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El encuentro de cada cien años (autoconclusivo)

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Mensaje por Daniel Hall Lun Mayo 12, 2014 4:51 pm

Hay un bar en esta parte de la ciudad, en el que circulan leyendas e historias. La mas conocida y popular es que, después de cierto tiempo, se construye uno ahí una vez que el anterior ha sido demolido. Porque ese lugar tiene una misión, un objetivo si se puede decir así. Cada cien años llegan dos inmortales a encontrarse y tomar una copa de vino. Alguna vez se dijo que eran el Diablo y un pecador que fue maldecido con la inmortalidad. Otros dicen que son los dueños originales de la primera forma de aquel bar, ahora como fantasmas, vigilando que el lugar que crearon siga funcionando. Con los cambios en el mundo, hay quienes han bromeado que son dos dioses los que llegan ahí.

Pero todos coinciden en algo: son solo historias, leyendas que la gente deformó. Algo simplemente ridículo.

Pero no lo son.

Siglos atrás, mucho antes del Caos, un hombre aseguró que el morir era solo un acto de imitación, algo que otros hombres hacían porque habían visto a otros haciéndolo. Por ello, él tomaría la decisión de no morir, y no lo haría. Dream de los Eternos escuchaba en ese momento, y la Muerte, ser que siempre cumple su deber, y que por ello se permite cierta diversión, decidió concederle inmortalidad a aquel individuo si Dream hablaba con él. Y así fue. Dream le dijo a aquel hombre que si lo creía así, que se vieran en cien años en ese mismo lugar. El hombre, estúpidamente aceptó. Su nombre era Hob.

El tiempo pasó, y con él los cien años. Hob se reencontró con aquella figura pálida como la luna, pero de cabello y ojos tan oscuros como la noche. Y la ropa oscura solo hacía resaltar eso. Y Hob le platicaba su vida. Morpheus solo escuchaba la mayor parte, aunque en ocasiones también hablaba y daba su opinión. Sin darse cuenta, ambos se hicieron amigos.

Y los siglos continuaron pasando, y Hob tuvo la certeza de que ese hombre tan alto, mucho mas viejo que él, mas listo y mas importante para el universo, seguiría después de él. Pero no fue así.

Morpheus murió.

Todos los soñadores del universo vieron el funeral del Rey Sueño, pero solo aquellos que lo conocían y entendían recordaban parte del sueño. Hob había deducido que era su amigo, y ahora se había ido. Lo sabía. Pero la costumbre lo reunió ese día ahí, una vez mas, esperando tomar una copa con alguien que sabía no vendría, pero aun con algo de esperanza.

-Hola, Hob.

El hombre se dio la vuelta, sorprendido, esperanzado. Ahí estaba él. Ahí estaba su amigo.

-¡Dios! Tú...

No.

Era alguien que se le parecía. De lejos parecerían tener el mismo rostro, pero de cerca era claro que era una cara menos rígida, como la de un joven. Además, su amigo tenía el cabello negro, y usaba ropas negras. En éste recién llegado lo único negro eran sus ojos. Todo lo demás era blanco, como la nieve.

-No exactamente -la voz era tan parecida... pero no era igual. Era mas suave. El joven de blanco parecía haber dudado de decir eso, como si no esperara esa expresión.

-Fui yo el que no terminó. Quise decir "Dios", en el sentido de "¡¿Cómo carajo sigues vivo?! ¡Te creía muerto! ¡Pero estás vivo!" -dijo Hob, sorprendido, pero comenzando a comprender que el recién llegado no era quien él deseaba ver.

-¿Vivo? -cuestionó dudoso, esta vez con un tono de obviedad.

-Sí, bueno, creo que moriste... Es decir, si realmente estabas vivo. Creo que eso quieres decir. Mierda.

-Sí, Hob. Pero no entiendo lo de "mierda".

-La mierda -suspiró Hob-. Ya sabes, porquería, el número dos, caca.

-Hm -la expresión no le indicó nada, así que pensó que el niño no había entendido lo que él quiso decir.

-Excremento.

-Entendí la primera explicación -afirmó el hombre pálido.

-En verdad te pareces a él. Es decir, las voces...

-Soy él -dijo el hombre pálido, pero esta vez quizás no tan seguro.

-Típico -dijo Hob. En este punto de su vida, sabía que existían muchos inmortales, incluso antes del Caos. Y sabía bien que ahora habían muchos mas, y que incluso la muerte podía ya no significar la muerte. Eso no quería decir que lo entendiera-. Ahora me dirás una teoría estúpida y demente que explicará como todo tiene sentido. Aunque no lo tiene.

-No es "estúpida" o "demente", Hob -afirmó Dream-. Yo soy él.

-A eso me refería. Loca y demente. Probablemente debí agregar que también con mucha...

-¿Mierda?

-Bueno, al menos entiendes la idea -dijo Hob, sonriendo ligeramente. Pausó unos segundos, mirando la mesa frente a la que estaba sentado. Volvió a mirar al joven-. ¿Entonces realmente eres él?

-Sí.

-Estás... te ves diferente.

-Mejor -agregó el de blanco.

-¿Mejor?

-Me veo... mejor -dijo, en el tono de alguien que timidamente intenta decir un chiste, y no está seguro si lo está diciendo bien, y al final de cuentas no lo dice bien.

-Je. Por lo menos por fin usas el humor -dijo Hob, riéndose sin querer ante la incomodidad de su "invitado", que sin darse cuenta ya está sentado frente a él-. Aunque de haber sido tú, hubiera dicho algo como "Por lo menos ahora no parece que voy a un funeral."

-Lo tomaré en cuenta.

Hay una pausa de unos segundos entre ambos hablantes.

-¿Por qué tuvo que morir? -habló Hob de pronto, con una expresión melancólica.

-Debo... ¿repetirlo? -preguntó el albino, inseguro.

-Ya sabes de que hablo -respondió Hob, en el tono de alguien que ha estado esperando una explicación por mucho tiempo, y no va a seguir esperando ahora que tiene la oportunidad de recibir la respuesta de la fuente-. Sí, sí, eres él, el rey de los sueños, bla bla. Pero no eres él. Él murió -su voz se quebró en ese momento-. ¿Por qué?

-Tú... lo conociste. Mejor que muchos -respondió ante aquella voz suplicante, aunque sin saber exactamente que decir-. Lo sabes.

-¿No me lo puedes decir? Quiero... escucharlo. Entenderlo.

-Era tiempo... de cambiar...

-Claro, ahora me sales con esta mierda de la política antigua. "¡Hay que cambiar! ¡Hay que cambiar!" ¿Y eso qué? ¿Necesitabas un cambio porque era un estirado amargado? ¿De qué sirve saberlo si aun no lo entiendo?

-Somos Sueño -dijo inmediatamente.

-Sueño. Je -Hob rió irónicamente-. El maldito nunca me dijo su nombre.

-Lo llamaban de muchas formas... -trató de continuar el muchacho. Hob lo interrumpió.

-Lo sé. Lo escuché en el funeral. Sueño me parece bien -dijo Hob resignado. Se sentía agotado de pronto. No esperaba nada de eso, aunque en el fondo lo deseaba. Volver a ver a su viejo amigo, aún si era en esa apariencia de niño, o de adolescente.

-Creo que estás cansado -dijo Sueño, en tono de preocupación.

-Sí, definitivamente. Con eso de que eres Sueño, y él se aparecía luego cuando dormía, sin duda alguna debes estar alterando mi ciclo circadiano.

-Es probable, sí.

-¿Cuál es tu nombre? -Sueño mostró confusión ante la pregunta.

-Sue-

-No. Tu nombre -Dream dudó unos segundos, como si lo pensara.

-Daniel -respondió en una mezcla de cortesía reverencial, y con el orgullo que un niño suele tener cuando dice su nombre-. Lamento... haber venido aquí. No quise molestarte.

-Está bien, chico. Nunca es bueno tomar un trago solo. Además, me alegra saber que tienes ropa mucho mejor que él y te gusta el humor. Pienso que él... estaría contento de saber que estás aquí, en su lugar.

-Me alegra que pienses eso -Daniel dudó un momento-. Es solo que... todo esto es nuevo para mí...

-Lo harás bien. Bueno, en lo que sea que tengas que hacer -Hob levanta la mano para llamar a un mesero-. ¿Quieres un trago?

-Eso me gustaría -respondió sonriente Daniel.

Ese día, Sandman buscaba algo. No estaba seguro que era. ¿Aprobación, tal vez? ¿Alguien que hablara con él? ¿Un amigo? No lo sabía, pero sabía que no se sentiría apenado en decirlo. Quizás era lo que todos necesitamos en algún momento. Solo escuchar palabras.

Después de todo, como todos nosotros, él es solo humano.
Daniel Hall
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