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[Recuerdo]Mirada al Pasado: Una vista inolvidable

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Mensaje por Credens Justitiam Miér Feb 18, 2015 10:18 pm

No se habían dado demasiadas vueltas sobre el asunto. Aparentemente Al-Hazred estaba determinado a que la joven de cabellos bucleados conociera lo que la nación de Kil´Daggoth podría ofrecerle si es que deseaba quedarse allí. Obviamente, la primera impresión seria definitiva. Y no solo de la ciudad para con ella, sino de ella para con la ciudad. O eso bien pudo haberlo pensado, al despacharla casi automáticamente a cambiarse para dar un paseo como bien era debido. Candelaria en ese momento no pudo más que obedecer, ni bien habiendo terminado su cena, fue asistida por la misma ama de llaves y hasta ahora, su única amiga en ese lugar donde supieron ayudarla.  Ayudándola a ponerse de pie, la acompaño en silencio hacia las escaleras que en realidad, era el trayecto mas tortuoso que debía hacer desde que se despertaba por la mañana y cuando debía ir a descansar de noche.

-Mita… ¿Qué puedo esperar encontrarme allí afuera?- Pregunta, mientras da el último paso para terminar con los escalones. Lo que le tocaba ahora era continuar hasta su habitación, en donde aparentemente podría encontrar un cambio de ropas para la ocasión.

-Lo mejor es no esperar nada porque se puede encontrar con absolutamente todo. Y las sorpresas son más gratas así.- Respondió silenciosamente en sus pensamientos con una ligera sonrisa que la animaba a relajarse para su experiencia. Era un poco tarde, o así al menos lo pensaba la ex angelada con respecto a la hora. Ingreso a su habitación, en donde se sentó en la cama mientras Mita le pedía que esperara. Al cabo de unos minutos estaba volviendo, cargando en sus brazos lo que parecía ser un cambio completo de ropa que no había visto antes en ese lugar, o al menos no le había visto usarlo nunca. Llego a dudar de que fuera de Mita inclusive, a pesar de que gran parte de las prendas que venía vistiendo hasta ese momento eran en calidad de préstamo del ama de llaves. –Creo que este atuendo le asentara bien. Hace unos días Al-Hazred me pidió que le comprara ropa, por si llegaba la ocasión en que desee salir.- Acoto, mientras se acercaba a la cama y depositaba en ellas diversas prendas.

-Oh, deberé agradecérselo… A ti también Mita, hiciste una elección muy hermosa.-
Contesto con una amena sonrisa, mientras con sus manos desdoblaba la ropa de un tenue amarillo con detalles en blanco. Era un vestido muy delicado y refinado, y si lo veía en retrospectiva, sería la primera cosa que usaría de ese tipo, después de su uniforme de guardia ceremonial.  No obstante, precisamente por ser tan ataviado, le ha de llevar tiempo cambiarse. A esa altura ya no necesitaba ayuda de Mita para vestirse, pero debido a las cintas y cosas que debían de ajustarse a su cuerpo, y acomodarse para quedar bien, el proceso es lento. Si bien la herida en su espalda está empezando a convertirse solamente en una horrible cicatriz, sigue sensible y no por eso debe sobreesforzarse.  Quizás ha tardad bastante, pues es cierto que no solo ha debido colocarse un atuendo que de no ser porque ha entrenado toda su vida en cosas como resistencia física y fuerza, su figura aun poco convaleciente le haría sentir que en realidad tantas telas sobre su cuerpo llegan a pesar.

Finalmente ha de bajar de nuevo, con un peso adicional que le hace reemplantearse que tan sana se encuentra, o en realidad cuanta clase le estaria faltando. Debe admitir que es cierto suplicio el movilizarse con prendas que jamás habia usado antes; por lo que el camino hasta el final del pasillo que comunica con la puerta de entrada o salida, como se quiera ver, es bastante largo. –Disculpe la tardanza…- Diría un poco apenada, mientras es sostenida de su mano como las princesas y las nobles de alta cuna. Sonrie con algo de vergüenza pero de manera suave, mientras observa como la puerta es abierta sin siquiera forzarla. Absolutamente todo parece moverse con magia, pues hasta las mismas perillas son basadas en toques mágicos…

Un revuelto en su estomago la ataca con nerviosismo cuando finalmente da el primer paso fuera del hogar. Cuando ha de llegar a la vereda, una curiosidad propia de un infante la envuelve entera. A pesar de que es de noche, hay demasiada vida nocturna como para ignorarla. Además, cae en cuenta de los muchos hechizos que la mansión de su anfitrión debe tener, pues es casi de no creer el contraste de sonidos que hay estando fuera de sus dominios que dentro de el. El mismo aire es mucho más activo, y gente pintoresca de todos gustos  colores se pasean, ya sean solas, o acompañados. No ha de exclamar ni una palabra, mientras Al-Hazred la anima a comenzar a caminar de manera lenta, ya sea porque considera que aun esta débil o porque así puede contemplar mejor todo lo que le rodea.

-Tiene una extraña similitud con algunos libros que pude ver…- Comenta, sin ser demasiado especifica en su opinión. Logro visualizar a “Kil´Daggoth” a través de unos cuantos diarios antiguos ilustrados, donde lo mas parecido era de momento el tipo de estructura que tenían sus calles y casas. La gente, en cambio, usaba un vestuario “moderno” por decirlo de algún modo, tendencias que aparentemente solo poseían las familias acomodadas de su Paradisso.  Y todo parecía desarrollarse con cierta normalidad, hasta que un grito llamo la atención.

-¡AL HAZRED!- Gritó un hombre con un monóculo, capa, sombrero e íntegramente vestido de negro, con un bigote bien peinado y excesivamente grande. Su sonrisa era notoria, y hasta sus ojos se veian risueños. Candelaria sonreía, pues si bien no sabía quien era, aparentemente era amigo o alguien familiar de su héroe. –Uhum… ¿El Embajador tiene familia? Como no la ve seguro no quiere que nadie la vea. ¿No, Al?- Comento, para lanzar una risotada tras acomodarse el bigote. –Mucho gusto señorita. Es la primera vez que la veo, espero no sea la última.- Añadió, con una leve reverencia, que para ese punto sería difícil de corresponder debido a el sonrojo que tenía en su rostro por el comentario que había dicho.

-¡Ah… Ah, gracias, e igualmente!- Respondió, con un poco de timidez, aferrándose inconscientemente fuerte del brazo de embajador.
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[Recuerdo]Mirada al Pasado: Una vista inolvidable - Página 2 Empty Re: [Recuerdo]Mirada al Pasado: Una vista inolvidable

Mensaje por Al-Hazred Sáb Abr 18, 2015 11:27 pm

Ah, emoción. Primera ocasión en la que yo, Al-Hazred, asumiré la responsabilidad de ser guía para alguien que ha de adaptarse a las tierras de posibilidades infinitas, donde la felicidad nada más basta desearla para verla llegar con la forma de una oportunidad, como la misma ha llegado hasta mí. Me encuentro en compañía de una encantadora joven, cuya vista ha sido nublada por el deplorable prejuicio y mala concepción traída por el atraso que supone el dogma religioso que solo demanda devoción, humildad y obediencia, reglas que han convertido a seres como ella en siervos ciegos de verdad ante toda realidad, con la diferencia que ella tendrá la fortuna de conocer lo equivocada que ha sido la tradición de su lugar de proveniencia, tan castradora que la ha privado del derecho al saber. Por eso es, que paciente soy al esperarle, dándole mi palabra, de que segura estará bajo mi vigilancia. Kil'Daggoth es una joya de muchos colores, ella descubrirá algunos con una caminata.

- Ah, así que tiene gustos por la lectura, joven dama. ¿Cómo era presentado nuestro reino en aquellos textos? - Curiosidad me produce ese comentario. Me da a entender que su percepción de lo que pueda ver, se comprometa con un juicio lleno de mentiras y acusaciones sin fundamentos de lo que en realidad es nuestra sociedad. Nosotros hemos decidido crear un ambiente eficiente, sin conservar los métodos de trabajo físico y de simples mecanismos y estructuras grandes pero comunes como lo puede ser Calad'Meeth, o un entorno pesado construido en base a la explotación de minerales y metales para alzar edificaciones humeantes y operativas en base a la electricidad o energía nuclear como lo ha elegido Miryathir. Kil'Daggoth está energizada con poderes arcanos, artes que escapan de la comprensión y lógica de los diseños propuestos por la arquitectura básica y las ciencias como la matemática, física o química, logrando un diseño intrincado y con mayor peso conceptual. No puede ser muy acertado lo que un manual de tierras foráneas pueda aportar en cuanto a nuestras planificaciones.

- Observe, en las adyacencias de los caminos hay orbes que funcionan como mecanismos de iluminación y orientación en casos de corta visión. Pueden usarse como dispositivos de comunicación, al igual que otros códigos místicos a disposición del público... - Mi explicación hubiese continuado, de no ser por la voz energética de cierto individuo a quien conozco desde hace mucho tiempo, y que parece distante al día de su muerte. Dirijo mi rostro en dirección a la procedencia del sonido de la voz de Rygerd Gregorius Roganor... Un hechicero que se atribuyó el cargo de ministro de economía para tan solo apropiarse de una gran cantidad de almas en una estrategia que todos pasaron por alto, involucrando la muerte de varios clanes de brujas. Por antiguo que pueda ser, tanto como yo, sus estudios son demasiado apartados a los trabajos personales que realizo, dado que él ha renunciado a los beneficios de la investigación cósmica y se ha dedicado a la explotación de recursos de diferentes fuentes para fortalecer su marca mágica. En resumen, este colega fundador es capaz de ganar combates al liberar enormes cantidades de poder en una sola explosión. Ha de ser esa la razón de que siempre se ha logrado mantener en su cargo, por tecnicismos tan mediocres y obvios en el uso de la hechicería.

- Ah, Rygerd... Te equivocas. La joven no pertenece a mi linaje familiar, es una doncella a quien la he invitado a tomar un paseo para mostrar los privilegios de nuestra tierra. Agradecería tu consideración de no iniciar una conversación de temas políticos, quisiera llevarla a los lugares de interés cultural y comercial antes que sucedan improvistos. - Ah, molestia, que esta persona se interponga en mi camino ahora, tal como durante los asedios de Kaldim intentó robar protagonismo y el favor de los dioses a mí y a los demás nobles al apoderarse de incontables reliquias del reino dorado y consumiendo los beneficios mágicos de las mismas para hacer estallar grandes grupos de defensores en un parpadeo. ¡Cuánta desfachatez! ¡Dirigirse a mi como si se tratará de un amigo mío! ¡Ignorante no soy de que al igual que todos los otros buitres con los que he convivido por un milenio, Él está más que dispuesto en atacarme por la espalda apenas tenga la oportunidad! Ah, respeto... Al menos ese es un valor que tiene este imbécil, sé que no ha de tomar esta ocasión como una oportunidad para intentar destruirme y adquirir el cargo de Embajador también.

Coloco mi mano contraria sobre las manos de la doncella, que aferrada a mi brazo está tras la escandalosa presentación del Ministro, y haciendo tan solo una breve reverencia con mi cabeza, prosigo con la caminata con la finalidad de tan solo dejar atrás a esa excusa de mago, y dirigir a la joven hacia otras zonas más propias para lo que sería una paseo adecuado. - Dígame, doncella, si desea comer o beber algo, así presentarle alguna de las delicias habidas en nuestro reino, o si en algún momento quiere descansar. - Con un tono de voz bajo, tan solo para ser nosotros los oyentes de esa conversación, hablo a ella. Ah... Encanto... ¿Cómo describir la sensación de deambular con una doncella por estos caminos? Una actividad que nunca antes había realizado, no con este fin, ni con tan grata compañía. Mi paso es lento, considerando la movilidad de la joven acompañante, y siempre estoy atento a lo que pueda preguntar.

- Escuche el canto de esa ave. Parece un coro de varios animales, gracias a las simultaneas cuerdas vocales que posee. Si extiende su mano al aire, junto a un suave silbido... Llamará su atención. - He de decir esto durante nuestro avance por una calle, y para demostrarle que son ciertas mis palabras, realizo el gesto al fruncir un poco mis labios, extendiendo mi mano libre tan solo un poco, atrayendo en efecto al animal cuyo aspecto realmente desconozco, pero según el vox populi se trata de un avecilla azul de pico negro y ojos verdosos y cristalinos. El volador deposita una flor pequeña en mi mano, antes de comenzar a parlamentar con la voz combinada de una mujer y dos niños, o eso puedo discernir. - Al-Hazred, un misterio total que hayas decidido salir con alguien. Supongo que te ayudaré con este obsequio para la señorita. ¡Y no seas malo! - El pájaro vuela tras manifestar esa advertencia, dejándonos solos nuevamente, y con razones para que suspire con pesar ante la actitud tan pésima que muestran todos en mi interés por querer causar una impresión adecuada...

- Ah, estas criaturas... - Río levemente, entregando con cortesía la pequeña flor a la doncella a mi lado, antes de continuar andando.

- Es renovante... Ser acompañado de un modo que nunca experimenté. - Comento, con una sonrisa de gusto, avanzando por esa calle iluminada con su tenue luz.

Al-Hazred
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