El angel y la araña [priv. Lester Venturi]

por **Alexander Wilhelm** Jue Mayo 28, 2015 10:49 am

Sus enguantados dedos delineaban los finos contornos de la hoja, su mirada se deslizaba por cada palabra, oración y texto que podría serle de interés.
El libro que portaba entre sus manos era una clásica historia infantil titulada “La araña de Charlotte”.
Personalmente, él amaba ese tipo de historias en donde una araña se viera involucrada.
Pero…en esta historia en particular tenía ilustraciones, cada página poseía un bello dibujo que eran dibujados a mano, parecía que quién lo había ilustrado se tomó el tiempo necesario para medir la cantidad de tinta en su pluma, ya que la tinta de las mismas no traspasaba la hoja de papel.
Su mirada se detuvo en el bosque ilustrado que se mostraba alrededor de la granja en donde se desenlazaba la historia, sacó de su bolsillo una pequeña lupa y con este busco entre los árboles un par de copas que siempre le gustaba contemplar cada que se paseaba por esta historia, al encontrarlas fue bajando su mirada hasta el tronco de estas, observo la curvatura que tenia en la ilustración para después sacar la mirada del libro, observando con atención el par de árboles que estaban frente a él, para así comparar los árboles de la ilustración con los de la realidad. Eran idénticos, por no decir iguales.

Emocionado por su reciente hallazgo, dejó su libre a un lado y sacó un par de carretes envueltos por un hilo blanco de su bolsillo derecho, tan delgado que parecía transparente.

Dos hermosos, rústicos y fuertes robles a cada lado, no estaban ni muy lejos ni muy cerca del otro, eran del tamaño perfecto.

La gran mayoría de libros que había leído, hablaban acerca de la anatomía arácnida.
Todo ese tiempo estudiando para este momento, noches de práctica y días de búsqueda.
Hasta que por fin lo encontró. En el lago de mana.
Portadora de agua mágicas, que eran capaces de curar heridas físicas y emocionales, un lugar abundante de paz y hermosura.

Lo encontró de casualidad, ya que no era la primera vez que viajaba por esas zonas tan bellas e irreales de la maravillosa Kil’daggoth

Curiosamente hoy venía a hacerle una de sus tantas visitas a su amigo el ciego, se veía muy solo y una pequeña compañía de vez en cuando podría hacer la diferencia, pero para la mala suerte del ciego hoy no recibiría la agradable visita de Alexander. ¿Por qué?, era más que obvio. Había encontrado el lugar perfecto para hacer su maravillosa obra de arte.
Con cuidado sacó el pequeño hilillo que daba inicio al rollo de hilo, tirando el carrete al suelo para que este se fuera desenvolviendo en lo que el tejía lo que tenía pensado hacer.

Un hilo por allá, otro por acá, un nudo por aquí, una unión ahí. Se veía muy entretenido tejiendo de manera ágil su primera red a tamaño real, estaba realmente feliz con el trabajo que estaba realizando. Tan solo deseaba que las otras arañas pudieran ver esto, pero seguramente hubieran hecho lo que siempre hacían, menospreciarla y luego romperla. ¡Pero ya no más!

Era una pena el que nuestra querida araña no se percatara de que el lugar que había escogido para tejer era un camino y esa amplia red cubría todo el camino.

por **Lester Venturi** Jue Mayo 28, 2015 8:00 pm

De todos los lugares del continente más-allá-del-mar que Lester había tenido el gusto o disgusto de visitar, el lago de mana siempre estuvo entre sus favoritos. No solo por su esencia de pacifismo y tranquilidad que inspiraban a uno a filosofar horas enteras en busca de complicados entroncados ideológicos; si no también por su peso nostálgico en la mente del rubio. Por las pálidas orillas su caballo Hipogris, ya muerto de edad, avanzaba junto con otro más adulto y más fuerte. El caballo de Faergon se alzaba en su imaginación como un poderoso animal de incalculables proporciones pero que aún conservaba el honor y el orgullo de todo semental. Su jinete también se elevaba impetuoso para acompañarlo, explorando el mundo que ambos tenían a su merced.
Pero todo eso había acabado hacía ya años.
Aquellas escenas de ambos cabalgando por los límites del lago eran solo nublosos y borrosos recuerdos de mejores épocas en el pasado. Y a pesar de recordar con felicidad aquellos momentos, sabía que un mejor camino propio le aguardaba más adelante. Uno donde el propio nombre Lester era recordado.
Miró su reflejo en el agua cristalina del lago, sonriéndose a sí mismo antes de echarle una vista a la palma de sus manos. Ambas cortadas y repletas de cicatrices rectas. Las sumergió en el agua lentamente. Inhalando y exhalando, sentía la energía propia del agua restaurar aquel tejido dañado y recomponer progresivamente su cuerpo a un estado superior que el anterior.
Era una sensación extraña. Por un lado, el frescor placentero del lago sobre su piel, y por el otro, ese pequeño ardor por sobre sus lastimaduras que causaban más cosquillas que molestia.
Sacó sus manos tan mansamente como las había introducido, aquellas cortadas eran solo pequeñas marcas finas y blancas como cabello de anciano, lisas al tacto.
Un sonido a su lado lo hizo desviar la mirada hacia una pequeña ardilla blanca que lo observaba con unos ojos que mezclaban curiosidad y temor digno de un animal inocente.

—¿Qué es lo que quieres, pequeño? —extendió uno de sus dedos. El roedor lo olió por un segundo antes de mover su cabeza al llamado de otro de su especie y desaparecer debajo de un árbol. El rubio se puso sus guantes antes de despedirse—. Tsk. Suerte.

Con una último suspiro emprendió la caminata de retirada, aunque si por él fuera se hubiera quedado más tiempo. Tenía cosas que hacer, y las almas no se consiguen solas.
Siguió por uno de los caminos más amplios y anchos de tierra, que a pesar de ser bastante precario, era bello a la vista si se mezclaba con los árboles y algún que otro animal deambulando entre ellos.
Una franja blanca en la lejanía llamó su atención, y con pasa paso que daba, se daba cuenta que más grande era sea lo que sea eso. Separado solo un par de metros lo contempló con mucho más detenimiento.

—¿Una telaraña? —se dijo para sí mismo. Siguiendo con la vista los intrincados detalles y el diseño tan peculiar, centrado en un punto y ramificándose conforme la red se hacía más extensa. En efecto, lo era. ¿Qué clase de araña desproporcionadamente grande sería capaz de tejer algo tan colosal, al menos para los estándares de tamaño de un arácnido? No quería saberlo, ni quería dedicarle mucha reflexión a un tema que poco le interesaba.
La red no solo cubría el camino, si no varios árboles aledaños, haciendo imposible rodearla. La única forma era pasar por ella.
Desenfundó su espada, dispuesto a acertarle un corte en el centro exacto. El arma se blandía por sobre su cabeza, dispuesto a penetrar las redes tan cuidadosamente entrelazadas.

por **Alexander Wilhelm** Vie Mayo 29, 2015 1:50 pm

Ya estaba dándole sus últimos toques a su maravillosa red, pero había olvidado como hacer el cierre de todo ese tejido.
Se detuvo y se dio la vuelta para tomar el libro que anteriormente había dejado en el suelo.-A ver…debe estar por aquí.- Murmuró mientras se acomodaba los lentes y comenzaba a hojear con detenimiento el libro, cuando lo encontró repasó varias veces el procedimiento para luego cerrar el libro, darse la vuelta para seguir con lo suyo.
Pero cuando lo hizo, sus ojos vieron como un idiota cortaba de una su obra maestra.

- OH DIOS MIO.- Se llevó las manos a cada lado de su cabeza viendo con horror como los hilos caían.- MI RED.- Exclamó. Calma, no hay que ser precipitados. Pensaba mientras cerraba sus ojos y buscaba la paz interior.
Se inclinó a tomar los carretes de sus hilos y luego los guardó en sus bolsillos.- ¿Puedo saber por qué rompiste mi red?- Preguntó con “tranquilidad”, aunque realmente estaba luchando mentalmente consigo mismo para no pelear con el otro.

Ah, una red tan bella como esa había sido rota en manos de un potencial imbécil. Por último tomo sus dos libros y se los colocó bajo el brazo, esperando una respuesta valida por parte del de baja estatura. Lo mejor sería seguir buscando otro lugar que se adaptara a sus gustos y que NADIE pudiera romperla. Quizás se había excedido con el tamaño, tal vez esa sea la razón.

En fin, no pensaba seguir dándole vueltas al asunto, si las cosas pasan es por algo. Esa era su ideología acerca de todo.

por **Lester Venturi** Lun Jun 01, 2015 5:12 pm

La hebras eran trozadas y caían una junto a la otra mientras la espada iba de un extremo a otro de la red. El movimiento constante zigzagueante del filo de la hoja debilitaba también la estructura en general, haciendo que toda la telaraña se estremezca con cada agitada. Para él era suficiente, en aquel entretejido blanco había ahora un agujero del tamaño de Lester por el cual se podía cruzar. Enfundó la espada en su cintura y estuvo a punto de irse, no hasta que una voz lo increpó desde la espalda.
Hacía tiempo ya había sentido que el entorno era demasiado solitario, y afinando sus oídos podía escuchar un pequeño cuchicheo y pasos desde la lejanía. Había supuesto que era algún curioso animal como la ardilla o algún individuo en sus propios intereses que haya estado caminando y hablando. El griterío de aquel hombre no lo asustó en lo absoluto, y por su tono, ya suponía que no sería ninguna amenaza real; pero gracias a su exagerada exasperación y gestos tan marcados, supuso de antemano que no sería fácil lidiar o deshacerse fácilmente de su presencia. ‘Ah, no me jodas’ pensó con molestia, imaginando algún método para sacárselo de encima lo más rápido posible.
Lo peor, quizás, era que el sujeto en cuestión parecía ofendido por una estructura de hilos que afirmaba era de su propiedad. ¿El era el dueño de la araña? O acaso… sea como sea el caso, no era lo verdaderamente importante. La situación de cómo llegó la red ahí era un tema que se podía ignorar; mientras que si él mismo se jactaba de ella, terminaba siendo su responsabilidad de que esté en medio de un camino bloqueando el paso.
Suspiró cansado y pensando en lo que se le avecinaría, pero no quería quedar callado tampoco, su orgullo no se lo permitiría.

—Disculpe, señor. No era mi intención dañar su red, pero estaba en medio del camino… en serio lo siento —dijo el rubio inocentemente y con una voz femenina casi infantil—. Ahora, si me lo permite, debería irme…
¿Lo dejaría ir aquel desconocido? Aquella era la cuestión... pero esperaba con todas sus fuerzas que sí. Si no, para algo contaba con su espada y su lanza.

por **Alexander Wilhelm** Jue Jun 04, 2015 11:29 pm

Colocó sus manos a cada lado de sus caderas, esperando una respuesta por parte del joven. Cuando el muchacho mencionó el que su red estaba en medio, se acomodó sus lentes y se decidió a mirar detrás de su red. En efecto, era un camino.

No se había percatado de ello, por lo tanto lo único que hizo fue suspirar. Se aproximó al tronco de la derecha, tomó un hilo sobresaliente y al tirar de este, la red se deciso por completo.- Yo...- Hizo una pequeña pausa mientras soltaba una risita. Rectificó e inmediatamente dijo.- Lamento mucho el inconveniente, no me había percatado de que había un camino aquí.- Rodó sus amarillentos orbes hacia la derecha para después fijarlos en los ajenos. Tan claros como un río, estos parecían un espejo y se podía ver claro su desinterés. Lo cual logró el que se percatara de esa posible "careta" que llevaba el joven.- No es por ser grosero. Pero si quieres ser más realista y menos plástico deberías usar otro tono de voz tan "amable" - Hizo comillas con sus dedos. No buscaba una discusión o algo parecido, simplemente le parecía "conveniente" el comentarlo y aconsejarle para mantener más limpia esa faceta.

Se giró sobre sus talones ágilmente al mismo tiempo que con su mano derecha se peinaba el cabello hacia atrás.- Bueno, no seguiré entreteniendolo con algo que claramente es molesto para usted. Sin más, creo que me despido.- Quizás aún tenía tiempo para visitar a Lawrence o pasearse por Kil'Daggoth un rato.
Ya lo tenía planeado, iría por Lawrence y lo sacaría a pasear y tomar sol un rato, eso sería lo más conveniente en su opinión.

por **Lester Venturi** Lun Jun 15, 2015 9:05 pm

—¿Qué? —le alcanzó a decir casi por inercia ante su inquisitivo y atrevido comentario.
A lo largo de los años sus facetas y expresiones de actor ambulante le habían servido para todo lo que necesitaba en su vida diaria; dinero y comida. Algo que nunca había tenido el lujo de practicar en demasía era su personalidad amable y gentil. Desde hacía mucho tiempo había dejado de querer parecer un inocente niño o mujer en apuros cuyo rostro solo emanaba una ingenuidad de bebé. Estos eran precisamente los efectos de la falta de práctica en su vida diaria. Una voz acartonada, un rostro quizás exagerado y una espada enfundada en mano mientras trataba de parecer tierno. Muy bien Lester, lo has hecho muy bien.

Pero algo que también le llamó la atención fue la facilidad con la que aquel iracundo hombre había dejado de lado sus rencores por sus maltrechas y malditas redes, y al entender instantáneamente el mensaje del rubio, decidió retirarse rápidamente antes de poder explicarse un poco mejor. Aunque eso era lo que precisamente quería Lester; poco diálogo. Un tipo tan raro como aquel era ciertamente el estereotipo que simbolizaba todo lo que quería evitar en una persona.

—Ehm… ¿Adios? —le dijo un poco extrañado. Tampoco quería retenerlo ni estar demasiado cerca de su presencia. Confió en que esta vez su despedida fue lo suficientemente cortante como para poder olvidarse del asunto y volver a sus intereses y objetivos del día, los cuales aún no tenía, pero pensaría en su caminata por las orillas del lago.

Pero antes de poner fin a su experiencia con aquel contacto, sintió algo en la lejanía acercándose. Seguramente se trataba de algún animal, pero mantuvo la vista atenta.