo honrado.
- A ver, Zael… ¿Por dónde puedo empezar…? – Pharys balancea sus pies mientras bebe otra botella más de esa gaseosa alcohólica, con una sonrisa un tanto despejada, con ojos tristes, con aspecto que no la hace ver tan animada como cuando entró a aquel bar. La sirena piensa en lo que más recuerda cuando era una pequeña, vestida como niño, juntándose con viejos locos y marineros vulgares que le tiraban regalos a los pies descalzos si la veían hacer trucos y piruetas, o le daban almas si ella los ayudaba a cargar petróleo que extraían para llevar a Excelsus, o la hacían jugar ruleta con un revolver luego de emborracharla con un menjunje de licores que ningún niño debería tomar jamás.
- Nací, siendo una niña de llanto muy fuerte, que pulmones buenos que tengo; ni siquiera cuando respiré tanto humo, vapor y hollín de los barcos, camiones y tabaco se me dañaron. Fui saludable, aunque un poco pequeña, supongo que eso fue bueno para mi mami a la hora de cargarme. Ah, eso debo reconocerlo, me cargó con amor... Creo. – Pharys vuelve a reír, luego de largar un suspiro de cansancio, antes de seguir con su historia que no sabe bien como contar, ya que nunca ha hecho nada parecido. No ha hablado de sí misma nunca, ni se imaginaba que alguna vez terminaría haciéndolo. No tiene nada que ocultar, no se avergüenza de donde viene, ni que cosas ha hecho, ni siquiera ahora que abandona a su nuevo reino.
- Crecí siendo muy atrevida, no es que tengas mucha posibilidad de diferenciarte de género aquí en Luster. Niños y niñas jugamos por igual, solo somos pobres y más pobres en estos muelles, así que no hay tiempo para que las nenas seamos delicadas. Hay que conseguir comida como sea, siendo astuta, rápida, fuerte, o de mucha suerte para que no te den un tiro y dejen que te coman los peces. – Que nostalgia esos días, de correr sin zapatos y con ropa raída por la arena o las calles de piedra, envidiando en silencio a los mercenarios y sicarios que llevan todos botas de cuero y tremendas armas colgando de la cintura o de la espalda. Recuerda que era un sueño común crecer y volverse como uno de ellos, aunque como ella era niña le decían en broma que seguro terminaba vendiendo el trasero antes de vender sus servicios como asesina.
- No es que se crezca con mucha moral en estas tierras, Phyrexis solo ve esto como el agujero donde se saca el caviar para los gordos de Royale y su petróleo para combustible y otras cosas con las cuales poner a funcionar a sus armas y robots. Aquí usamos un poco de eso, nos dan gratis un porcentaje por ser quienes sacan el oro negro del fondo del mar, para hacer que nos matemos por eso. Bueno, al menos los adultos hacían eso, los niños estábamos siempre haciendo encargos menores, robando cosas, pescando desnudos en las orillas, en fin… Era una vida divertida en cierto punto. – Pharys se termina otra botella, la arroja a un lado antes de echar mano a otra con bastante ánimo, y la destapa con las manos sin tener que aplicar fuerza alguna. No hace esperar ni un poco la bebida, la vacía en su boca hasta la mitad antes de seguir.
- Mi madre… Siempre fue buena conmigo. Siempre me sonreía, nunca me regañó, o me pegó, ni me habló de mi padre. Eso último está bien, no quiero saber que soy hija de un borracho o algo así, aunque ella asegura que nací de un tritón o algo por el estilo. No le creo mucho, pero hace que la historia de supuesto romance sea bonita. – La sirena le arroja una botella nueva al ladrón, varías en realidad, antes de seguir con su relato que parece un cuento para niños… Un poco retorcido; como todos los cuentos para niños.
- No hablaba mucho conmigo, pero me cuidaba, a su manera. No me vendió a cualquiera, cosa que pudo hacer porque compradores no faltarían, los pervertidos marineros y mercenarios siempre quieren que algo les caliente la cama incluso si es una chiquilla que podría ser hasta su hija. Ella no, ella me entregó en nombre de todo el reino como tributo a Calad’meeth, con la finalidad de volverme una brillante guerrera de capa y espada que luchara en nombre de la corona de la orden de caballeros más grande que existe. A cambio, le debieron pagar muy bien, mira que esta casa se ve decente.
De otro suspiro, Pharys hace una pausa más para recostarse en la mesa sin parar de balancear sus piernas, con la mirada al techo, llegando al punto donde todo lo oscuro pareció haberse acabado… cuando en verdad recién empezaba. – Empecé a entrenar, día y noche. Con mucha disciplina, me enseñaron a leer bien y a escribir con buena caligrafía. Me enseñaron ciencias básicas, buenos modales y etiqueta, obediencia, el arte de la espada y los códigos de lealtad y honor por los que la caballería se rige. Me convertí en alguien completamente diferente a quien era… Y lo hice por enorgullecer a mi madre.
Pharys cierra los ojos, el movimiento de sus piernas se detiene y las deja colgar fuera de la mesa, mientras ella se mantiene silenciosa, escuchando en su cabeza la melodía de todo lo que ha aprendido… La música… Su canción de sirena.
- Música… Aprendí música… En todo. Por la música descubrí mi actitud… Pero no mi anhelo. Me enamoré de una persona, la admiré con todo mi corazón… Mi madre de verdad… Una que no me vendió sino que me compró y me hizo crecer. Me limpió, alimentó y fortaleció, me convirtió en parte de la caballería, me dio un lugar de importancia… Y yo no hice nada para de verdad honrarla como es debido. Ella no necesita la obediencia de alguien como yo, ella se esforzó para hacerme, no quiere que yo sea una más de sus guerreros.
Pharys en ese momento levanta una mano al tejado, busca rozar con los dedos el rostro hermoso de esa mujer, su madre de verdad… La que la hizo nacer de nuevo, fuerte y gloriosa. - Zael… En el nexo aprendí que no puedo arrodillarme ante ella si quiero que me mire con atención, que se sienta orgullosa de mi y que me llame Hija. No me importa ser su princesa, no lo necesito, pues seré una reina por mi cuenta. Tan solo quiero… Ser su hija… Recompensarla por todo.
- Nací, siendo una niña de llanto muy fuerte, que pulmones buenos que tengo; ni siquiera cuando respiré tanto humo, vapor y hollín de los barcos, camiones y tabaco se me dañaron. Fui saludable, aunque un poco pequeña, supongo que eso fue bueno para mi mami a la hora de cargarme. Ah, eso debo reconocerlo, me cargó con amor... Creo. – Pharys vuelve a reír, luego de largar un suspiro de cansancio, antes de seguir con su historia que no sabe bien como contar, ya que nunca ha hecho nada parecido. No ha hablado de sí misma nunca, ni se imaginaba que alguna vez terminaría haciéndolo. No tiene nada que ocultar, no se avergüenza de donde viene, ni que cosas ha hecho, ni siquiera ahora que abandona a su nuevo reino.
- Crecí siendo muy atrevida, no es que tengas mucha posibilidad de diferenciarte de género aquí en Luster. Niños y niñas jugamos por igual, solo somos pobres y más pobres en estos muelles, así que no hay tiempo para que las nenas seamos delicadas. Hay que conseguir comida como sea, siendo astuta, rápida, fuerte, o de mucha suerte para que no te den un tiro y dejen que te coman los peces. – Que nostalgia esos días, de correr sin zapatos y con ropa raída por la arena o las calles de piedra, envidiando en silencio a los mercenarios y sicarios que llevan todos botas de cuero y tremendas armas colgando de la cintura o de la espalda. Recuerda que era un sueño común crecer y volverse como uno de ellos, aunque como ella era niña le decían en broma que seguro terminaba vendiendo el trasero antes de vender sus servicios como asesina.
- No es que se crezca con mucha moral en estas tierras, Phyrexis solo ve esto como el agujero donde se saca el caviar para los gordos de Royale y su petróleo para combustible y otras cosas con las cuales poner a funcionar a sus armas y robots. Aquí usamos un poco de eso, nos dan gratis un porcentaje por ser quienes sacan el oro negro del fondo del mar, para hacer que nos matemos por eso. Bueno, al menos los adultos hacían eso, los niños estábamos siempre haciendo encargos menores, robando cosas, pescando desnudos en las orillas, en fin… Era una vida divertida en cierto punto. – Pharys se termina otra botella, la arroja a un lado antes de echar mano a otra con bastante ánimo, y la destapa con las manos sin tener que aplicar fuerza alguna. No hace esperar ni un poco la bebida, la vacía en su boca hasta la mitad antes de seguir.
- Mi madre… Siempre fue buena conmigo. Siempre me sonreía, nunca me regañó, o me pegó, ni me habló de mi padre. Eso último está bien, no quiero saber que soy hija de un borracho o algo así, aunque ella asegura que nací de un tritón o algo por el estilo. No le creo mucho, pero hace que la historia de supuesto romance sea bonita. – La sirena le arroja una botella nueva al ladrón, varías en realidad, antes de seguir con su relato que parece un cuento para niños… Un poco retorcido; como todos los cuentos para niños.
- No hablaba mucho conmigo, pero me cuidaba, a su manera. No me vendió a cualquiera, cosa que pudo hacer porque compradores no faltarían, los pervertidos marineros y mercenarios siempre quieren que algo les caliente la cama incluso si es una chiquilla que podría ser hasta su hija. Ella no, ella me entregó en nombre de todo el reino como tributo a Calad’meeth, con la finalidad de volverme una brillante guerrera de capa y espada que luchara en nombre de la corona de la orden de caballeros más grande que existe. A cambio, le debieron pagar muy bien, mira que esta casa se ve decente.
De otro suspiro, Pharys hace una pausa más para recostarse en la mesa sin parar de balancear sus piernas, con la mirada al techo, llegando al punto donde todo lo oscuro pareció haberse acabado… cuando en verdad recién empezaba. – Empecé a entrenar, día y noche. Con mucha disciplina, me enseñaron a leer bien y a escribir con buena caligrafía. Me enseñaron ciencias básicas, buenos modales y etiqueta, obediencia, el arte de la espada y los códigos de lealtad y honor por los que la caballería se rige. Me convertí en alguien completamente diferente a quien era… Y lo hice por enorgullecer a mi madre.
Pharys cierra los ojos, el movimiento de sus piernas se detiene y las deja colgar fuera de la mesa, mientras ella se mantiene silenciosa, escuchando en su cabeza la melodía de todo lo que ha aprendido… La música… Su canción de sirena.
- Música… Aprendí música… En todo. Por la música descubrí mi actitud… Pero no mi anhelo. Me enamoré de una persona, la admiré con todo mi corazón… Mi madre de verdad… Una que no me vendió sino que me compró y me hizo crecer. Me limpió, alimentó y fortaleció, me convirtió en parte de la caballería, me dio un lugar de importancia… Y yo no hice nada para de verdad honrarla como es debido. Ella no necesita la obediencia de alguien como yo, ella se esforzó para hacerme, no quiere que yo sea una más de sus guerreros.
Pharys en ese momento levanta una mano al tejado, busca rozar con los dedos el rostro hermoso de esa mujer, su madre de verdad… La que la hizo nacer de nuevo, fuerte y gloriosa. - Zael… En el nexo aprendí que no puedo arrodillarme ante ella si quiero que me mire con atención, que se sienta orgullosa de mi y que me llame Hija. No me importa ser su princesa, no lo necesito, pues seré una reina por mi cuenta. Tan solo quiero… Ser su hija… Recompensarla por todo.
Pharys Azure- Mensajes : 24
Re: Un trabajo honrado.
- ¿Por qué os cuesta tanto a los humanos empezar sencillamente por, bueno, el principio? - Preguntó Tak a la única persona capaz de escucharlo, "es una forma de hablar, Tak, como érase una vez", respondió este. - Otra frase estúpida. - Puntualizó el ente, mientras por su parte Zael prestaba más atención al rostro de la peliazul, la cual parecía algo alicaída. "Tal vez tenga recuerdos dolorosos o desagradables", pensó el pelirrojo. Llevó la botella a sus labios sin embargo esta se encontraba vacía, podía levantarse e ir a por otra, sin embargo, como un sabio anciano le dijo una vez, "si quieres que te cuente el cuento, nunca preguntes como continúa", vendría a significar que no hay que interrumpir a alguien que te está contando algo, al menos eso entendió él.
Zael atendió con toda su atención a la historia de Pharys, la dureza de su vida en las calles le recordó a su infancia, como él mismo había hecho cosas similares, huir de los guardias, robar... A él le hubiera gustado tener tiempo para jugar, sin embargo su relación con otros jóvenes se limitó a pelearse con ellos para quitarles la poca comida que hubieran podido conseguir. Tak, por su parte, disfrutaba comentando cada frase de la muchacha, como por ejemplo. - Imagina que la lanzan al mar y el pez que se la come es su padre, ¡sería gracioso! - o - No le pagaron tan bien si no pudo ni poner una mirilla en la puerta. - Zael solía ignorar los desagradables comentarios de su "acompañante" cuando había otros humanos cerca, sin embargo siempre le habían resultado graciosos, por lo que tuvo que fingir una tos para enmascarar una risa. La botellas vuelan y el las agarra usando solo la mano derecha, destapa una y de un trago largo, ni rastro de la tos, alcohol, la panacea definitiva.
La pequeña buscalios que acababa de apalizar a un par de matones en una taberna era una caballera, ¿quién se lo habría imaginado? Por la expresión de Zael, él desde luego que no. Aunque creía que había comenzado a comprender la motivación de Pharys para ejecutar a sangre fría a su propia madre, es posible que la muchacha sintiese que si quería que esa mujer fuera su madre debía de dejar de ser hija de su verdadera madre. Un pensamiento algo retorcido a ojos de Zael. Al finalizar la historia el joven dio otro trago y se dispuso a hablar. - Has tenido una vida bastante interesante a pesar de haber sido tan corta. No sé, pero a mi entender tu madre no merecía ser asesinada, te sacó de la calle, sí, te vendió al ejército, o la realeza, o lo que fuese, pero te trataron bien, te alimentaron, te cuidaron, incluso te enseñaron cosas. Entiendo que la odies por venderte, pero, ¿piensas que honraras a la mujer que consideras tu madre dándole muerte a la que no? - Zael apoyó su mano derecha en el suelo para levantarse, acto seguido se apoyó en el marco de la puerta y se encogió de hombros. - Aunque desde luego, yo soy la persona menos idónea para juzgar. Así que, bueno, ya que me has invitado a algo de beber podría ayudarte con el cadáver, no es la primera vez que hago algo del estilo, y así no deshonrarías a esa mujer que tanto aprecias. - Zael le dedicó una sonrisa de complicidad, cualquiera diría que le ofrecía hacer desaparecer un cadáver.
Zael atendió con toda su atención a la historia de Pharys, la dureza de su vida en las calles le recordó a su infancia, como él mismo había hecho cosas similares, huir de los guardias, robar... A él le hubiera gustado tener tiempo para jugar, sin embargo su relación con otros jóvenes se limitó a pelearse con ellos para quitarles la poca comida que hubieran podido conseguir. Tak, por su parte, disfrutaba comentando cada frase de la muchacha, como por ejemplo. - Imagina que la lanzan al mar y el pez que se la come es su padre, ¡sería gracioso! - o - No le pagaron tan bien si no pudo ni poner una mirilla en la puerta. - Zael solía ignorar los desagradables comentarios de su "acompañante" cuando había otros humanos cerca, sin embargo siempre le habían resultado graciosos, por lo que tuvo que fingir una tos para enmascarar una risa. La botellas vuelan y el las agarra usando solo la mano derecha, destapa una y de un trago largo, ni rastro de la tos, alcohol, la panacea definitiva.
La pequeña buscalios que acababa de apalizar a un par de matones en una taberna era una caballera, ¿quién se lo habría imaginado? Por la expresión de Zael, él desde luego que no. Aunque creía que había comenzado a comprender la motivación de Pharys para ejecutar a sangre fría a su propia madre, es posible que la muchacha sintiese que si quería que esa mujer fuera su madre debía de dejar de ser hija de su verdadera madre. Un pensamiento algo retorcido a ojos de Zael. Al finalizar la historia el joven dio otro trago y se dispuso a hablar. - Has tenido una vida bastante interesante a pesar de haber sido tan corta. No sé, pero a mi entender tu madre no merecía ser asesinada, te sacó de la calle, sí, te vendió al ejército, o la realeza, o lo que fuese, pero te trataron bien, te alimentaron, te cuidaron, incluso te enseñaron cosas. Entiendo que la odies por venderte, pero, ¿piensas que honraras a la mujer que consideras tu madre dándole muerte a la que no? - Zael apoyó su mano derecha en el suelo para levantarse, acto seguido se apoyó en el marco de la puerta y se encogió de hombros. - Aunque desde luego, yo soy la persona menos idónea para juzgar. Así que, bueno, ya que me has invitado a algo de beber podría ayudarte con el cadáver, no es la primera vez que hago algo del estilo, y así no deshonrarías a esa mujer que tanto aprecias. - Zael le dedicó una sonrisa de complicidad, cualquiera diría que le ofrecía hacer desaparecer un cadáver.
Zael- Mensajes : 11
Localización : Bajo la sombra de un pino.
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